‘Un hombre que se ahoga’: un Chejov que se ahoga

Daniel Veronese inaugura la temporada del Centro Dramático Nacional con una recreación del clásico ‘Tres hermanas’ de Antón Chéjov. La intención de Veronese no es sólo efectuar el guiño formal de que las tres hermanas sean hombres, sino leer bajo una nueva luz el clásico de 1901. Sin embargo, el resultado es una confusa barahunda pobremente presentada que empeora ciertamente el original. Lo mejor, los actores; lo peor, la escenografía. Desgraciadamente, debemos suspender al autor del desaguisado, también director y escenógrafo.

Después de la buena acogida de su ‘Mujeres soñaron caballos’ en el Teatro Valle-Inclán en la anterior temporada, el Centro Dramático Nacional repite este año suerte el director y autor argentino Daniel Veronese acompañado del grupo Periféricos de Objetos de Buenos Aires del que es fundador.

Enmarcada en la inacabable riada de revisiones desafortunadas de los clásicos, Veronese convierte a Chéjov en una roma parodia argentina de lo que fue un mazazo ruso mil veces imitado a lo largo del siglo pasado. ¡Cuánto mejor en éste y otros casos enriquecer el original con una presentación contextualizada que no intente vendernos un texto antiguo como moderno, un discurso superado como una crítica social! Se va a oir a Chéjov, para entender la historia, para reflexionar sobre lo imperecedero de sus observaciones. Se va a ver a Chéjov, para deslumbrarse por nuevas ideas escénicas, para disfrutar con una realización actual, para dejarse llevar una vez más por la magia del teatro, por el uso creativo de la iluminación, los decorados, la tramoya, el vestuario. No para encontrarse con una horrorosa escenificación de sala de espera birriosa, donde los personajes se sientan y se levantan, y a veces arrastran sin sentido sillas de un lado a otro.

Uno se pregunta que podía habernos aportado Veronese si en vez de concentrarse en desdibujar la obra, se hubiera concentrado en presentarnos una hermosa representación actual de un clásico. Uno se hace esta pregunta con tanto y tanto arte moderno y post moderno, -en realidad antiguo, del inacable siglo pasado-, tanta manifestación artística en todos los ramos que sigue insistiendo en la fealdad, la confusión, el sensacionalismo y el ridículo patético de ‘épater le bourgeois’.

Irina, Marsha y Olga son interpretadas por tres actores, mientras que los hombres de la ficción son ahora mujeres en el escenario. Las mujeres toman decisiones y los hombres únicamente esperan. Todos, como en tiempos de Chéjov, se mantienen en su dulce y cotidiana insatisfacción. Veronese justifica con sesudas teorías esta desafortunada presentación, que no tiene nada que ver con mucho o poco presupuesto, que es bastante más fea que una anterior cuyas fotografías ilustran el programa de mano.

Veronese hace referencia al hecho de tener que trabajar habitualmente en su país con poco presupuesto y escasos medios, lo que ha determinado un tipo de teatro imaginativo: «Es algo que hace que nos centremos en el texto y en la interpretación». Dice que su objetivo es llegar a crear una organización donde no se necesite luz, vestuario o música especiales. Otras modificaciones sustanciales se refieren a la reducción considerable de texto, muy sintetizado; la modificación de escenas que se han cambiado de lugar; y la introducción de textos. «Yo necesito hacer este tipo de correcciones de los originales para trabajar con mis actores, para conseguir mayor teatralidad y creo que incluso Chéjov escribiría hoy de manera diferente». En el montaje tampoco hay vestuario y los actores salen a escena con su propia ropa. Respecto a la elección del título, el director de escena cuenta que forma parte de una frase de Urs Graf («un hombre que se ahoga espía a una mujer que se mata») que le resultó providencial cuando la leyó hace casi veinte años. «Como si fuera una situación cotidiana, que se olvide que se está en un teatro», es su objetivo. Precisamente el contrario del mío: quiero gozar de que estoy en un teatro, quiero que me bañen en sugerencias, en estímulos de los cinco sentidos, en agudezas, en arte. coño, en arte.

Un crítico de su país muy favorable tituló ‘Chéjov, en el quirófano’, para asegurar que consigue un espectáculo de rara intensidad dramática. Un clima que se va espesando desde el juego suelto del comienzo al dolor lacerante de los minutos finales, donde sí, parece que al lado está agonizando alguien, pero alguien que desgarra a todos por igual. Como en Mujeres soñaron caballos, un trabajo escénico paradigmático. En suma, una amalgama de gente que sufre, no de gente que cuenta que sufre. La experiencia es sobrecogedora y desde luego, a nadie le preocupa demasiado recuperar la historia de Las tres hermanas. Nadie, salvo un despistado grave, ha ido a ver al Chéjov que conoce.

Bueno, buen contraste a mi crítica, para que tengan ustedes información sopesada; y acto humilde de mano tendida ante un director al que deseo lo mejor. Vayan a verlo y juzguen. Por cierto, lamento no poder ofrecer imágenes del montaje del María Guerrero.

LA NUEVA TEMPORADA

Respaldado por el nuevo director general del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música (INAEM), Juan Carlos Marset, y acompañado por muchos de los protagonistas, Gerardo Vera presentó sobre el escenario del Teatro María Guerrero la programación de su cuarta temporada al frente del Centro Dramático Nacional, formada por quince montajes (incluidos los del Festival de Otoño) y una exposición, distribuidos en las cuatro salas de los dos teatros (el María Guerrero y el Valle Inclán).

Sus líneas siguen siendo las mismas: fomentar la dramaturgia y la creación teatral española, sin olvidar los valores extranjeros y los grandes textos universales, haciendo del CDN «una gran familia»; apertura a todo el Estado a través de giras e incentivar la proyección al exterior, con un espacio estable asegurado en el Festival del Lincoln Center de Nueva York, tras el éxito este verano de «Divinas palabras».

El CDN propone convertir el teatro público en una tribuna de debate sobre nuestro tiempo reuniendo en la nueva temporada 2007-2008 a creadores españoles en alza como Juan Mayorga, Carmen Portacelli, Angélica Liddell o Lluisa Cunillé.

Entre los grandes nombres de la temporada, Gerardo Vera ha conseguido sacar de los «muros monásticos» del Teatro de la Abadía a su director, José Luis Gómez, para dirigir por quinta vez un montaje en el CDN, esta vez, un texto de Juan Mayorga sobre el terrorismo: ‘La paz perpetua’ es fruto de «una provocación» de Vera a Juan Mayorga, quien ha dado «forma teatral a este horrible asunto», hablando de cómo podemos vencer esta lacra sin convertirnos en «bárbaros». El dramaturgo sitúa en un lugar secreto a tres perros, un rottweiler, un dóberman y un pastor alemán, que compiten para conseguir formar parte de una unidad antiterrorista de elite.

Esta temporada, Mayorga repite con ‘El Rey Lear’ de Shakespeare, «la obra más importante jamás escrita».

Además de la reposición del homenaje a Miguel Mihura Las visitas deberían estar prohibidas por el Código Penal, Ernesto Caballero vuelve para dirigir Presas, propuesta firmada por Verónica Sánchez e Ignacio del Moral, que se ha filtrado desde la alternativa Sala Triángulo a la Sala Francisco Nieva del Teatro Valle Inclán. También de otra sala alternativa -La Cuarta Pared- llega el joven Alfredo Sanzol, quien presenta Sí, pero no lo soy, una obra sobre la identidad a partir de la experimentación con el azar.

Sin olvidar los grandes dramaturgos universales, Carmen Portacelli se enfrentará a Thomas Bernhard en Ante la jubilación; y Salva Bolta se asoma a un desconocido texto de Ionesco, Delirio a dúo, con un reparto encabezado por Gerardo Malla. Carles Alfaro consigue subir a escena Tío Vania de Anton Chéjov, con las actrices María Asquerino y Emma Suárez.

La autora Lluisa Cunillé regresa al Teatro Valle Inclán para cerrar la temporada con Aprés moi le déluge, mientras que Angélica Liddell se presenta como autora y directora de «Perro muerto en tintorería: los fuertes» y El año de Ricardo.

La presencia latinoamericana está garantizada en la apertura de temporada el 20 de septiembre en el María Guerrero con «Un hombre que se ahoga», una versión libre de Tres hermanas de Chéjov firmada por el argentino Daniel Veronesse, quien cerró la temporada pasada en la sala pequeña del Valle Inclán con Mujeres soñaron caballos.

El también argentino Javier Daulte retrata los entresijos de su familia en Nunca estuviste tan adorable, montaje que seguirá a la coproducción del CDN y el Teatre Lliure de La plaça del Diamant.

Parece una buena propuesta del CDN su temporada 2007-2008. Les iremos informando de la misma.

PROGRAMACIÓN

Un hombre que se ahoga
20 de septiembre a 21 de octubre de 2007

Extinción
18 a 21 de octubre de 2007

Quartett
27 a 29 de octubre de 2007

Perro muerto en tintorería: Los fuertes
8 de noviembre a 16 de diciembre de 2007

Las visitas deberían estar prohibidas por el Código Penal
15 de noviembre de 2006 a 23 de diciembre de 2007

Presas
22 de noviembre a 30 de diciembre de 2007

El año de Ricardo
20 a 30 de diciembre de 2007

Delirio a dúo
10 de enero a 17 de febrero de 2008

Tío Vania
31 de enero a 16 de marzo de 2008

Rey Lear
7 de febrero a 13 de abril de 2008

Ante la jubilación
21 de febrero a 6 de abril de 2008

Sí, pero no lo soy
27 de marzo a 4 de mayo de 2008

Gilles Aillaud, del lienzo a la escena
14 de abril a 11 de mayo de 2008

La paz perpetua
17 de abril a 1 de junio de 2008

La plaça del Diamant
30 de abril a 4 de mayo de 2008

Nunca estuviste tan adorable
15 de mayo a 22 de junio de 2008

Après moi le déluge
29 de mayo a 6 de julio de 2008

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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