Paco de Lucía tuvo en La Unión una actuación «enduendada»

Paco de Lucía tuvo en La Unión una actuación "enduendada"
El guitarrista Paco de Lucía. EFE/Archivo

Con lleno hasta la bandera, el guitarrista Paco de Lucía puso esta noche el broche final a las galas flamencas del Festival del Cante de las Minas, que este año ha cumplido 50 años. Un broche de lujo para una noche «enduendada».

Fue una actuación memorable, en la que Paco de Lucía hizo un repaso por casi toda su discografía y que, tras un lacónico «buenas noches», arrancó con «Camarón». En ese momento comenzó la fiesta, el delirio del público y los prolongados aplausos con los que le premió al final de cada tema.

Paco de Lucía regresaba a La Unión, a un escenario con medio siglo ya de historia, después de otra memorable actuación hace cinco años, junto a la sierra minera. Y allí, en el recinto del mercado, en la llamada «Catedral del cante», el público, entregado, le pudo escuchar por bulerías, alegrías,… en ese repaso por un repertorio que no por conocido deja de ser genial.

Paco de Lucía, maestro de maestros, derrochó duende, virtuosismo, pues no hay nada más que contemplar cómo vuelan sus manos sobre las cuerdas de la guitarra, a una velocidad vertiginosa y con un sentido del ritmo impecable, con unas falsetas imposibles que rozan lo indescriptible.

El guitarrista estuvo acompañado por un grupo que dirige con su mirada como si de una sinfónica se tratase, formado por Antonio Sánchez, segunda guitarra; el bailaor Farruco y los cantaores David Maldonado y Duquende. Antonio Serrano, a la armónica, ‘Piraña’, a la percusión, y Alain Pérez, al bajo, lo completaban.

Allí estaban el vertiginoso y poderoso baile de Farruco, que lo hizo por bulerías, o, entre las voces de los cantaores, la de Duquende, que siempre recuerda a Camarón, con ese estilo tan peculiar de rematar los tercios y esa voz casi rozá que parece que se va a romper.

Todo un placer para los sentidos de un público que disfrutó con la pasión y el sentimiento con los que Paco de Lucía hace música con la guitarra, a veces con potencia, y la mar de ocasiones con mesura, acariciándola como si de un amor sagrado se tratara.

Después de tocar más de nueves temas, Paco de Lucía se retiró, con el público rendido. Pero el respetable quería más y, tras cinco minutos de aplausos, logró que volviera al escenario.

El delirio y la alegría se hicieron patentes de nuevo cuando comenzó a esbozar las notas de uno de sus temas más populares, «Entre dos aguas». Con él concluyó el concierto y con él echaban el cierre las galas del Festival, dando paso a las semifinales de los concursos.

Antes, el embajador de Japón en España, Fumiaki Takahashi, había recibido de manos del alcalde de La Unión, Francisco Bernabé, el premio Catedral del Cante que el certamen ha querido conceder a ese país como muestra de reconocimiento a su labor de conservación, promoción y difusión de la cultura y el arte flamenco.

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