¿Qué hiciste este verano?, por J.C.Deus

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‘Días estupendos’ es una gran comedia sobre las vacaciones, un mosaico de escenas tan absurdas como la vida cotidiana cuando la filmas sin avisar a nadie. Es un espejo bien pulido que refleja instantes de una generación perdida. Es entretenimiento de calidad en la que ríes de verdad sin recurrir al esperpento nefasto, a la astracanada que otros practican. Buena propuesta del Centro Dramático Nacional que cumple así su obligación, apuntalar a la gente que puede decirnos cosas.

Alfredo Sanzol, un navarro de 38 años de edad que mira alrededor sin anteojeras, se ha inventado a su medida un novedoso género teatral formado por una sucesión de ‘sketches’ cortos con un difuso nexo de unión. La fórmula acertó de pleno con su anterior ‘Sí pero no lo soy’ y ahora se repite con este retazo de historietas veraniegas que empiezan con una actuación en las fiestas del pueblo y pasa por el campo y la playa, por una casa rural y los nudistas, por el campamento del niño y la cita anual de los viejos amigos, y donde junto a los urbanitas salen algún pastor mañoso, algún etarra excarcelado y algún guardia civil demócrata de toda la vida. Hay mucho buen humor, situaciones hilarantes, algo de nostalgia y mucho de observación de la forma en que nos comportamos y hablamos hoy día, mejor dicho, de cómo se comportan y hablan los de la generación a la que Sanzol pertenece.

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‘Días estupendos’, alude a la canción con la que terminaba ‘Sí pero no lo soy’, ‘Les Jours Magnifiques’; ‘pero como en español «días magníficos» no suena bien, me quedé con estupendos, que lo decía mi abuelo’, ya anunciaba entonces.

Nos dice el autor: ‘Va sobre el verano, un tiempo en el que proyectamos fantasías, realidades que nos gustaría vivir. Días estupendos va sobre la nostalgia del verano y sobre la libertad que sentíamos cuando éramos niños. Sobre el deseo de salir corriendo. Sobre esos días del año en los que concentramos todas nuestras esperanzas de felicidad. Sobre la frustración y el estrés que produce no conseguirlas. Sobre la gente que conocemos en tan poco tiempo y con la que entablamos extrañas y fugaces relaciones de amistad’.

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Decorado y vestuario no varían, las escenas se suceden sin solución de continuidad en un paisaje de montaña con una playa que debe estar cerca. El espectador tiene que poner de su parte para situarse en los cambios de onda, y eso añade interés a un espectáculo que no decae un segundo en hora y media de duración. Las claves de su éxito son el texto y los actores, lo de siempre. Situaciones viables, diálogos auténticos y actores capaces de cambiar de registro rápidamente. El equipo viene rodado en su mayor parte de ‘Sí pero no lo soy’, y contribuyen en gran medida al logro conseguido.

‘Cuando escribo invento una memoria. Recuerdo las historias como si las hubiese vivido, y eso me sirve para conocer. Días estupendos es un viaje inventado a mis veranos, un sueño que sueño despierto y que necesito soñar para poder recordar’. Sanzol estaba el año pasado en el formato de sala pequeña del María Guerrero y ahora ha pasado al intermedio de la sala Francisco Nieva del teatro Valle Inclán. Terminará llenando el Matadero.

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En 2006 escribió y dirigió Risas y destrucción. Fue ayudante de dirección de Gerardo Vera en Divinas palabras (CDN, 2006) y en Un enemigo del pueblo (CDN, 2007). En 2008 escribe y dirige Sí, pero no lo soy, producción del Centro Dramático Nacional que obtiene cuatro nominaciones en los Premios Max. En 2009 dirigió La cabeza del Bautista, de Valle-Inclán, dentro del espectáculo Avaricia, lujuria y muerte, producción del CDN.

Naturalmente, tenemos algunas pegas. La principal es para el único ‘squetch’ digamos ‘serio’: el manifiesto-nana de la mamá a su niña para cuando sea mayor tiene aires de proclama y debía ser modesta reflexión, una entre tantas. Pero los árboles sí dejan ver el bosque. Y la más preocupante es que ha bajado el listón desde su anterior producción. Sigue siendo fresco pero es un poco más trivial.

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‘En apariencia tengo mala memoria, pero me da la sensación de que se trata de una memoria no consciente. Muchas veces no recuerdo los hechos, pero sí guardo las sensaciones. Hacer teatro me sirve para recuperar esas sensaciones a través de las cuales conozco la realidad. Cuento las
historias para inventar los hechos que no recuerdo, y para contar me sirvo de las sensaciones que sí guardo. El teatro sirve para entender nuestros recuerdos. Me gustaría que esta historia de historias le sirviera al público para recordar las suyas propias, o mejor dicho, para que el público invente las suyas propias. Nuestra memoria inventada’. Sanzol creemos que nos quiere decir algo acerca de ese terreno tan frágil y manipulable que es la memoria, la individual y aún más la colectiva, cuando se pone al servicio de recreaciones interesadas y de tópicos preconcebidos. La memoria a menudo nos engaña, alguien tendría que decirlo.

Días estupendos
Texto y dirección, Alfredo Sanzol
Producción, Centro Dramático Nacional y Lazona
23 de septiembre a 31 de octubre de 2010
Teatro Valle-Inclán | Sala Francisco Nieva
Plaza de Lavapiés

Escenografía y vestuario Alejandro Andújar
Iluminación Baltasar Patiño
Diseño de sonido y música original Fernando Velázquez
Ayudante de dirección Pietro Olivera

Reparto

El del teléfono, Paco Déniz
La nudista, Elena González
La que canta, Natalia Hernández
El del tronco, Juan Antonio Lumbreras
El del melón, Pablo Vázquez

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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