El cuestionado «funk» encuentra su hueco en la cultura musical de Brasil

El cuestionado "funk" encuentra su hueco en la cultura musical de Brasil
. EFE/Archivo

El «funk», un estilo musical que nació hace años en las favelas de Río de Janeiro muy cuestionado por su letras provocativas, encontró este año su hueco en la IX edición del Festival Internacional de Cine de Archivo, REcine, que exhibió hoy una muestra informativa dedicada a sus polémicos versos.

Repetitivas, sexualmente explícitas y con duras referencias a violencia, las letras de la música funk destacan por su provocación y se alejan del clásico ritmo del samba o del bossa nova, banderas musicales del mayor país suramericano.

A pesar del nombre que comparte con el «funk» estadounidense, el sonido brasileño se aproxima más a una mezcla del regetón centroamericano y el rap, y ha creado desde las década de los noventa un nuevo código estético y cultural en las principales ciudades brasileñas.

Con la proyección del documental «Funk Rio», que data de 1994, el festival revivió el nacimiento de este estilo, y con él, los populares bailes funk, fiestas callejeras organizadas en las favelas de la ciudad.

Surgidos a raíz de este sonido, los bailes han mantenido hasta hoy el estigma de generar violencia y de ser un escenario de tráfico de drogas, convirtiéndose así en punto de mira de la policía, que ha amenazado en varias ocasiones con prohibirlas.

Así nació el «proibidao», nombre utilizado para referirse a este expresión musical, que a través de sus letras refleja la violencia y los enfrentamientos entre traficantes y policías en los barrios marginales de ciudades brasileñas.

Sin embargo, el ritmo repetitivo y pegadizo de las canciones ha llegado a seducir las comunidades más acomodadas de Río de Janeiro, y sus canciones se escuchan cada vez más en las discotecas y bares de ciudades brasileñas.

La taquillera película brasileña «Tropa de Elite» (2007), que retrata las violencias diarias entre policías y traficantes, impulsó en 2008 el reconocimiento internacional de la música callejera brasileña, con el inconfundible «Rap das Armas», cuya versión electrónica se convirtió en un éxito en varios países europeos.

Los versos «prohibidos» llegaron incluso hasta las oficinas de las Naciones Unidas, con el documental «Grosso Calibre», que aborda el problema de la agresión armada en Río de Janeiro provocadas por las letras del funk, y que fue tema de debate durante una conferencia sobre desarme la pasada semana, en Nueva York.

Los cineastas Guilherme Arruda y Ludmila Curi fueron recibidos por funcionarios de la ONU para discutir la influencia de la música en la violencia callejera, y presentaron su filme, que tiene como protagonista al cantante carioca Mc Smith.

«Muchas personas critican mi trabajo. Dicen que es música de delincuentes. Pero las letras hablan de la realidad de las favelas», defendió el artista en declaraciones a la prensa local.

Además de prestar atención al movimiento de la música callejera, REcine, el mayor certamen del cine brasileño de archivo, apostó este año en la diversidad musical del país más grande de América Latina, con la exhibición de 114 antiguas películas y vídeos del tema.

«La grandeza geográfica de Brasil y las diversas matrices que formaron su pueblo dejaron influencias de origen para germinar nuevas tendencias. El proceso cultural es dinámico y mutante, está en constante transformación», explican los organizadores en la página del festival, que se extenderá hasta el 29 de octubre.

Recuperar archivos históricos y documentar el paso de la música por la cultura brasileña es el criterio que las 15 películas seleccionadas para la competición este año, todas ellas brasileñas, con la excepción de una italiana. EFE

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