Lecciones de historia en San Sebastián impartidas por Zambrano y Xiao-shuai

Lecciones de historia en San Sebastián impartidas por Zambrano y Xiao-shuai
El director de cine Benito Zambrano. EFE/Archivo

Dos personajes inocentes y apolíticos han impartido clases de Historia hoy en San Sebastián, donde Benito Zambrano ha insistido en la posguerra española en «La voz dormida» y Wang Xiao-shuai ha gustado con la emotiva «11 Flowers», sobre la Revolución Cultural china.

El realizador de «Solas» cierra con su adaptación de la novela homónima de Dulce Chacón la participación española a concurso mediante una película que desafía el sambenito de cine «guerracivilista» e incluye una espléndida interpretación de María León.

Con unos ojos que iluminan la pantalla y que recorren todas las gamas de la emoción, la joven intérprete se posiciona como gran candidata a la Concha de Plata a la mejor actriz por su papel de Pepa, alma de una pureza insólita que, en cambio, se debe a la fidelidad de una hermana presa por su vinculación al comunismo.

«A no ser que se desligaran de tu familia, todos tenían obligatoriamente que tomar partido. La otra opción era entrar en una amnesia colectiva o silencio, que es lo que pasó con la gran mayoría del país que tuvo, que hacerlo para poder sobrevivir», explica el director andaluz.

«La voz dormida» -una de las tres cintas preseleccionadas para representar a España en los Óscar- pese a su solidez interpretativa y el mimo de un director que sabe dar credibilidad a todo lo que rueda, ha hecho derramar tantas lágrimas como acalorados debates sobre si realmente es necesario realizar una cinta más sobre el tema de siempre.

«¿No se deben hacer películas sobre la posguerra? Si dentro de dos meses no va nadie a ver la película, entonces no tenía sentido hacerla», se ha defendido Zambrano en una entrevista con Efe.

El realizador sí vio algo nuevo en la novela de Chacón que le impulsó a rodar. «Para muchísimos presos y presas la cárcel era todavía una trinchera más y había que seguir luchando por la República y por las ideas. No había que aceptar la derrota y en las cárceles era donde más vida política había, una actividad increíble», explica.

En cambio, su visión desde el perdedor también ha sido acusada de maniqueísmo. «Es una película contada desde el punto de vista de los que perdieron con todas las consecuencias. Hablar de lo maniqueo o lo no maniqueo son puntos de vista de cada uno. Eso no ocurre cuando alguien ve una película sobre el Holocausto», argumenta

«Como los nazis perdieron la guerra y la ganó el resto del mundo, se supo su nivel de crueldad y todo el mundo sabe que un nazi es mala persona. Pero en este país, como los que ganaron fueron ellos, estuvieron mucho tiempo y tuvieron el beneplácito de muchas potencias extranjeras, hablas de un facha y un falangista y, ‘ah, bueno, es que hay buenos y malos'», concluye.

Más decididamente neutral es «11 Flowers», una cinta de iguales ambiciones pero procedimientos antitéticos, puesto que aborda la Revolución Cultural evitando el drama en todo momento y abonándose al costumbrismo de cuatro chavales en la China rural.

Un niño intentando recuperar su camisa nueva sirve al director de «Las bicicletas de Pekín» para articular una hermosa y mínima historia que reverbera con sutileza la complejidad de la Historia.

«Normalmente, las películas sobre esta época son grandes superproducciones, pero yo quería contar un enfoque individual, pequeño», ha explicado su director en rueda de prensa.

Y esa mirada infantil, que llega a la altura de la cintura de lo adulto, consigue con mayor efectividad y menos florituras alcanzar lo apolítico.

«Durante la Revolución Cultural, uno tenía que elegir un bando si quería sobrevivir. Por eso mi padre me hablaba de la importancia de un arte como la pintura, porque en ella uno plasma lo que ve como individuo, y aprende a respetar su visión única de las cosas», ha dicho el director.

Con la emoción desnuda del mejor Zhang Yimou, aunque lejos de su poderío visual, Xiao-shuai podría ser opción ganadora de una Concha de Oro de conciliación, pues es difícil negar su mérito dentro de sus reducidas pretensiones, teniendo en cuenta que aborda un tema político con un guión revisado de arriba abajo por las autoridades de su país.

Finalmente, la competición se completa hoy con la portuguesa «Sangue do meu sangue», de Joao Canijo, cinta de la línea dura del cine de autor de dos horas y media de duración.

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