«Eva», ciencia-ficción cien por cien española, abre el Festival de Cine de Sitges

"Eva", ciencia-ficción cien por cien española, abre el Festival de Cine de Sitges
. EFE/Archivo

El director Kike Maíllo ha debutado con un sorprendente filme español de ciencia-ficción, «Eva», que reflexiona sobre el eterno debate de la robótica en su intento de emular la inteligencia emocional humana, un filme con el que ha arrancado hoy el 44 Festival de Cine Fantástico de Sitges.

Formado en la cantera de la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña (ESCAC), Maíllo no pretendía hacer una película de ciencia-ficción al uso, sino un filme de género con un universo personal.

«Queríamos acercarnos a un público que no se interesa habitualmente por la ciencia-ficción», ha explicado el director, que apuesta por «feminizar» un género «habitualmente masculino».

La ciencia-ficción, ha dicho el director, te permite hablar sobre la condición humana «sin ser muy pedante» y en su caso, se apoyó en la robótica para argumentar que «los humanos de la película son tan imperfectos como somos los humanos y los robots son tan perfectos como esperamos que sean en el futuro, pero cuando los robots se acercan a los humanos se convierten en imperfectos como nosotros».

El gran mérito de Maíllo ha sido rodearse de un cartel de lujo encabezado por Daniel Brühl, Marta Etura, Alberto Amman y la revelación, la niña Claudia Vega, seleccionada tras 3.000 entrevistas a niños de 25 escuelas.

En «Eva», que se estrenará el próximo día 28, Alex (Daniel Brühl) recibe el encargo de realizar un robot que tenga un valor añadido respecto a los robots que pueblan esa sociedad del futuro: su inteligencia emocional, su sentido social.

El científico desearía que se pudiera programar a ese robot con un simple algoritmo, pero descubrirá que eso es imposible, señala Maíllo.

El director ha situado la acción en 2041, una época en la que se escucha a David Bowie y domina una estética retro años 70 del siglo XX. «Al recuperar esos estilismos del pasado pretendía que el espectador imaginara un futuro no muy lejano, que viera ciertas formas reconocibles».

Situar la cinta en un paisaje nevado de la Suiza francesa fue también deliberado y respondió a «una decisión estética: para un público español la nieve es en cierto modo algo exótico y sitúa al espectador mentalmente en un ambiente ajeno, igual que para un sueco lo sería una playa soleada».

«Eva» habla, en definitiva, sobre las relaciones, «alejándose del estilo frío y apocalíptico que hay en este tipo de películas», en un intento de «acercar al género a las mujeres, hacerlo entendible a las chicas, a mi madre».

En opinión de Maíllo, «hay un tabú, más industrial que de público, que impide que este tipo de películas llegue a todos los espectadores y que lleva a pensar que en España no hay suficiente capacidad tecnológica y talento para hacer películas de ciencia-ficción. La conexión con el público se consigue con buenas películas».

Maíllo ha asegurado ser un fanático seguidor de Isaac Asimov, el padre espiritual de la robótica y de hecho, ha indicado, «sus tres leyes de la robótica están muy presentes en la película, entre ellas la segunda, la de la obediencia, es decir, cuánto han de ser menos obedientes los robots para dejar de ser esclavos y ser sociables».

El actor catalán Lluís Homar ha confesado que le atrajo su personaje del robot doméstico Max, que «parece el más humano en ese mundo de robots».

Homar echó mano de su experiencia teatral, de los gestos del mimo y de «muchas horas de ensayo» para afrontar un personaje cuya dificultad principal era «inventar un nuevo código» y desarrollarlo en su aspecto más físico.

En su primera incursión en el género, Brühl ha confesado que «al principio tenía cierta prevención con una película de ciencia-ficción ‘made in Spain’, con un director al que no conocía, unas dudas que siguieron durante el rodaje, porque es difícil de anticipar el resultado final».

Ver la película con los efectos fue una grata sorpresa para Brühl, quien ha bromeado: «Grabando en croma, a veces me sentía Tom Cruise en ‘Minority Report'».

Para la actriz Marta Etura, vicepresidenta de la Academia del Cine, «Eva» es «una gran cinta y no debería ser noticia que una película española abriera un gran festival».

Jose Oliva

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