El actor Fran Perea ha lamentado que la cultura no salga en los debates, en referencia a la ausencia de este tema en el cara a cara que mantuvieron este lunes los candidatos a la presidencia del PSOE y el PP, Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy, respectivamente.
En la misma línea, ha criticado que los presupuestos de cultura hayan quedado relegados «al último cajón, a la última hucha». «Nosotros que nos dedicamos a esto y que, al fin y al cabo, ofrecemos un servicio a la sociedad nos quedamos perplejos» ante esta situación, ha reconocido.
Perea junto a Carlos Hipólito, Gloria Muñoz y Manuela Velasco encabeza el reparto de lujo del montaje ‘Todos eran mis hijos’, basado en el clásico de Arthur Miller, que se instala en el Teatro Olympia de Valencia desde este martes y hasta el próximo 13 de noviembre. En esta ocasión, la pieza llega a las tablas en una nueva versión realizada y dirigida por el argentino Claudio Tolcachir que recorta a una hora y media la extensión pero mantiene la esencia de esta reflexión sobre la responsabilidad de los propios actos.
Así lo han asegurado los protagonistas de la función en una rueda de prensa a la que ha acudido el elenco artístico –que también integran Alberto Castrillo-Ferrer, Amanda Recacha, Nicolás Vega y Ainhoa Santamaría– a excepción de Carlos Hipólito y Jorge Bosch, que no han podido estar presentes.
‘Todos eran mis hijos’, estrenada en el año 1947, es uno de los primeros éxitos del dramaturgo Arthur Miller, que se planteó en este texto grandes dilemas como la culpa o la mentira a través de un drama sutil que empieza como una historia costumbrista pero que, poco a poco, se va sintiendo, «no como una tragedia en las alturas, sino en la familia de la lado», ha explicado Gloria Muñoz.
Los problemas intergeneracionales, la decepción entre padres e hijos, el éxito como eximente del delito o el enriquecimiento a través de la guerra son algunas de las cuestiones que aborda la obra, que en la revisión de Tolcachir trasciende el espacio temporal y geográfico en que fue creada.
El resultado es un trabajo que hace al espectador reflexionar «al ponerle delante de un espejo», ha apuntado Fran Perea. El popular actor ha comentado, preguntado por si, debido a la crisis, el público «está para dramas», que «precisamente ahora la gente empatiza muy bien con los problemas de los demás y está dispuesta a pensar cómo reaccionaría si se encontrara en una encrucijada semejante a la que se plantea en este espectáculo».
Por su parte, Manuela Velasco ha subrayado que una de las grandes virtudes de este texto es que «no señala culpables, sino que lanza grandes preguntas del ser humano».