¿Temían los organizadores de la gala de los Premios Goya alguna sorpresa desagradable para sus intereses? A tenor de la seguridad habida en torno al Teatro Real de Madrid, la respuesta es afirmativa. Y es que no sólo los curiosos se las vieron y se las desearon para poder ver con comodidad la entrada de los artistas al recinto, sino que incluso los medios de comunicación tuvieron que soportar un control exhaustivo a la hora de identificarse en la puerta de entrada.
El objetivo de los miembros de la Academia del Cine era evitar que alguien interrumpiera el desarrollo de la gala con reivindicaciones en contra de la ley Sinde y a fe que lo lograron, ya que las únicas protestas que se produjeron fueron en el exterior del Teatro Real y a una distancia considerable de la alfombra roja.
Es más, como si estuviese preparado, el único espontáneo que logró saltar el cordón de seguridad lo hizo para reivindicar que Extremadura acoja una película del Oeste, un western. Hay un momento, además, en el que se produce una especie de complicidad entre uno de los conductores de la gala y el ‘invitado’ no deseado.
De hecho, nadie mueve un dedo no sólo por retirarle del escenario, sino que además tiene toda la libertad del mundo para ‘robarle’ tiempo a Isabel Coixet y poder hablar varios segundos. ¿De verdad alguien cree que un espontáneo iban a darle cancha de esta manera? Estas fueron sus palabras:
Quiero robar estos minutos nada más, discúlpame (dirigiéndose a Isabel Coixet), como cual mulatilla se tira al ruedo, como ‘apreta cocretas’. Me tiro al ruedo para daros las gracias a todos y queremos hacer el primer western extremeño. Productores, veniros para Extremadura. Gracias y salud.
No fue ‘El muletilla’ el único que quiso irrumpir en la ceremonia, sino que los miembros del equipo de seguridad de la gala bloqueó a tres personas con caretas de «anonymous» que, desde el patio de butacas, pretendían también invadir el escenario.
