Harold Pinter (1930-2008) fue un dramaturgo de éxito casi desde el principio de su larga carrera literaria, coronada con el Premio Nobel de Literatura en 2005. Un autor que fue profeta en su tierra, el Reino Unido, gracias a su habilidad para crear historia llenas de intriga (no siempre tienen un final claro), que apasionan a los ingleses. Recientemente pudimos ver en la sala dos del Matadero de Madrid, “El montaplatos”, otra de sus historias abiertas a la interpretación. Pero algunas de sus piezas han envejecido mal. Tienen exceso de ‘literatura’, en el mal sentido del término, un grave problema cuando se trata de una obra teatral. Y este es el caso de ‘Viejos Tiempos’, un drama psicológico, estrenado el 24 de mayo en la Sala Pequeña del Teatro Español de Madrid que admite, como no podía ser de otra manera tratándose de Pinter, más de una interpretación, pero que, sea cual sea su sentido último, no consiguió interesarnos.
La traducción de Luis Escobar, que deja en versión original inglesa los trozos de canciones que interpretan los personajes cuando se dejan llevar por sus recuerdos, no consigue acercar la historia al espectador. Pero es que “Viejos tiempos” está llena de guiños muy británicos, y muy de otra época. Desde su estreno en Londres, en 1971, donde fue interpretada por la primera esposa de Pinter, la actriz Vivien Merchant, la mayoría de las reposiciones han sido a cargo de compañías británicas o estadounidenses.
La producción del Teatro Español ha arrancado con considerable éxito de público, debido quizás a la fama cinematográfica de los tres protagonistas, Emma Suárez, que interpreta el papel de Anna en este triangulo, Ariadna Gil, la enigmática Kate, y José Luis García-Pérez, Deeley, el marido de ésta. Pero el día en que acudimos al teatro los aplausos fueron fríos, más bien de compromiso.
¿Qué nos cuenta ‘Viejos Tiempos’? La fragilidad de los recuerdos, la fuerza con la que se imponen unos sobre otros, y hasta nuestra capacidad para recordar lo que nunca hemos vivido. La escenografía es correcta, también lo es la interpretación, aunque los actores no aportan la sutileza necesaria para insinuar la realidad del drama que se desarrolla ante nuestros ojos. Kate y Deeley, una pareja de cuarentones, hablan plácidamente de la inminente llegada de Anna, la única amiga de Kate, con la que compartió vivienda en su juventud. La llegada de Anna, sin embargo, provocará la incomodidad inmediata de Deeley y nos dejará en un mar de dudas. ¿Fueron ambas amantes en su juventud, cuando compartían casa en un barrio de Londres?
Hay más de una interpretación sobre la verdadera naturaleza del triángulo amoroso que nos plantea ‘Viejos tiempos’. La más plausible, a nuestro juicio, es la que presenta a Kate y Anna como dos personalidades de una misma mujer con problemas mentales. Deeley ha conocido a las dos. Por algún motivo, Anna, regresa a la mente de Kate, y gracias a la batalla dialéctica con Deeley, queda vencida, y ahuyentado el miedo a una recaída. “Te recuerdo muerta”, le dice Kate a Anna, en el último cuadro de la pieza. Y esa frase se convierte en el único atisbo de luz interpretativa para el espectador.
Nos hubiera gustado encontrar en la dirección de Ricardo Moya, alguna pista más, por sutil que fuera, de lo que realmente se cuece en escena. La única insinuación que nos hace es la visión de Anna, de espaldas al público, en el fondo del escenario, mientras Kate y Deeley hablan de su inminente llegada.
Teatro español – Sala Pequeña
VIEJOS TIEMPOS
De Harold Pinter
Dirección Ricardo Moya
Traducción Luis Escobar
Del 24 de mayo al 15 de julio
Aridana Gil en Kate
José Luis García-Pérez en Deeley
Emma Suárez en Anna
Traducción Luis Escobar
Vestuario Antonio Belart
Escenografía e Iluminación Javier Ruíz de Alegría
Espacio sonoro Orestes Gas
Una producción del TEATROESPAÑOL.