El misterio de la amistad, la falacia de la amistad, late en esta obra y sus latidos debieron ser proyectados más alto
No sabemos cuándo el autor escribió la obra, probablemente hace ya bastante tiempo, antes de que llegara el euro pues todo gira alrededor de ochenta millones, se supone que de aquellas pesetas. No sabemos de otras producciones en la última década de este compañía veterana. Las grandes promesas del nuevo programador del teatro municipal madrileño, Natalio Grueso, se inician con un prólogo bien modesto. Gaviotas subterránea es una sobra irregular sobre lo que llamamos amistad y no es más que rutina y conveniencia, que dos buenos actores no consiguen convertir en un buen ejemplo del teatro contundente que necesitan las salas pequeñas.
El intento de cobrar la prima del seguro simulando un accidente mortal ha dado lugar a muchas, demasiadas, obras de ficción. Eso estropea de entrada la obra. Pero los dos amigos que la protagonizan, Nino el zorro y Mario el lince, tienen cierta gracia. El oportunismo visceral de Nino y los rencores acumulados por Mario, construyen dos personajes vivos, y en el caso del primero diríamos que un personaje memorable al que Fernando Romo encarna hasta hacerle parecer uno de esos amigos que todos tenemos, simpático, sociable, extrovertido, chistoso, nunca dispuesto a tomarse algo en serio y siempre dispuesto a sacar partido de todo y de todos.
Pero 75 minutos de diálogo necesitan un espacio escénico y unas aportaciones escenográficas que aguanten el entramado. Y aquí el director no aporta nada o casi nada si descontamos una percha colgada del techo en la que Mario cuelga y descuelga cien veces su sombrero y su chaqueta. Las escasas -y buenas- aportaciones audiovisuales y luminotécnicas son salvavidas lejanos. El escenario es un escuálido cuadrilatero marcado por una cinta a media altura, con un montón de bolsas de basura como telón de fondo. Todo tan barato y tan cutre que dan ganas de huir a los cinco minutos. Puede que a Curt Allen Wilmer le haya parecido original y a Carlos Vides suficiente, pero aderezado con una lluvia de plumas, dos botellas vacías y un periódico sin letras, realmente resulta deprimente para quien tiene que estar delante un buen rato, un largo rato.
El autor dice: ‘Las “Gaviotas subterráneas” pueden, a veces, salir del suelo y llegar a volar’. Quizás su texto hubiera necesitado una revisión pues hay partes flojas y hasta malas, pero quizás su texto hubiera necesitado más imaginación, más fantasía y más recursos para elevar el vuelo. La compañía proclama: ‘Su complejidad teatral, no exenta de un humor ácido nos ha permitido indagar en las pasiones y en los resquicios más interiores del ser humano. Desafío que hemos asumido con ambición, con pasión, con rigor y el propósito de sacudir nuestra conciencia y la de los espectadores’. No nos pareció que el escaso público presente sintiera la menor sacudida.
Ese título tan sugerente -gaviotas subterráneas, el ave sinónimo de la libertad hecho roedor oscuro- parece de otra obra. En esta, quedamos frustrados. Y sobre todo tristes. Salimos muy tristes del teatro. Como siempre salimos cuando uno ve frustrarse el esfuerzo de todo un equipo y luego encima tiene que contarlo; pero esta vez un poco más, porque se inicia otra temporada y se perpetúa la deficiente oferta de esta y otras salas pequeñas de la capital. ‘Small is beatiful’, lo pequeño no puede ser sinónimo de baratujo y descuidado, de tedioso y cutre.
Más interesante en la trama que la estafa a la compañía de seguros, es la antigua amistad entre los dos hombres. Esas relaciones tejidas en la infancia o en la juventud, que idealizamos a medida que el tiempo nos abate, pero que en cuanto las rescatamos y examinamos con honestidad empiezan a producir tintes más sombríos, aristas desagradables, dolores tortuosos que habíamos arrinconado. Así le pasa a Mario hasta hacerle vengativo y cruel. Así nos pasaría quizás a todos recordando a los compis del colegio, a los chicos de la pandilla, a los troncos de la mili, a los compañeros del curro o los camaradas del partido si no aplicáramos paños calientes. El misterio de la amistad, la falacia de la amistad -sólo posible con ceguera y mucho esfuerzo- late en esta obra y sus latidos debieron ser proyectados más alto.
VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 5
Texto: 6
Dirección: 5
Interpretación: 7
Escenografía: 4
Realización: 4
Producción: 4
Teatro Español – Sala Pequeña
Gaviotas subterráneas
De Alfonso Vallejo
Dirección: Carlos Vides
Del 13 de septiembre al 28 de octubre de 2012
Duración 1 h. 15 min. (sin intermedio)
Actores
Nino, Fernando Romo
Mario, Chema Adeva
Realización
Vestuario y Espacio escénico Curt Allen Wilmer
Iluminación Toni Sánchez
Imagen Fernando Suárez
Ayte. de dirección Marta P. Luis
Una producción de Grupo Teatro Zascandil, S.L.Unip. y ayuda a la producción Comunidad de Madrid.
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