'Confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros' (Génesis)
‘Babel’ es tan corta de título como larga de méritos. Parte de un texto dramático extraordinario, cuenta con una dirección perfecta, se apoya en una interpretación sin fallos y despliega una escenografía precisa y adecuada. Es un ejemplo de buen teatro comercial, cuidado hasta el último detalle, rebosante de profesionalidad, que va a ser sin duda uno de los éxitos de la temporada.
Abjuremos de los prejuicios contra el teatro comercial y reconozcamos los continuos disgustos que nos proporciona el otro, el apadrinado por las adminisrtraciones públicas. El primero lucha a cuerpo descubierto y se gana la vida cada noche; el segundo tiene truco, está subvencionado con el dinero de todos con el loable objetivo, tan a menudo simple disculpa, de incentivar la creatividad y la innovación. Quizás la crisis vaya a producir una confluencia y quizás de ella salga un mejor teatro español, más auténtico y más aportador.
De momento, seguimos recurriendo a autores foráneos para abordar elípiticamente nuestra problemática. ‘Babel’ es el título que se ha buscado a ‘Speaking in tongues’, estrenada allá por 1996. El autor fusionó dos trabajos anteriores, ‘Like Whisky on the Breath of a Drunk You Love’ y ‘Distant Lights from Dark Places’ para cumplir un encargo de una compañía de Sidney. La obra fue un éxito y casi inmediatamente fue llevada al cine con un peculiar título ‘Lantana’.
‘Me acerqué a esta obra gracias al thriller “Lantana” que dirigió el australiano Ray Lawrence, se explica el que parece impulsor del proyecto. Me llamó la atención que la película estuviera basada en una obra de teatro cuando no tiene absolutamente nada de teatral. Conseguí el texto y comprobé que en él estaban los mismos elementos de thriller que me habían atraído en la pantalla y aún más, la obra tenía una estructura mucho más innovadora que la de la película y una fascinante forma de narrar gracias a la que las historias y anécdotas que se cuentan adquieren más tarde su pleno significado. Y, por encima de todo, que tanto la película como la función están contando algo que nos pasa a todos. Y el resto fue el usual: comprar los derechos, hacer una versión española, interesar a un Productor…y reunir una compañía tan magnífica como la que va a representar la obra para ustedes’, explica Pedro Costa Musté en lo que parece la primera incursión teatral de un productor cinematográfico de larga trayectoria, que antes de películas de éxito, produjo una exitosa serie de televisión dedicada a crímenes famosos, y aún antes fue periodista de sucesos en El Caso, y después reportero en ‘Posible’ e ‘Interviú’.
Lo que empieza pareciendo una comedia más de matrimonios fracasados, evoluciona hacia una reflexión sobre la edad madura y más allá sobre las eventualidades imprevisibles que deciden nuestras vidas, sobre esos cruces de camino en los que decidimos nuestros futuro sin apenas darnos cuenta y esa combinación de azar y destino que nos relaciona a unos y otros, y puede en un momento dado introducirnos en situaciones límite. La otra ‘Babel, la película de González Iñárritu en recuerdo de la cual se ha elegido el título, se basaba en el mismo arbitrario mecanismo pero elegía un camino más sensacional, o más sensacionalista para ser exactos. El mérito de Lawrence es que no recurre a personajes y situaciones extremas, sino que permanece en el terreno de lo cotidiano. Puede parecer menos atractivo, pero es mucho más interesante.
No vamos a abordar la trama porque merece la pena dejarse sorprender por ella. Comienza de una forma tan brillante como pocas veces hemos visto: un entrecruzado de diálogos, una duplicación de preguntas y respuestas entre dos parejas que acaban de conocerse y arriban a habitaciones diferentes de un hotel de citas. Prosigue con contactos entre hombres, entre mujeres, y entre mujeres y hombres sacados de una observación aguda de la realidad circundante. Se complica entremezclando personajes discordantes y haciendo surgir nuevos que interpretan los mismos actores poniendo a prueba su capacidad de simultanear registros diversos. Y explota en un desgraciado desenlace, tan absurdo como la mayoría de los sucesos que leemos.
La directora Tanzim Townsend ya había estrenado en este teatro otros éxitos, -El Método Gröholm y Seis maneras de bailar-, y sobre todo había irrumpido irresistible en Madrid con su propuesta de ‘Un dios salvaje’ de Yasmina Reza. Su larga y probada trayectoria culmina aquí con un trabajo impecable, por discreto y efectivo. Una perfecta escenografía acompaña a la trama, facilitando el acceso a la misma, cuando en tantas ocasiones nos lo dificulta con ocurrencias sesgadas. Deslumbra el escenario del Marquina desde el primer momento de la obra; deslumbra por claro y somero, por desplegar los recursos mínimos y máximos para que la complicadísima trama se comprenda. A nada mejor puede aspirar ese difícil arte de recrear el mundo en un escenario.
Estamos ante cuatro actores que forman un equipo conjuntado cuyo alto nivel no baja en ningún momento. Sin duda Aitana Sánchez Gijón responde a la cabeza. Es una actriz famosa a la que sin embargo nunca habíamos visto sobre las tablas. Cumple todas las expectativas que su renombre atraerá al teatro. Pedro Casablanc, que ha hecho Hamlet y Falstaff, Beaumarchais y Edipo, El arte de la comedia y El rey Lear, todo ello en los últimos cuatro años, está a su altura. Y Jorge Bosch y Pilar Castro completan la excelencia del cuarteto protagonista enfrentados a un texto inusual, pirandelliano puro, donde los hechos tienen tantas versiones como participantes; donde los personajes desarrollan largos monólogos destinados más a sí mismos que al que les escucha; donde la trama se complica y complica hasta el galimatías que deben salvar ellos y el equipo que les respalda.
La directora se remite a la Biblia para explicar el título elegido y lo que ella ve en esta pieza; «Edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo. […] Mas Yavhé descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando y dijo: «He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros». Así, Yavhé los dispersó de allí sobre toda la faz de la Tierra y cesaron en la construcción de la ciudad. Por ello se la llamó Babel, porque allí confundió Yavhé la lengua de todos los habitantes de la Tierra y los dispersó por toda la superficie’ (Génesis 11:1-9).
No estamos seguros de que la obra trate solamente de la imposibilidad de comunicación entre los humanos, incluso entre íntimos, como creen quienes nos la proponen. Tiene algo más que es lo que establece su excelencia. Dilucidarlo, elucubrar, es la guinda de la pieza.
Aitana Sánchez-Gijón ha dejado caer después de las consabidas indignaciones ante la situación, que la salida es proponer cosas que interesen al espectador. Así de sencillo y así de complicado. De momento, el Teatro Marquina ha asumido la subida del IVA, sin repecutirlo en el precio de las entradas. ‘Babel’ va a ser una buena recompensa.
VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 8
Texto: 8
Dirección: 8
Interpretación: 8
Escenografía: 8
Realización: 8
Producción: 8
Teatro Marquina
Babel (‘Speaking in tongues’ de Andrew Bovell)
Dirección – Tamzin Townsend
Duración: Hora y media.
EQUIPO:
Adaptación – Pedro Costa
Escenografía – Eduardo Moreno
Espacio Sonoro – Sandra Vicente
Vestuario – Nereida Bonmatí
REPARTO:
Aitana Sánchez Gijón
Pedro Casablanc
Jorge Bosch
Pilar Castro
Una producción de LAZONA, PEDRO COSTA, BITO PRODUCCIONS, MARCUS TEATRAL, PTC Y LA MANCUERNA TEATRO
Teatro Marquina
Calle Prim, 11
Horario de martes a jueves a las 20.30 horas;
Viernes y sábados a las 20 y 22.30 horas;
Domingos a las 19 horas
Precio localidades a partir de 20€.