Una producción ejemplar en su generosidad y en el firme, ecuánime y experimentado pulso de su director
Entre los clásicos del teatro universal, todo el mundo reconoce la tragedia griega, el siglo de oro español, Shakespeare, por supuesto, y después… Después, Antón Chéjov. Media docena de sus obras se representan continuamente en todo el mundo en todos los formatos, versiones y adaptaciones posibles, muchas fallidas, otras pasables, algunas excelentes. La puesta en escena de ‘Las tres hermanas’ que el veterano director británico Declan Donnellan ha traído a Madrid, para el ciclo ‘Una mirada al mundo’ del Centro Dramático Nacional, es aún más que eso, es memorable. El mejor Chéjov nunca visto, estrictamente fiel a lo que quiso decir y cómo quiso decirlo, rotundamente clásico y por eso extraordinariamente moderno, un espectáculo sencillamente único, bellísimo, emocionante, de los que aportan al teatro todas las razones por las que fue creado y tanto lo necesitamos para seguir viviendo.
Esta obra fue estrenada en el Teatro de Arte de Moscú el 31 de enero de 1901 por un Chéjov en su plenitud, con los cuarenta años cumplidos. Sólo viviría tres más; aún escribiría El Jardín de los cerezos antes de que la tuberculosis interrumpiera definitivamente la desbordante creatividad que le había permitido escribir consecutivamente sus cuatro mejores obras, las cuales pueden entenderse como partes de un mismo fresco social de su época, de un mismo retrato de las formas de pensar y los comportamientos humanos en todos los tiempos.
Las hermanas Prózorov, Masha, Olga e Irina, viven con su hermano Andréi, en la propiedad familiar en una provincia cualquiera de la Rusia profunda, en compañía de un anciano excéntrico y escéptico, y la anciana aya Anfisa. Un año después de la muerte del padre, finaliza el duelo, y la familia confía en el inicio de una nueva vida en Moscú, donde transcurrió su infancia. Están hastiadas de su situación actual: Olga, soltera que ve transcurrir los años sin contraer matrimonio; Masha, la esposa desgraciada de un pobre diablo, Fiodor Ilich Kuliguin; e Irina, la más joven que sólo piensa en irse a la capital para cumplir sus anhelos de futuro. En la aldea se acaba de instalar un regimiento militar, y su presencia anima ligeramente la rutinaria existencia de los Prózorov. Masha descubre un maduro teniente coronel, Aleksandr Ignátievich Vershinin, que tiene todo lo que a su marido falta; Irina se ve halagada por varios jóvenes oficiales, Petrovich, Karlovichy y Romanovich, pretendida vehementemente por uno de ellos, un barón de origen alemán, Nikolái Lvóvich von Tuzenbach. El voluble y perezoso niño mimado de la casa, Andréi, se casa con Natalia Ivanovna, un implacable mastín disfrazado de mosquita muerta, que inicia su fría venganza contra las cuñadas. Olga acepta el puesto de directora de la escuela local. Pasan unos años y no pasa nada: Andréi tiene hijos y se convierte en un jugador empedernido y finalmente Irina accede a casar con el barón Nikolai que va a dejar el ejército para dedicarse a su futura esposa. El traslado del destacamento a Polonia acabará con las rutinas cotidianas, y un desgraciado bucle del azar impedirá en el último momento a Irina escapar de su destino.
Hermoso y complejo texto que como todo el buen teatro, trasciende las palabras, crea atmósferas y sugiere en los silencios. Con motivo de la presentación en 2010, en Estados Unidos, de esta producción rusa de Las tres hermanas, Donnellan explicaba al periódico The Washington Post: ‘Antes de los ensayos no imponemos absolutamente nada a los actores. Todo surge lentamente en el periodo de los ensayos. Trabajamos de manera que adaptamos la actuación a los actores que tenemos. Intentamos no encasillar lo que hacemos en un concepto preconcebido. Los actores inventan cosas y luego les pedimos que hagan cosas de muy distintas maneras, y la forma emerge poco a poco. Siempre hacemos eso, antes de empezar a ensayar vemos qué es lo que está vivo’.
El resultado es deslumbrante. El gran reparto de catorce personajes parece haber nacido para interpretar estos papeles y nada más que estos papeles. La verosimilitud, la sutileza interpretativa encajan en un riguroso planteamiento donde todo parece espontáneo y nada ha sido dejado al albur. La galaxia de actores secundarios que envuelven a las tres hermanas es un muestrario de tipos humanos espléndido. Olga, Marsha e Irina, sin embargo, encarnadas por tres grandes actrices -Evgenia Dmitrieva, Irina Grineva y Nelli Uvarova, respectivamente- se parecen demasiado entre ellas, son una santa trinidad que encarnan el personaje favorito de Chéjov, esa resignada mujer del viejo régimen a la que se negó por siglos cualquier realización personal. Apenas más resignada Olga, apenas más frustrada Marsha, apenas más ilusionada Irina.
Declan Donnellan preside la Fundación del Festival Internacional Chéjov de Moscú al tiempo que sigue dirigiendo desde hace décadas su propia compañía, la británica Cheek by Jowl. En Moscú, en Londres y en todos sitios, siempre trabaja con su inseparable compañero y colega el escenógrafo Nick Ormerod, que esta vez ha montado un ambiente austero y abierto, con algún mobiliario diseminado por el escenario y tan sólo dos paneles ambientales al fondo, que retratan una fachada de un edificio burgués en la primera parte, y unos árboles otoñales en la segunda. El cambio de los primeros a los segundos es un sugerente logro de carpintería teatral. Pero en conjunto, la escenografía sabe a poco aunque el director saque un enorme partido de los escasos elementos disponibles. La parquedad escenográfica perjudica especialmente a la segunda parte, hasta crear un marcado confusionismo cuando llega el momento álgido de la trama, con los preparativos del duelo entre despedidas y confidencias sucesivas y simultáneas.
Mención especial merece el vestuario de época, una auténtica maravilla. E igualmente la extraordinaria iluminación que extrae ondulaciones misteriosas de los magníficos tejidos de las largas faldas de las tres hermanas. La luz cae sesgada y tamizada sobre el escenario creando una atmósfera deliciosa de otra época muy lejana resucitada ante el pasmo del espectador.
Y finalmente, la música, qué música que parece improvisada y está estudiada al detalle para ensanchar el ánimo con una misteriosa emoción templada entre júbilo y nostalgia. Cómo irrumpen las canciones en la trama aportando salidas afanosas a la tribulación y la congoja. Cómo acompañan esos tenues rasgueos de guitarra a los titubeos de unos personajes que nunca logran romper las invisibles cadenas que les aprisionan.
Tras tantas interpretaciones de Chéjov en clave político-social, como adelantado profético de las revoluciones que no tardarían, Donnellan nos presenta al verdadero Chéjov, al que poco importan los procesos sociales frente al misterio de los seres humanos, sus vaivenes emocionales, sus dificultades psicológicas, su incapacidad para comprender la existencia, su ignorancia del verdadero significado de la vida, su orfandad ante la asignatura vital, esa que les lleva irremediablemente a elegir lo más fácil, y por tanto a labrar ineludiblemente su propia desgracia. Chéjov expone el entramado de azar y destino con el que labramos nuestra ruina por no tener valentía de elegir en los pocos momentos de la vida en que uno debe y puede elegir. Chéjov tiene un mensaje importante que transmitirnos y Donnellan lo hace. Reciban nuestro agradecimiento.
Una producción ejemplar en su generosidad y en el firme, ecuánime y experimentado pulso de su director, un señor inglés, de padre irlandeses, que en 1981 fundó la compañía Cheek by Jowl a medias con Ormerod, y desde entonces ha dirigido más de treinta producciones en 300 ciudades de 40 países. Su producción más reciente en inglés es Tis Pity She’s A Whore, actualmente de gira mundial. Como director asociado del National Theatre de Londres, su primer proyecto fue el estreno en Inglés de Fuenteovejuna, de Lope de Vega. En 1999 fue invitado a crear su propia compañía de actores rusos, y entre sus espectáculos han destacado Boris Godunov (2000), Noche de Reyes (2003), Las tres hermanas (2005), y La tempestad (2011). Es autor de un texto de teoría y práctica teatrales, ‘El actor y la diana’ (Fundamentos).
Donnellan trabaja en todos los registros. Tan sólo unos meses antes de su faceta rusa, esta preciosidad clasicista estrenada ayer, en abril pasado pudimos disfrutar en Las Naves del Español de su faceta británica con ‘Tis Pity she’s a whore (Lástima que sea una puta) de John Ford (ver nuestra reseña), que era todo lo contrario, brutal sensacionalismo ambientando hoy, y dos años antes trajo al Festival de Otoño un Mackbeth de Shakespeare que en su austera ejecución y sombrío planteamiento se ciñó a lo esencial,con acentos y modales actuales e imágenes atemporales (ver nuestra reseña).
El público que abarrotaba el Valle Inclán en el estreno se inclinó con reverencia ante la magnitud del espectáculo. Las ovaciones sonaron sinceras y sentidas. Donnellan y Ormerod saludaron, felices y rodeados de sus actores. Una inolvidable velada.
Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Interés, 9
Texto, 9
Dirección, 8
Escenografía, 7
Interpretación, 9
Iluminación, 9
Vestuario, 9
Música, 8
Producción, 8
Documentación, 5
Programa de mano, 5
TEATRO VALLE-INCLÁN | CICLO «UNA MIRADA AL MUNDO»
Las tres hermanas, de Anton Chéjov
Dirección, Declan Donnellan
Jueves 1 a domingo 4 de noviembre de 2012
Encuentro con el público el día 3 al finalizar la representación
Equipo artístico
Escenografía Nick Ormerod
Iluminación Judith Greenwood
Música Sergei Chekrizhov
Ayudante de dirección Evgeni Pisarev
Entrenamiento de voz Aida Jorosheva
Entrenamiento de movimiento Ramune Jodorkaite
Ayudante de vestuario Nataliya Vedeneeva
Productor general Valery Shadrin
Reparto
Andrei Sergeevich Prozorov, Alexei Dadonov
Natalia Ivanovna, su novia y esposa, Ekaterina Sibiryakova
Olga, Evgenia Dmitrieva
Masha, Irina Grineva
Irina, Nelli Uvarova
Fedor Ilich Kuligin, maestro y esposo de Masha, Vitali Egorov/Sergey Lanbamin
Alexander Ignatievich Vershinin, coronel Alexander Feklistov
Nikolai Lvovich Tuzenbach, barón y teniente, Andrei Kuzichev
Vasili Vasilievich Soleni, capitán, Andrei Merzlikin/Evgeni Pisarev
Ivan Romanovich Chebutikin, Igor Yasulovich/Mijail Zhigalov
Alexei Petrovich Fedotik, subteniente, Yuri Makeev
Vladimir Karpovich Rode, subteniente, Denis Beresnev
Ferapont, recadero municipal, Igor Yasulovich/Mijail Zhigalov
Anfisa, nodriza anciana, Galina Moracheva
Coproducción: Rusia – Reino Unido – Francia.- Agencia Federal de Cultura y Cinematografía, Departamento de Cultura de Moscú, Festival Internacional Chéjov de Moscú, Les Gémeaux/Sceaux/ Scène Nationale (París), La Filature/Scène Nationale de Mulhouse, en cooperación con Cheek by Jowl (Londres), con el apoyo del British Council de Rusia. Se estrenó en el teatro «Les Gemeaux» de París en abril de 2005. Con la colaboración del Centro Ruso de Ciencia y Cultura.
Idioma: ruso con sobretítulos en castellano
Duración: 3 horas.