La 'Compañía Hongaresa' tercia en la crisis global y lo hace con una pareja de cincos
Podría haber sido una pieza teatral más, de las que reflejan las ruindades y bajezas de cualquier familia, el brotar de lo oculto a partir de un momento trivial, el desencadenarse de las pasiones rompiendo la supuesta armonía. Pero los hechos tienen lugar ni más ni menos que en vísperas de la destrucción del planeta por el impacto de un meteorito, y sólo sirven de introducción para formular un manifiesto ‘indignado’ (con comillas por no poner asteriscos), otro programa de regeneración politíco-social tan vacuo, tan fútil y tan insensato como los que aparecen todos los días. Por querer dar doctrina se abandona una historia que podría haber sido aceptable. Y conforme avanza la obra los personajes se desinflan, la trama languidece y por encima de todo emerge un personaje nefasto, falso, cuentista y llorón, el cargante abuelo del que se quiere hacer eje y moraleja de la pieza y que se la carga con todas las consecuencias.
El autor y director Paco Zarzoso da muestra de oficio en ambas facetas, pero el título presagia lo que va a confirmarse a continuación, un texto algo pretencioso con excesos líricos que para encubre una pieza de trámite, de encargo, de circunstancias. El montaje es sólo aceptable y la producción, cicatera. El reparto tiene desigual presencia: bien Lola López, como una madre pasiva y sufridora; regular Carles Sanjaime, que empieza seguro pero que pronto muestra problemas de dicción y se difumina; más regular aún Ruth Atienza, una aparición descabalada en vez de la vecina que dice ser; y decididamente desafortunada Mireia Sobrevela en el papel de una Cordelia tonta de baba. No parece tanto culpa de los actores como de la fragilidad de los papeles y de la pieza en sí.
Hay veinte primeros minutos prometedores, pero cuando irrumpe el protagonista todo se derrumba y se convierte en un pequeño tormento. De abuelos como este está repleta nuestra sociedad post-bienestar y hiper-jubilada: carcamales llenos de ínfulas, aparentemente excéntricos en realidad insoportables que dictan sentencias, imponen sus gustos, pontifican remedios e imparten doctrina. Versión masculina de las dirigentas de las Madres de Mayo; auténtico representante de estos ‘yayoflautas’ que incitan a la revuelta y luego se van de vacaciones tres semanas a ver glaciares o elefantes o pedruscos mayas; medalla de oro del campeonato mundial de ‘indignados’ que de todo protestan pero nada aportan. Personaje paradigmático que encarnado con plena identificación por Luis Campos cobra aún mayor enjundia y patetismo. Podria el autor haberlo enfocado con algo de ironía y distanciamiento pero al presentarlo poco menos que como un agitador desfacedor de entuertos, es una provocación al espectador sensato.
No hay nada válido en estas recetas caseras del viejales en calzoncillos, forzado remedo quijotesco, que pueda aportarnos sugerencia, reflexión o corolario útil. Sólo podría funcionar en clave de bufón y nunca de héroe. Y como director y autor son la misma persona, no se puede culpar a la incomprensión de la concepción del segundo por parte de la realización del primero. Es una propuesta en toda regla y nos merece un rechazo en toda regla también.
La ‘Companyia Hongaresa de Teatre’ va a cumplir veinte años, a una producción por año. ‘Hilvanando cielos’ es un encargo del Festival de Buenos Aires y se representó tres meses allí en el Teatro San Martín. En noviembre de 2012 estuvo el Teatro Talía de Valencia. Ahora llega a Madrid con cuatro de los cinco actores valencianos. Es precisamente en el papel del abuelo en el que se ha recurrido al actor argentino de origen. ‘Estos cinco personajes, tan civilizados en ciertas ocasiones como bárbaros en otras, se convertirán durante una hora en los portavoces inconscientes del Apocalipsis de un mundo que pide a gritos un cambio de rumbo’, nos dicen a modo de reclamo. Pero algunos ciudadanos estamos hasta la coronilla de sermones catastrofistas, de irreales cambio de rumbo y de falsos apocalipsis. La sala pequeña del Valle Inclán, con tres cuartas partes de entrada, no se mostró muy entusiasta en la función que vimos, al día siguiente del estreno, pero seguramente la pieza podrá encontrar su público, ese que tiene explicaciones fáciles y recetas infalibles para arreglar el mundo.
VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 4
Texto: 4
Dirección: 5
Interpretación: 5
Escenografía: 5
Producción: 5
Programa de mano: 6
Documentación para los medios: 6
Teatro Valle-Inclán – Centro Dramático Nacional
Hilvanando cielos
Texto y dirección, Paco Zarzoso
Del 23 de enero al 24 de febrero de 2013
Reparto (por orden alfabético)
Vecina: Ruth Atienza
Abuelo: Luis Campos
Madre: Lola López
Padre: Carles Sanjaime
Cordelia: Mireia Sobrevela
Equipo artístico
Escenografía, Damián Gonçalves, en colaboración con Antonio Barroso Vega
Iluminación, Toni Sancho
Espacio sonoro, Miguel Alarcón
Vestuario, peluquería y maquillaje, Josán Carbonell
Ayudante de dirección, Mafalda Bellido
Producción, Compañía Hongaresa Lydia García
Coproducción, Centro Dramático Nacional y Compañía Hongaresa.
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