«Tengo que contarles cómo y por qué me volví una cerda». ‘Marranadas’ es adaptación teatral de una novela francesa superventas -dé cada cual al dato el valor que quiera-, realizada por el franco argentino Alfredo Arias, que también la dirige y la interpreta, un monólogo monocorde a pesar de que corre a través de varios personajes, e interrumpido cadencialmente por filmaciones deprimentes de la vida y obras de una pobre prostituta metamorfoseada en cerda, tal como el célebre personaje kafkiano mutó en escarabajo. Nada a destacar en la trama y el texto. Nada en la dramaturgia y puesta en escena. Una obra menor, de pequeña duración y escaso interés cuya programación no parece muy justificada.
‘Marranadas’ cuenta -con problemas de hilación- la historia de una mujer, Zoe, que se transforma en cerda, con pezuñas y morro. ‘Permite crear el cuadro de una sociedad en descomposición, tomándola desde el ángulo de lo fantástico’, nos dice la publicidad. Pero lo cierto es que se trata de una chorrada de bastante mal gusto, cuyos dos únicos alicientes son las disquisiciones de un travestido encantado de trasvertirse con tacones y contoneos a la vieja usanza, y unas filmaciones crudas de una pobre mujer vomitando y metiendo la cabeza en el cubo de la basura. Todo más bien desagradable y/o gratuito. Hace medio siglo que el ‘épater le bourgeois’ (escandalizar al burgués) se convirtió en un reclamo, probablemente con justicia entonces. Hoy es un ‘remake’ patético.
El espacio escénico es el vacío absoluto y dentro del mismo, una pequeña cápsula limitada por gasas vacuas. Buenas las máscaras, bueno el vestuario, y lo mejor de todo, buenísima la cerda de tamaño natural sentada en su silla. En este teatro casi cine, la mitad del tiempo lo ocupa una filmación realizada al mejor estilo feísta. No en vano Pedro Almodóvar -el creador del género- asistía al estreno como papa a consistorio cardenalicio. Pepa Charro es la protagonista del film y merece toda la piedad posible en su arrastrarse, en su degradarse, en su mostrarse en todo el horror en que es posible mostrar la pobre condición humana.
Estamos ante el género moderno consistente en convertir los escenarios en cloacas donde solazarse los asistentes en su ritual solidario con la mierda antes de retornar a sus refugios dorados. Los espectadores normales no necesitamos presenciar el horror cuando acudimos al teatro, porque somos bien conscientes de que nos rodea por los cuatro puntos cardinales. Buscamos explicación, reflexión, consuelo, remansos de belleza, de verdad. Nada de eso existe en estos espectáculos de moda decadente y banal. Un borrón más en la cuenta de Natalio Grueso, superfactotum municipal, cuyo balance amenaza parecerse al que asola al Teatro Real.
El texto original es una novela -‘Truismes’- de hace 17 años. Como no la conocemos no podemos juzgar las bondades de la adaptación, aunque la autora, Marie Darrieussecq, estaba presente el dá del estreno y parecía encantada del resultado. Alfredo Arias había estrenado la versión francesa en el Teatro Rond Point de Paris en 2011. Un público entregado de antemano convirtió el estreno en un jubileo. Pero nos tememos que costará llenar la sala en el resto de las funciones programadas.
VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 3
Texto: 4
Dirección: 5
Interpretación: 6
Escenografía: 4
Iluminación: 4
Trajes y máscaras: 7
Producción: 5
Programa de mano: 6
Documentación a los medios: 5
Naves del Español – Sala 2
‘Marranadas’
Del 17 al 29 de septiembre de 2013
Dirección e interpretación, Alfredo Arias
Actriz del film Pepa Charro
Con la colaboración de Agustí Villaronga
Adaptación teatral Alfredo Arias, Gonzalo Demaria, Marie Darrieussecq
Director del film Toni Aloy
Trajes Chloé Obolensky
Música original Bruno Coulais
Luces Dominique Bruguière
Espacio escénico Alfredo Arias
Máscaras Daniel Cendron
Fotógrafo: Lawrence Perquis
Producción: Javier Pérez Santana y Prima Donna para Los Smith Producen y TSE.
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