Arrabal se cuela entre Dalí y Picasso

Como muchos intelectuales de su generación, Fernando Arrabal empezó jugando a ser ‘enfant terrible’ y ha terminado de adulto mimado a ambos lados de los Pirineos. Presume de muchas cosas inventadas y en ‘Dalí versus Picasso’ practica el mismo método de trastocar la realidad a voluntad, introducir supuestas provocaciones escandalosas y construir una pieza teatral de flojo andamiaje, forzados parlamentos y nula aportación temática o estética. Una fea puesta en escena y una desigual interpretación de los dos actores protagonistas, convierten esta pieza corta en un diálogo imposible, un chiste sin gracia, una divagación inconsistente, en fin, un rato chusco, zafio y por momentos insufrible.

La idea es original sin duda y podía haber dado más de sí. Enfrentar a los dos supuestos genios en un encuentro de ficción, con sus antagonismos pictóricos, personales y políticos de fondo, revelando de paso lo mucho de leyenda que contienen sus biografías, y rompiendo si es posible los estereotipos falsos que les rodean. Pero desde el primer momento se capta inequívocamente que el autor no va en serio, que se trata de un divertimento caprichoso en el que se mezcla alguno documentación consistente con inventos demenciales, el más atrevido de todos los cuales es plantear que el Guernica fue reciclado y titulado así a última hora cuando ya estaba pintado con el título de ‘El hada de la electricidad’ y había sido rechazado por la empresa francesa que lo había encargado, supuestamente la compañía estatal eléctrica. Arrabal inventa hechos, cambia fechas y fantasea hasta hacernos dudar de si estamos ante una sensacional revelación histórica que hubiera pasado desapercibida al mundo hasta que él la descubriera.

Muchas otras afirmaciones y comentarios en el diálogo de ‘Dalí versus Picasso’ y en las muletas que le auxilian en forma de voces en off de sus respectivas novias, Gala y Dora, son igual de atrabiliarios. Durante un tiempo mantienen alguna coherencia pero a partir de la mitad de la pieza, el desmadre y la impotencia nos conducen a un Dalí pidiendo a Picasso ser castrado, item más, a la simulación del acto, lo que permite exponer abundantemente los atributos masculinos del actor que hace de Dalí, algo que para el autor tiene especial significante.

Los recursos escenográficos puestos en pie por el veterano director Juan Carlos Pérez de la Fuente para hacer viable este sainete bufo no son afortunados. El envés de un bastidor gigante cierra el proscenio, de cuyos laterales emergen alusiones a las dos mujeres que hablan tras las bambalinas. Una sombra chinesca que es un macho cabrío hace de quinto y repugnante personaje. Una olla al fuego donde hierven judías blancas se coloca en primer plano y permite anunciar a una conocida marca de legumbres. El famoso cuadro de Dalí premonitorio de la guerra civil cruza la escena a bordo de una vagoneta unas cuantas veces. Este director ha hecho cosas mejores pero con este montaje se pone en el candelero, que es lo único que importa.

Los dos actores que encarnan a ambos pintores han intentado imitarles. Lo hace mucho mejor Roger Coma (sin duda lo tiene más fácil), pero imita a un Dalí dos décadas posterior ya convertido en ese histriónico personaje mimado por los medios de comunicación, y no al joven surrealista, inseguro y bohemio que era en 1937. Antonio Valero presenta un Picasso desagradable, vocinglero, malhablado y pachorrón que es de dudar que existiera tan escorado. Si bien compartimos el interés por desmitificar a ese Picasso carismático, supermán de la pasión y de la corrección política, que en realidad era un ser egoísta, oportunista y cruel, ello no justifica caricaturizarlo y tergiversarle como se hace en la obra.

En fin, vino viejo en odres viejos no puede dar una añada juvenil, desenfadada y gustosa. Fernando Arrabal tiene 83 años y reside en París desde hace 60. Dice no considerarse español y es cierto. Ha escrito decenas de piezas teatrales, dirigido siete largometrajes, y publicado trece novelas junto a mucha poesía y ensayo. Un trabajador incansable, colaborador empedernido en la prensa. Es un adinerado y acomodado personaje que todavía anda diciendo -quizás lo diga en broma- que a la muerte de Franco formaba parte del grupo de los cinco españoles más peligrosos para el Régimen. Su última aportación en estos lares fue el libreto de la ópera Faustball con música de Leonardo Balada, que se estrenó en Madrid en 2009 (ver nuestra reseña de entonces). Toda una vaca sagrada a cuyo estreno de ayer acudió la alcaldesa de Madrid ‘in person’, que aguantó impertérrita las ristras de tacos y la exhibición impúdica a cuatro metros de sus narices. Arrabal no quiso ser menos que Vargas Llosa en sus recientes estrenos, y desde el escenario pronunció unas confusas palabras para asemejarse a sus personajes. Va de genios.

Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Interés, 6
Texto, 6
Dirección, 5
Escenografía, 6
Interpretación, 6
Producción, 6
Documentación para los medios, 6
Programa de mano, 6 

Naves del Matadero
‘Dalí versus Picasso’
De Fernando Arrabal
Dirección: Juan Carlos Pérez de la Fuente 
Del 12 de febrero al 16 de marzo
 
Pablo Picasso  Antonio Valero
Salvador Dalí  Roger Coma
 
Escenografía   Juan Carlos Pérez de la Fuente
Iluminación   José Manuel Guerra
Vestuario   Almudena Rodríguez Huertas
Espacio sonoro  Tuti Fernández
Diseño video   Emilio Valenzuela
Asesor de magia  Alejandro García May
Ayudante de dirección  Pilar Valenciano
Ayudante escenografía Emilio Valenzuela
Coordinadora artística Rosario Calleja
Asistente coordinación María José Castells 
Una producción del TEATRO ESPAÑOL 
Estreno en España.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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