El éxito de Sorolla en Estados Unidos

La Fundación Mapfre nos trae una etapa fundamental de la vida del gran pintor

El éxito de Sorolla en Estados Unidos
Sorolla y Estados Unidos - Fundación Mapfre

Más Sorolla. Y bien justificado. Se trata esta vez de descubrir cómo y cuándo se convirtió en el pintor de moda en USA hace un siglo, cómo su enorme éxito allí de crítica, público y ventas le convirtieron en un potentado que pudo vivir en el centro de Madrid en un fabuloso palacio que hoy es el Museo Sorolla. La Fundación Mapfre recoge el elegante guante lanzado por el Meadows Museum de Dallas y  nos muestra una parte fundamental y desconocida de la producción del artista valenciano, la adquirida por las instituciones públicas y los coleccionistas privados localizada en Estados Unidos. Su triunfo absoluto en la potencia mundial emergente no era muy conocido hasta ahora y no había sido estudiado como se merece. La iniciativa pues no es sólo una exposición puntual sino una recuperación histórica. Sea valorada como merece.

En 1909, cuando Sorolla ya había alcanzado todos los grandes premios y honores a los que un pintor español de su época podía aspirar, realiza, con un éxito sin precedentes, su primera exposición en Nueva York, en la Hispanic Society of America. Bajo el patrocinio de esta institución, presenta sus obras a continuación en Boston y Búfalo. Dos años después, este mismo triunfo se repite en Chicago y San Luis. Sorolla sedujo a los estadounidenses con sus escenas de playa bañadas por el sol mediterráneo, con sus jardines españoles y sus elegantes retratos. Se trató de un acontecimiento excepcional: sólo en Nueva York, su exposición recibió más de 160.000 visitantes en un mes y se vendieron 20.000 ejemplares del catálogo.

Sorolla al fin está de moda, y al fin es considerado el eslabón que une Goya con Picasso. El Centro Cultural Bancaja abrió en 2007 la ‘sorollitis’ con su exposición itinerante ‘Sorolla. Visión de España‘. En 2009 el Museo del Prado presentó la mayor y más importante antológica del pintor español con mayor proyección internacional del siglo XIX, su mayor éxito de público y una de las exposiciones más visitas en los últimos años. Y hasta el Ballet Nacional de España (BNE) ha repuesto esta temporada uno de sus mejores espectáculos, inspirado en la estética del pintor valenciano.

La comisaria es la bisnieta del artista, Blanca Pons Sorolla, que ha trabajado dos años en el proyecto abandonando provisionalmente su tarea vital, el catálogo razonado de toda su obra. Explica que información sobre su etapa estadounidense había mucha, pero había que organizarla y darle una coherencia estable. 350 de sus obras vendió y pintó Sorolla en Estados Unidos y en sus dos estancias en el país pintó por encargo hasta 54 retratos del Establishment americano, desde el presidente y el secretario de Estado hasta grandes magnates de la época.

Mark A. Roglán, director del Meadows Museum de Dallas, añade en su perfecto español y con la óptica de esa pujante comunidad que forma ya la cultura hispana en EE.UU., que Sorolla precede a Picasso en seer el pintor español más reconocido mundialmente en vida. Y Pablo Jiménez Burillo, director del Área de Cultura de la Fundación, se muestra exultante ante el previsible éxito de público que espera a esta importante iniciativa.

La exposición ha sido organizada por el Meadows Museum, SMU y el The San Diego Museum of Art con una contribución entusiasta de The Hispanic Society of America. Su venida a España ha podido llevarse a cabo gracias a la generosa donación de The Meadows Foundation. La relación de Sorolla con la Hispanic Society of America fue muy intensa. El pintor realizó un gran proyecto de decoración para la biblioteca de esta institución, que le ocupó buena parte de los últimos años de su vida. Pudimos verlo en la exposición del Prado que hemos mencionado. Por eso no está aquí de nuevo, para dejar sitio a las exposiciones que Sorolla celebró en Estados Unidos en 1909 y 1911, así como a los muchos encargos que se derivaron de ellas. Presenta, por primera vez de manera específica y sólida, la pintura que cautivó a los coleccionistas y mecenas estadounidenses. Gracias a la ayuda de Archer M. Huntington, Sorolla retrató a las personalidades más influyentes de la sociedad norteamericana, desde la familia Morgan al presidente William Howard Taft o a Louis Comfort Tiffany, y vendió para los principales museos y colecciones estadounidenses obras fundamentales de su etapa de madurez.

La exposición inicia su recorrido mostrando cómo años antes de la llegada del pintor a Estados Unidos, algunas de sus obras más importantes ya formaban parte de las colecciones norteamericanas. Varias de estas pinturas, como Puerto de Valencia o El algarrobo, llegaron de la mano de negociantes europeos que adquirieron obra en las exposiciones de París, Múnich, Berlín o Londres. Las más importantes, llevaban consigo premios y honores: en 1893, ¡¡Otra Margarita!! obtuvo la medalla de honor en la World’s Columbian Exposition de Chicago y fue adquirida por Charles Nagel, quien la donó al museo de la Washington University de San Luis; en 1903 llegaba a Nueva York ¡Triste herencia!, ganadora del Grand Prix de la Exposición Universal de París de 1900 y finalmente donada a la iglesia de la Ascensión de Nueva York.

Estas importantes obras tempranas ponen de manifiesto cómo el estilo del pintor se va forjando dentro de las grandes tendencias de la pintura que presidía los certámenes artísticos europeos. El realismo social, presente en los asuntos de las principales pinturas de este momento —en el caso de ¡¡Otra Margarita!!, una madre infanticida custodiada por una pareja de la Guardia Civil; en el de ¡Triste herencia!, unos niños minusválidos bañándose en el mar sanador bajo la atenta mirada de un hermano del hospital de San Juan de Dios—, dominaba los temas de moda. Desde el punto de vista estilístico, la sabia combinación entre la influencia de Velázquez y las maneras de los artistas nórdicos permitió a Sorolla a construir su propio estilo.

A continuación recala en la importancia del mecenazgo ejercido por Archer Milton Huntington (1870-1955), un millonario hispanista norteamericano, enamorado de la cultura española, que había fundado en 1904 su propio museo y centro de estudios en Nueva York, la Hispanic Society of America. En 1908, tras visitar en Londres la muestra que Sorolla celebró en las Grafton Galleries, le propone al artista organizar una exposición retrospectiva de su obra en su institución neoyorquina. Inaugurada el 4 de febrero de 1909, la muestra gozó de una impresionante acogida como ya hemos dicho. En una versión algo más reducida, se presentó después en la Buffalo Fine Arts Academy y en la Copley Society de Boston. Dos años después, en 1911, Huntington volvió a patrocinar, también con enorme éxito, dos grandes exposiciones de Sorolla en el Art Institute de Chicago y en el City Art Museum de San Luis.

El apoyo de Huntington a Sorolla resultó crucial, y una serie de obras que evocan los hitos fundamentales de la introducción del artista en Estados Unidos de la mano de su mecenas: Aldeanos leoneses o Estudio para Sol de la tarde testimonian las primeras compras; una serie de guaches esbozan de manera sucinta el proyecto del gran encargo de decoración para la biblioteca de la Hispanic Society en el que el pintor desarrollaría su Visión de España y que ocuparía una parte esencial de su vida a lo largo de los siguientes diez años. Por su parte, la pareja de retratos del rey Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia aluden al patrocinio de los reyes de España en estas exposiciones internacionales, convertidas en una manera de sellar los problemas políticos que, pocos años antes, habían derivado en la guerra con Estados Unidos y la pérdida de Cuba y Filipinas. Al respecto, Huntington recordaba el comentario vertido por cierto marchante: “España se hundió tras la derrota que le infligimos, pero ha respondido con el rayo del arte”.

Gracias a Huntington, el magnate norteamericano Thomas Fortune Ryan (1851-1928) conoció a Sorolla e inmediatamente le encargó su retrato. A lo largo de los años siguientes, Ryan adquirió más de veinte obras del pintor, muchas de ellas durante la muestra celebrada en Chicago en 1911. Sintió predilección por las pinturas representativas de la imagen de España y en particular por los jardines andaluces. Ryan realizó destacados encargos a Sorolla. El primero de ellos fue la pintura de gran formato Cristóbal Colón saliendo del puerto de Palos; resultó un importante envite para el pintor, que se desplazó a Andalucía en busca de los escenarios recorridos por el descubridor antes de su aventura americana. Asimismo, hizo una serie de nueve estudios al óleo, con gradaciones lumínicas de gran exquisitez, en los que ensayó diferentes posibilidades compositivas. Ryan adquirió este conjunto de estudios como parte de su encargo y posteriormente, en 1910, los donó a la Hispanic Society of America.

De los 54 retratos de distinguidos personajes de la sociedad norteamericana, algunos fueron realizados posteriormente a sus estancias en el país. La mayoría de estas pinturas estaban sujetas a las fórmulas al uso del retrato elegante de encargo, dentro de un gusto decorativo que condicionó en muchas ocasiones la libertad creativa del artista en favor de la complacencia de sus clientes. No obstante, los retratos de encargo de Sorolla eran refinados y captaron la psicología del personaje, como se puede observar en la categoría intelectual y firmeza que muestra la imagen de Juliana Armour Ferguson o en la candorosa indecisión que expresa la figura de Mrs. William H. Gratwick.

Los retratos realizados en 1911 muestran una mayor libertad compositiva respecto a los de 1909. De este momento destacan especialmente los que Sorolla pinta al aire libre, en los que juega con el virtuosismo de las transparencias y calidades de las telas bañadas por la luz, como en el de Mary Lillian Duke. Sobresale especialmente el retrato de Louis Comfort Tiffany, ejecutado con la libertad de un pintor que retrata a otro y en el que quedan plasmadas exquisitamente las infinitas tonalidades de un exuberante jardín de rododendros bajo el sol.

Desde los inicios de su carrera, y especialmente en sus exposiciones estadounidenses, Sorolla presentó numerosos retratos de su familia con el principal afán de publicitar su habilidad en este género y ganarse la confianza de posibles clientes, y estas obras tuvieron un enorme éxito de ventas: Clotilde con traje negro, adquirido por el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, y Clotilde con traje blanco o María en La Granja, ambos comprados por la familia Huntington, constituyen magníficos ejemplos.

Igualmente, en Estados Unidos fueron muy apreciados los retratos que Sorolla consagró a grandes personalidades españolas del mundo de la cultura, como Raimundo de Madrazo, Aureliano de Beruete o Vicente Blasco Ibáñez, retratos que constituyen el germen de la soberbia galería iconográfica de españoles ilustres que conserva la Hispanic Society of America.

La exposición continúa con preciosas selecciones de sus paisajes y jardines y de sus escenas de mar y playa, la parte más celebrada de su legado. En cuanto a la primera de estas dos salas, desde 1906 las vistas de Segovia y Toledo combinan los modernísimos enfoques con la solemnidad de la arquitectura y las calles castellanas. Y a partir de 1908, coincidiendo con sus primeros viajes a Andalucía y con la preparación de sus exposiciones en Estados Unidos, en Sorolla madura, a través de sus pinturas de jardines, una poética del silencio y la intimidad de sorprendentes concomitancias con la sensibilidad simbolista de su tiempo. Estas obras descubren sobrios rincones llenos de silencio y frescura en los jardines del Alcázar de Sevilla y de la Alhambra de Granada, obras que resultaron fundamentales en las exposiciones de Sorolla en Estados Unidos y gozaron de un notable éxito de crítica y venta.

Por supuesto que Sorolla enamoró a los norteamericanos con sus obras sobre el mar y la playa. El pintor presentó en Estados Unidos pinturas sobre estos temas realizadas desde 1900, aunque de forma esencial se centró en las investigaciones lumínicas y cromáticas derivadas de su estancia en Jávea en 1905. El bote blanco y Niñas tomando el baño muestran su maestría a la hora de retratar la luz que se refleja en los cuerpos dentro del agua. Pero, además de esas escenas de niños desnudos que disfrutan del mar ajenos a cualquier presencia, Sorolla capta también el cosmopolitismo elegante de las playas del norte de España, como se aprecia en Paseo del faro. Biarritz o Bajo el toldo. Zarauz. La exposición cuenta en este apartado con una de las obras maestras de la producción del artista presentada en la exposición de 1909: Corriendo por la playa. Por primera vez, se muestran además cuatro grandes estudios preparatorios de este lienzo que han sido localizados en el Brooklyn Museum de Nueva York a raíz de las investigaciones para este proyecto y que vienen a sumarse a otro dibujo ya conocido, también aquí presente.

El broche de oro de la muestra, y el aspecto más original, lo representan las secciones últimas dedicadas a Estudios, apuntes y notas de color, tanto obras de pequeño formato, realizadas bien como esbozo de cuadros de mayor envergadura, o bien por el mero placer de pintar, que según el catálogo de la muestra de 1909 en Nueva York, se exhibiieron en número de 158 con éxito de crítica y económico excepcional. Las notas de color presentadas en esta exposición corresponden a un Sorolla maduro que trataba de transmitir en sus apuntes la gran riqueza y espontaneidad de su pintura. Se exponen en esta ocasión recuperando los marcos específicos que el propio pintor diseñó, consistentes en una moldura dorada con hendiduras paralelas.

Durante sus viajes a Estados Unidos, Sorolla se sintió profundamente sugestionado por detalles diversos de la gran ciudad. En 1911, alojado en el hotel Savoy de Nueva York, pinta una serie de guaches con vistas sobre la Grand Army Plaza, sobre Central Park y sobre el cruce de la Quinta Avenida con la Calle 59, obras que se presentan conjuntamente, por primera vez, en esta exposición. Se trata de composiciones muy espontáneas, realizadas sobre los cartones que se usaban en la lavandería de los hoteles para doblar las camisas de etiqueta. Son enfoques contrapicados, inspirados en la altura de los rascacielos y en los que se hace notar la profunda influencia de la fotografía.

Por otra parte, también a lo largo de su estancia de 1911 en Estados Unidos, Sorolla realiza, en el reverso de los menús de los hoteles The Blackstone, en Chicago, y Savoy, en Nueva York, una serie de dibujos a lápiz, algunos con pequeños toques de color, vistazos indiscretos a los clientes y camareros de los restaurantes de eos establecimientos. La exposición presenta, por primera vez, una selección de 24 dibujos de la colección del Museo Sorolla, que conserva un total de 138 de este período y características.

El monumental catálogo de la exposición quiere ser una aportación duradera y contiene un abanico de trabajos de especialistas, reproduce la totalidad de las obras presentes en la exposición y cuenta con distintos apéndices documentales con las buenas críticas recibidas, la relación ilustrada del resto de obras del pintor vinculadas a su carrera norteamericana, y una bibliografía específica sobre el tema.

Abundan los triunfos artísticos españoles en el mundo durante el siglo XX, pero el de Sorolla en Estados Unidos merece ser más conocido y valorado. Ese naciente imperialismo que dominaría el siglo XX quizás inconscientemente se disculpaba así de sus agresiones flagrantes y la rapiña de Cuba y Filipinas. Un siglo después, Sorolla vuelve a acercarnos y a mostrar que el futuro de España pasa por las relaciones con Estados Unidos y el acercamiento a su pujante minoría mayoritaria hispana.

Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 8
Despliegue: 8
Comisariado: 8
Catálogo: 8
Documentación a los medios: 8
Programa de mano: 8

FUNDACIÓN MAPFRE
SOROLLA Y ESTADOS UNIDOS
Del 26 de septiembre de 2014 al 11 de enero de 2015
Comisaria – Blanca Pons-Sorolla
Producción – Fundación Mapfre, Meadows Museum de Dallas y San Diego Museum of Art.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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