Hay veces que el crítico querría evaporarse y mirar hacia otro lado. Con los dineros del erario público, el Teatro Español produce una de las mayores sandeces que en su secular trayectoria haya apadrinado. ‘Trágala, trágala…’ de Íñigo Ramírez de Haro es inenarrable. Busca por encima de todo provocar y que se hable de ella aunque sea mal, pero el teatro de provocación tuvo un sentido a mediados del siglo pasado que quizás hoy ha perdido. Cuando en la ficción literaria el mensaje ideológico subordina a la creación, al testimonio y a la aportación artística, el resultado suele ser manifiestamente alicorto.
Estamos ante una mala obra de teatro, donde los prejuicios se imponen a la trama y las incidencias se cuentan de forma alborotada. Para presentar una reflexión dramática sobre el reinado de Fernando VII y sus posibles incidencias actuales puede y debe recurrirse a herramientas literarias más sofisticadas que la de esta propuesta, en la que la periodista Leticia Ortiz transmite el motín de Aranjuez, la guerra de la independencia y la sublevación de Riego, entre otros episodios del siglo XIX. Son estas irrupciones de contemporaneidad, abruptas y malsonantes, las que lastran la pieza desde el primer momento.
So pretexto de exagerar hasta el esperpento los males del reinado de El Deseado allá por la primera mitad del siglo XIX, conocidos y exagerados de sobra, Ramírez comienza provocando al espectador con uno de los peores panfletos franceses de la más infame leyenda negra antiespañola, y con un personaje argentino que recoge toda la mala baba que circula en su país sobre el nuestro, para así ir probando su aguante. No frecuenta lo suficiente las plateas españolas para saber que al espectador español de hoy día no se le provoca ni se se le saca de su sopor conformista ni con cargas de dinamita.
Luego pontifica contra la dinastía borbónica y la religión católica de la forma que es frecuente y manida en las redes sociales. Convierte a sus personajes en tertulianos, ridiculiza a los malos, exalta a los buenos y al final sólo ha conseguido plasmar una empanada mental de poca categoría.
Ciertamente se basa en hechos reales pero ya sabemos que, como con las estadísticas, la realidad puede distorsionarse hasta convertirse en cualquier cosa. Todo vale para hacer reir de la forma patética y malsana en que teleseries y tertulias han acostumbrado a la pobre ciudananía. Todo vale para hacer demagogia destructiva con nuestra historia y nuestro presente. Todo vale para denostar a la actual monarquía parlamentaria y a nuestros actuales reyes actuales, Felipe VI y doña Leticia. Sobre esta última se ceba el autor abusando de la libertad de expresión. Todo vale para pasar el rato difamando, incluidos números musicales de regular valía, montículos de basura como escenografía, rótulos audiovisuales ampulosos, sonido atronador, griterío constante y toneladas y toneladas de sal gruesa hasta producir arcadas en la sensibilidad menos exigente.
Nos dicen que ‘es una farsa contemporánea donde el humor y la capacidad de reírse de uno mismo son el medio más directo para comprender tanto la historia de España como su realidad actual, social, política y cultural, que nos afecta dramáticamente a todos los ciudadanos’. ‘No te desesperes, porque España no es una tragedia, es un sainete’, nos dice el autor. ‘Estoy tan indignado que desearía ver a todo el mundo metido en la cárcel’, nos dice el director. Vaya par, que diríamos nosotros. Son sin duda dos listos calixtos, de esos que arreglan el país todos los días.
Lo malo es que el espectáculo deplorable que nos proponen nos impide examinar en detalle las aportaciones del reparto y el equipo técnico. Más de cien minutos de tortura te dejan en k.o. técnico. Duele que el Teatro Español haya puesto sus energías profesionales en una buena producción al servicio de causa tan infame. Fernando Albizu hace de clown y Jorge Machín y Luis Mottola consiguen su propósito, que les odiemos por un día. Todo lo demás se sujeta malamente gracias a buenos actores secundarios que se cuadriplican. Lo que le obligan a hacer a Ana Cerdeiriña no tiene nombre.
Hay españoles que se refocilan en presentar a España como una pocilga so pretexto regenerador y usando abusivamente de la exageración y la extrapolación. Son auténticos masoquistas que en los supuestos males colectivos terribles e insalvables encuentran justificación para su estulticia. Tienen un público sin duda, y en el Español el domingo de Ramos por la tarde aunque no estaban ocupadas ni la mitad de las localidades, nos pareció detectar entusiasmo en una parte de los espectadores. Eso confirma que hay gente para todo, como debe ser. Pertenezcan a cualquiera de las variantes, cumplimos nuestra tarea recomendándoles que vayan, si van, avisados.
Se trata de un regalito que nos ha dejado el anterior responsable teatral municipal, Natalio Grueso, y que el actual, Juan Carlos de la Fuente, ha mantenido como se mantiene tanto deplorable contubernio en el teatro institucional. La alcaldesa Ana Botella hace bien en irse por ser cómplice de tal ignominia, y el partido que regenta con mayoría absoluta el ayuntamiento desde 1991 puede enorgullecerse de haberse ganado a pulso el final de su predominio.
Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Interés, 4
Concepto, 0
Texto, 5
Dirección, 7
Escenografía, 6
Interpretación, 7
Producción, 7
Documentación para los medios, 5
Programa de mano, 5
Teatro Español – Sala Principal
TRÁGALA, TRÁGALA…
De Íñigo Ramírez de Haro
Del 25 de marzo al 19 de abril de 2015
Dirección de escena, Juan Ramos Toro (Yllana)
Compañía Yllana
Reparto por orden de intervención
Fernando Albizu – Fernando VII
Jorge Machín – Regidor
Ramón Merlo – Carlos IV / Napoleón / Alagón
Luis Mottola – Tanatista
Balbino Lacosta – Reina María Luisa / Inquisidor Mier / Fray Juan / Saperes
Joshean Mauleón – Goya / Obispo de León / Martínez de la Rosa / Arzobispo
Manuel Maestro – Godoy / Riego / Reina María Carolina
Ana Cerdeiriña – María Antonia / Doña Carlota / Locutora
Paula Iwasaki – Pepa la Malagueña / Reina Josefa Amalia / Reina María Cristina
Ficha artística
Colaborador de dirección escénica y Movimiento escénico – Rolando San Martín
Composición, Dirección musical y Letras – Yayo Cáceres, Juan Cañas, Miguel Magdalena, Álvaro Tato (RON LALÁ)
Escenografía – Miguel Brayda
Diseño de Luces – Toño M. Camacho (AAI)
Diseño de Vestuario – Tatiana de Sarabia
Diseño de Espacio sonoro – Luis López de Segovia
Diseño de Efectos de sonido – Alberto Fernández Roda
Diseño de audiovisuales – Javier de Prado
Ayudante de escenografía – Ascensión López, Carlos Brayda
Ayudante de vestuario – Matias Zanotti
Asistente de gestión artística – Ana Fernández de Cosa
Asistente musical – Mario Quiñones
Fotografía y diseño de cartel – Javier Naval
PRODUCCIÓN DEL TEATRO ESPAÑOL.