De todos nuestros personajes literarios clásicos puede que La Celestina sea el que más ha subido a los escenarios, en versiones de todo tipo y condición; puede que alguna haya sido acertada, pero nosotros no hemos tenido la suerte de verla. Como el Buscón, el Lazarillo y el Quijote, ha sido pasto de ocurrencias, atrevimientos y dislates; y siempre por no ser fieles al autor y al texto y perderse en caprichosas actualizaciones innecesarias, por convertir a los protagonistas en juguetes de prejuicios preconcebidos redundantes. Este semi-monólogo para mayor gloria de Charo López -al que la sombra de Pármeno secunda abundantemente- peca del atrevimiento arrogante de convertir al personaje en heroína feminista al gusto de los tiempos. Pero que el personaje haya sido anteriormente malinterpretada como anciana malvada, no justifica que ahora se convierta en otra simplista caricatura.
‘Todo empezó con una llamada, cuenta el autor de la dramaturgia, Álvaro Tato. Charo López buscaba un texto para hablar del tiempo despiadado, la belleza perdida, el precio de la dignidad, la conquista de la libertad y la resistencia a la muerte y a la desgracia. Cuando colgué, comprendí que me había llamado Celestina’. Los clásicos se adaptan a los proyectos y no los proyectos a los clásicos. Típico comienzo; mal comienzo el de enmendar la plana a la autoridad competente. ‘Más que preguntarnos cómo adaptar el contenido del original, contar el antes y el después de lo narrado en la obra de Rojas nos permitiría explorar a fondo una figura que la cultura patriarcal nos ha pintado fea, sórdida, maligna. Celestina representa toda una estirpe, una tribu, un gremio: el de las brujas… El poder femenino a la sombra de la civilización. Celestina encarna siglos de resistencia’.
Pero haciendo de una mala de cartón una buena de mentirijillas nos quedamos en el mismo sitio: la impostura de no hacer una celestina compleja y deslumbrante como la hizo Fernando de Rojas. Hace tres años la Real Academia Española inauguraba su Biblioteca Clásica con la mejor edición de la historia y con ella en la mano sólo se trata de cortar y copiar para encontrar un monólogo arrebatador. No hace falta inventarse su juventud ni su supervivencia tras ser muerta a manos de Sempronio; no hace falta un convento; no hacen falta añadidos que mejoren el original y mucho menos gracias nefastas con chistes de la política actual o nuestra vida cotidiana.
Sin duda existe un público al que le gusta el género de los clásicos revisitados como el elefante penetra en la cacharrería. El montaje lleva ya tres de las cuatro semanas previstas en cartel con lleno y entusiasmo. Pero con todos los respetos existe también otro público que hubiera preferido una versión fidedigna, equilibrada en la selección de textos, certera en el trazado complejo del personaje, sin añadidos siempre inferiores a la calidad del texto original. Y mejor puesta en escena y mejor interpretada.
Charo López desde que hiciera aquella Clara Aldán, de la versión televisiva de Los Gozos y las Sombras, de Torrente Ballester, ha gozado del favor de la cultura oficial y del público bienpensante durante tres décadas. Pero siempre ha sido más actriz de pantalla que de escenario. Ahora, con los 71 ya cumplidos se ha metido en el berenjenal de un monólogo de personaje clásico en formato de sala pequeña a dos metros del público. No lo hace mal, pero lamentablemente no está a la altura del duro desafío. Bien es verdad que ese ir y volver entre la obra y sus acotaciones, entre el texto original y los chascarrillos añadidos, es tarea casi imposible.
Le acompaña Fran García en un Pármeno cantarín, un personaje desafortunado que permite a la protagonista hacer muchas pausas pero que dificulta la continuidad del argumento con una serie de canciones poco inspiradas, nada melodiosas y bastante desabridas. Un Pármeno que se convierte en Calixto para una larga intervención final que resulta más violenta que convincente.
Dos miembros de la compañía Ron Lalá son el sustento del espectáculo. De la dramaturgia de Álvaro Tato ya hemos hablado. De la música también, con la particularidad de que el dúo Ron Lalá también colaboran en la música de ‘Trágala, trágala…’, la obra que se ofrece paralelamente en la sala principal del teatro, y que es de parecida factura (ver nuestra reseña). Firmar las bandas musicales de dos montajes simultáneos en el mismo teatro no se consigue todos los días.
En cuanto a la dirección de Yayo Cáceres debemos decir que en el plano escénico parte de propuestas muy prosaicas tanto de escenografía como de vestuario. Y que los recursos que despliega para amenizar la inmovilidad del personaje comparten el mediocre nivel general del espectáculo.
Todo conspira para sepultar los pasajes auténticos de la obra inmortal en un contexto banal, premeditado y diríamos que hasta alevoso en el plano intelectual. Reconocemos que el equipo ha trabajado lo mejor que ha podido. pero el resultado no nos ha gustado. Tampoco nos gustó la que hizo Gemma Cuervo hace tres temporadas (ver nuestra reseña). Nuestra reseña de entonces terminaba: ‘En algún momento saldrá petróleo. Alguien tiene que dar pronto con la forma de escenificar adecuadamente esta obra eterna’. Sentimos tener que decir que habrá que seguir esperando. Contemplada ‘Ojos de agua’ en escenarios más modestos ganará sin duda en prestancia. Pero vista en el Teatro Español nos puso tristones y cariacontecidos.
VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 5
Adaptación: 5
Dirección: 5
Interpretación: 6
Escenografía: 5
Música: 5
Producción: 4
Documentación a los medios: 6
Programa de mano: 7
Teatro Español – Sala Margarita Xirgu
Ojos de Agua – Monólogo basado en La Celestina de Fernando de Rojas
Dramaturgia Álvaro Tato
Del 26 de marzo al 26 de abril de 2015
Dirección
Yayo Cáceres
Reparto
Celestina: Charo López
Espíritu de Pármeno: Fran García
Músico: Antonio Trapote
Ficha artística
Diseño de iluminación: Miguel Ángel Camacho
Escenografía: Carolina González
Vestuario: Tatiana de Sarabia
Composición musical: Yayo Cáceres
Letras: Fernando de Rojas, Yayo Cáceres y Álvaro Tato
Producción: Ron Lalá, Galo Film, Emilia Yagüe Producciones y SEDA
Producción Ejecutiva: Íñigo Echevarría y Emilia Yagüe
Fotos y diseño: David Ruiz
De martes a sábados 20.30h. Domingos, 19.30h.
Precio Entradas 22 €. Martes, miércoles y jueves 25% de dto.
-‘Ojos de agua’ ha tenido una poblada gira desde su estreno en diciembre pasado, pasando por trece ciudades antes de llegar a la plaza de Santa Ana, y su gira continúa:
-Jueves 30 abril y viernes 1 mayo. Santander. Palacio de Festivales.
-Sábado 9 mayo, Leganés (Madrid). Teatro José Monleón.
-Domingo 24 mayo, Pozuelo de Alarcón (Madrid).