Cualquier aficionado habrá visto más de una vez esta obra de Bertolt Brecht, entre las más representadas del siglo XX. En España se han puesto mejores versiones que esta, pero probablemente ninguna tan fiel al espíritu del autor, a cómo entendía el teatro y cómo quería que se representara esta obra. Ricardo Iniesta y la Compañía Atalaya nos convencieron con su distanciamiento, nos emocionaron con su austero esperpento y nos reconciliaron con aquel idealista comunista que fue su autor.
Aunque el director y adaptador quiera convencernos de que es ‘una metáfora de la sociedad en que vivimos, embarcada en una desaforada carrera hacia el éxito y el culto al mercado y la propiedad; una carrera donde se compite a través del engaño y el sometimiento de los más débiles’, no le hagan el menor caso. Madre Coraje y sus hijos (Mutter Courage und ihre Kinder) es sólo lo que es (y él lo sabe): la historia de una astuta vendedora ambulante, que en el sgilo XVII y durante la conocida como Guerra de los Treinta Años que asoló la Europa central, vive de comprar y vender ropa usada, alimentos ocasionales y objetos diversos a los soldados de uno y otro bando, errando con un carromato tras los ejércitos contendientes acompañada de sus tres hijos, -Eilif, Schweizerkas y la sordoumuda Catalina- sobreviviendo en medio de la guerra y del dolor humano mientras va perdiendo a sus hijos.
Sólo eso, nada más que eso. Y nada menos. No necesita ambientaciones especiales ni añadidos actuales para transmitir un mensaje potente en cualquier época. Todo lo que se intente en ese sentido resulta contraproducente y perjudica a una fabulosa pieza, un clásico contemporáneo de verdad, una obra que no necesita de explicaciones y a la que le sobran esos lugares comunes con que nos la venden.
Ricardo Iniesta ha apostado por la fidelidad al texto (y algunas puntualizaciones históricas de todo punto necesarias) y sobre todo a las ideas de Brecht, incluso ha añadido un detalle valioso, la música adicional de Paul Dessau para la versión berlinesa. ‘Llevar a escena este espectáculo era uno de mis sueños desde que en 1985 tomé parte en un laboratorio para directores de escena en el Berliner Ensemble, aprendiendo la técnica brechtiana de mano de sus más estrechos colaboradores’. Y a fuer que se nota. El montaje de Atalaya apuesta por una intensa fuerza coral, no en vano los actores son corresponsables junto al director de la concepción del espacio escénico, de la escenografía, de la coreografía y de los coros.
La aportación musical es clave en la originalidad de la propuesta: venciendo la primera impresión, los cánticos en alemán se integran perfectamente y coexisten a la perfección con los trozos en español. Al contrario que numerosas ilustraciones musicales incrustadas en montajes teatrales, estas se integran a la perfección e ilustran la trama. Los ocho actores están presentes durante todo el espectáculo en la escena, a menudo junto a dos grupos de espectadores inmersos en los laterales del escenario.
Se nota que la compañía es un equipo de investigación teatral desde su creación en
1983. Los espectáculos de Atalaya han recorrido 35 países, 23 de habla hispana y 400 localidades en la totalidad de las provincias españolas. Experiencia, trabajo en equipo y exigencia intelectual. Los ocho actores junto con el director encarnan un trabajo de pura ortodoxia brechtiana: cuentan más que fingen en un distanciamiento con tintes de farsa que hubiera satisfecho al comprometido autor que con su teatro épico y el Verfremdungseffekt (efecto de distanciamiento) buscaba evitar sentimentalismos y provocar entendimientos sobre las fuerzas que rigen el mundo, los verdaderos cimientos de la sociedad, la realidad de la existencia y los pecados eternos del ser humano y la sociedad.
Los ocho actores nos convencieron juntos y por separado a pesar de un inicio catastrófico que puede y debe mejorarse, sin la sui géneris tabla de gimnasia inicial. El estilo interpretativo brechtiano es difícil de manejar en estos tiempos donde priman concepciones muy diversas, pero el elenco consigue en general imponerse en esta ópera bufa, en esta narración esperpéntica en la que Silvia Garzón, nuestra espeluznante Ivette, consigue momentos memorables. Nos pareció que Manuel Asensio experimenta dificultades en sus primeras intervenciones pero luego se eleva haciendo un cocinero terrorífico. Fantástico capellán surrealista el de Jerónimo Arenal y fascinante Caracuajo el de María Sanz. Carmen Gallardo, cofundadora del grupo, está a la altura de una protagonista que tanto nos recuerda a La Celestina de Fernando de Rojas, una mala-buena compleja de captar pero real como la vida misma, una mujer a la que las circunstancias obligan, un ser al que no se puede juzgar al margen de sus circunstancias, un marginal lúcido, un humano superviviente. Su estoicismo contrasta con los seres histriónicos que la rodean, exageradas marionetas de un retablo de terror. Pero por una vez tanto grito y tanto aspaviento no nos molestaron, formaban parte del mensaje.
La escenografía es elemental: le sobra la única referencia actual, esas vallas metálicas fronterizas y esas sombras que las quieren escalar. No aportan nada. Lo fundamental, la carreta, está logrado. Momentos importantes, como el acto heroico de Katerina o la tortura de Caracuajo, son resueltos con muy simples medios muy bien usados. Vestuario, iluminación y sonido cumplen aportando esa irrealidad artificiosa que debe ilustrar una fábula, real e irreal al mismo tiempo.
Nos dicen sus componentes que ‘a través de la fuerza de las imágenes, la crudeza del texto y la potencia musical el montaje se convierte en, quizás, el más emotivo de la veintena que Atalaya ha llevado a cabo en estas tres décadas. Les creemos. Llega a Madrid tras un largo rodaje de dos años por todo el país.
Memorable reencuentro con Bertolt Brecht, que para algunos de nuestra generación había pasado de héroe a villano conforme la complejidad de los problemas sociales y el fracaso de las soluciones radicales se hacía evidente. Comunista no afiliado, perseguido por el Régimen, huirá de la Alemania nazi en 1933, y escribirá esta obra en cinco semanas de 1939 durante su exilio en una isla sueca, poco antes de escapar a Finlandia primero, y a Estados Unidos después. Estrenada en Zurich en 1941, Brecht la revisó, produjo y dirigió en 1949 para el Berliner Ensemble, tras instalarse en Berlín Este. En 1955, Brecht recibió el Premio Stalin de la Paz. Al año siguiente, el 14 de agosto, contrajo una inflamación del pulmón y murió de una trombosis coronaria. Pero en el quincuagésimo aniversario de su muerte, el diario Tagesspiegel publicó un discurso del director de la Stasi (policía secreta de la RDA), en el que reconociendo que Brecht «quería hacer una denuncia contra un dirigente de la Seguridad del Estado», tras una intencionada pausa, agregaba: «… Después Brecht murió de un infarto». Ello ha dado pie a la hipótesis de que Brecht recibiera un ‘tratamiento deliberadamente mortal’ a la afección coronaria que arrastraba desde hacía años.
Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Interés: 9
Texto: 9
Dirección: 9
Puesta en escena: 7
Interpretación: 8
Música: 9
Producción: 8
Programa de mano: 5
Documentación para los medios: 6
Naves del Español – Sala Fernando Arrabal
Madre Coraje
De Bertolt Brecht
Dirección y adaptación: Ricardo Iniesta
Compañía Atalaya
Del 9 de septiembre al 4 de octubre
Personajes y actores:
Carmen Gallardo – Madre coraje
Lidia Mauduit – Katerina, la hija muda
Raúl Vera Cabo – General, Alférez
Silvia Garzón – Ivette Potier, Soldado, Campesino joven
Manuel Asensio – Cocinero, Intendente, “Tuerto”
Jerónimo Arenal – Capellán, Campesino
Raúl Sirio Iniesta – Eilif
María Sanz – Caracuajo, Campesina
En diversos pasajes los actores interpretan a soldados de los distintos ejércitos, a víctimas civiles y a narradores.
Equipo artístico:
Espacio escénico y escenografía, actores y director
Coros y coreografías, actores de Atalaya
Música, Paul Dessau
Arreglos musicales, Luis Navarro
Vestuario, Carmen de Giles
Iluminación y coordinación técnica, Alejandro Conesa
Sonido, Emilio Morales
Video y fotografía, Félix Vázquez
Producción y comunicación, Ángela Gentil
Ayudante de dirección, Asier Etxaniz
Ayudantes de interpretación, Marga Reyes (coros) y Sario Téllez (coreografías)
Una producción de Atalaya en coproducción con Junta de Andalucía
Horario De martes a domingo, 20h. A partir del 1 de octubre: De martes a sábado 20h, Domingos, 19h.
Precio Entradas 22 €. Martes, miércoles y jueves 25% de dto.
Duración 90 min.
Existe una bancada en el escenario con 16 butacas al 50%.Estas localidades de las Tribunas B y C están en el escenario y carecen de respaldo.