Dos parejas maduras, aburridas y resignadas, agarradas a la rutina. Lo de siempre con una variante, el marido de una comienza a tener idénticos sueños eróticos que la mujer del otro. Bien interpretada y aceptablemente puesta en escena, se deja ver sin aportar gran cosa, pero gustará al público medio, el que no quiere que le tomen ni por tonto ni por osado.
Marina Carr (Tullamore, Irlanda, 1964) es autora de casi una veintena de obras, esta es la última, estrenada en 2009. Resulta un poco ‘demodé’, con maridos que no se quitan la corbata ni por casualidad y esposas consagradas al ciento por ciento al cuidado de la casa y de los niños. Es un texto bien escrito aunque ampuloso, salpicado de sentencias sobre la decadencia de la vida matrimonial poco afiladas y muy repetidas. Generalizar es malo, pero generalizar sobre la vida en pareja, el aburrimiento en común, la resignación compartida, lo que queda de amor y lo que sobra de costumbre, es peor. Hay mucho más amor del que parece a simple vista en las parejas que envejecen juntas. Hay también comodidad y aceptación, por supuesto, y hay rutinas estupendas y aventuras fatales, pasos arriesgados que conducen al abismo y hábitos que no hacen al monje.
En estas dos parejas, Art y Ben son ejecutivos de la misma empresa y sin embargo, amigos; los dos están casados, tienen hijos, una sólida posición económica, y lo que en resumen podríamos considerar una vida plena y satisfactoria. Pero un día Art le cuenta a Ben, en tono divertido, que ha soñado que se acostaba con Catherine, la mujer de Ben, en una estancia imperial, toda de mármol, entre columnas y doseles. Esa misma noche, Ben descubre estupefacto que su mujer ha tenido exactamente el mismo sueño con su amigo Art. Pasan las semanas y Art y Catherine siguen teniendo sueños compartidos ante la desesperación de Ben y la indiferencia de Anne, la mujer de Art. La anécdota se hace grieta y las parejas se tambalean. El final pueden figurárselo.
‘Los personajes de Mármol se enfrentan a una gran decisión: en un lado un sueño extraño, sublime, recurrente; en el otro la realidad de la vida que hemos construido, con sus momentos hermosos, con sus miserias cotidianas. ¿Qué es más destructivo para nosotros, traicionar nuestros deseos más profundos o romper las promesas de nuestra vida ya construida? ¿Estamos a tiempo de rectificar? ¿Tiene sentido arriesgar lo que nos hace seguir adelante por algo que no sabemos si realmente existe? ¿Es posible alcanzar lo sublime?’, resume Antonio C. Guijosa el argumento. Su traducción a medias con Marta I. Moreno, es buena; su labor de dirección, también. Cierto que la obra es facilita, pero la puesta en escena tiene un plus trabajado, y la dirección actoral consigue cuadrar la trama de entradas y salidas continuas, escenas en una casa y en la otra, en el trabajo y en el restaurante, cruce de parejas y visitas arriesgadas.
Mónica Teijeiro presenta una estructura a dos niveles que no viene a cuento pero permite diversificar el espacio disponible. El elenco ayuda poniendo y quitando sillas y el continuo trasegar de copas y botellas, de servirse vino tinto y brandy, es la consabida arma de distracción de tanta puesta en escena. La iluminación pone un acento interesante y el vestuario es un poco escaso, deberían tener todos ropa de andar por casa. Ellos -José Luis Alcobendas y Pepe Viyuela- son especialistas en este tipo de papeles así que van mejorando hasta terminar muy convincentes. Ellas -Elena González y Susana Hernández- también están a la altura, destacando quizás la segunda en esa Anne escéptica y distante que es el personaje disonante, el que tiene algo de misterio en esta comedia sin más misterio que esos sueños compartidos e imposibles.
Guijosa fundó en 2014 Serena Producciones que abrieron fuego con la puesta en escena de Interior, de Maeterlink dentro de Trilogía de la ceguera (ver nuestra reseña), también en el CDN, donde ha sido ayudante de su actual director, y también de Ignacio García en En la roca y en las óperas Marina, Black el payaso e Il Pagliacci.
Una producción discreta y muy compartida, para una pieza que con el marchamo del CDN puede luego tener largo recorrido de gira. Con la sala llena y el público atento, la obra cumplió expectativas y los aplausos acompañaron la triple salida a saludar que marca el atisbo de éxito.
VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 6
Dramaturgia: 6
Dirección: 7
Interpretación: 7
Escenografía: 6
Producción: 6
Programa de mano: 7
Documentación a los medios: 7
CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL
Teatro Valle-Inclán / Sala Francisco Nieva
MÁRMOL
de Marina Carr
Traducción Antonio C. Guijosa y Marta I. Moreno
Dirección Antonio C. Guijosa
Del 25 de noviembre al 30 de diciembre de 2016
Reparto (por orden alfabético)
Ben – José Luis Alcobendas
Catherine – Elena González
Anne – Susana Hernández
Art – Pepe Viyuela
Escenografía – Mónica Teijeiro
Iluminación – Daniel Checa
Vestuario – María Luisa Engel
Sonido – Mar Navarro
Fotos Moisés Fernández Acosta
Producción – El Vodevil con Iria Producciones y Serena Producciones, con la colaboración de Centro Dramático Nacional
De martes a sábados, a las 19 h.
Domingos, a las 18 h.
Encuentro con el público
Jueves 13 de diciembre de 2016.