Ay, Carmela, ay

Más guerracivilismo trasnochado con una muerta vivísima y bastos brochazos de mal gusto

Ay, Carmela, ay
Ay, Carmela - Teatros del Canal

Un título representativo de los años dorados del PSOE y la izquierda enriquecida, un adelanto de lo que luego se llamó la memoria histórica, vuelve a la cartelera teatral después de hacerse célebre como película y como musical. Su autor forma parte de nuestro pequeño olimpo dramático. La puesta en escena es aceptable pero no consigue librarse de los fantasmas de las guerra civil, y su notable estructura dramática adelanta en mucho a un argumento manido y a un texto plano. Plagada de escatología anticuada, en la pieza sólo destaca Cristina Medina.

Reconoce el director Fernando Soto: ‘Siempre que se piensa en Ay Carmela, se piensa en un espectáculo de tono político o reivindicativo, o simplemente en un espectáculo sobre la guerra civil vista desde los ojos de los perdedores. Lejos de mi visión, pretencioso sería el decir que son visiones equivocadas. Pero en el caso de nuestra Carmela no es esa nuestra intención, queremos volver a lo que creemos que son los orígenes de este texto y que no es más que la relación de dos pobres seres humanos (en este caso dos cómicos) en un contexto tan brutal como es una guerra, donde la palabra justicia se vuelve sorda por el ruido de las bombas’.

Pues no; la obra de José Sanchis en manos de Fernando Soto conserva toda su tendenciosidad disimulada, y sigue siendo un libelo de buenos y malos, una caca congelada ochenta infinitos años después. A Carmela la fusilan los nacionales por mostrar clemencia por un grupo de brigadistas que van a matar al día siguiente. Los extranjeros que apoyan a Franco son muy malos y los que apoyan a la República son muy buenos. Los malvados fascistas persiguen a los bondadosos rojos y les obligan a levantar el brazo en alto cuando lo que es bueno es levantar el puño cerrado. Los falangistas improvisan un espectáculo divertido a costa de esta parreja de cómicos ambulantes al que asiste el mismo Franco junto a los presos que van a ser fusilados al amanecer. De verdad que uno ve estas cosas y se le revuelven las tripas de la vida vivida, de las experiencias pasadas, de lo que aún queda de rebelión contra la impostura.

Sanchis es un asimilador de técnicas teatrales mil veces patentadas y construye un entramado de idas y vueltas temporales y de teatro dentro del teatro, cosas que los teóricos admiran pero que no valen  dos puñetas si están puestas al servicio de una historia partidista en la que dos monigotes recitan las ocurrencias del autor a mayor gloria de un manifiesto que viene a decir: nunca olvidemos que nos derrotaron, siempre reivindiquemos que teníamos razón, nunca perdonemos al enemigo, siempre demos la barrila con la misma monserga y un día la impondremos. O sea, hoy.

La obra fue escrita para recordar el 50º aniversario de la sublevación contra la república frentepopulista y estrenada en  1987 bajo la dirección de José Luis Gómez, que hacía de protagonista con Verónica Forqué en el papel de Carmela.  Otra versión confirmó el acierto en 2013. En 1990, la película dirigida por Carlos Saura y producida por Andrés Vicente Gómez ganó el galardón de mejor película y doce categorías mas en la quinta edición de los Premios Goya. En 2013 el mismo productor presentó un musical dirigido por Andrés Lima que también tuvo mucho éxito.

¿Y? El 23 de junio de 1938 las tropas sublevadas lograron entrar en Castellón de la Plana. Con ello obtuvieron un éxito decisivo: cortar el territorio republicano en dos; por un lado Cataluña y por el otro los territorios gobernados desde Madrid. Además abrían el camino para la toma de Valencia, la tercera gran ciudad que aún estaba en manos del Frente Popular, que planeó una contraofensiva destinada a cambiar el curso de los acontecimientos. Así “el Ejército del Ebro una noche el río pasó”, dice la canción.

Fue a las 00.15 del 25 de julio de 1938. El ejército republicano, a las órdenes del general Juan Modesto auxiliado por cinco Brigadas Internacionales, con un total de 80.000 hombres, sin mucha logística y apoyados por un centenar de aviones caza de origen soviético, a bordo de todo tipo de embarcaciones cruzaron el Ebro en tres zonas diferentes y un frente de 65 kilómetros, dando inició a una de las batallas más recordadas, por haber sido la más dura y prolongada, de nuestra última guerra civil. En 48 horas, el Ejército Popular avanzó 600 km² en la orilla meridional del Ebro.

Franco tuvo que parar su avance hacia Valencia; lanzó a la contraofensiva quince divisiones de infantería, incluidas cuatro del Cuerpo Expedicionario Italiano y la aviación alemana. Necesitaron encarnizados combates para recuperar el territorio. El 15 de noviembre, casi cuatro meses después del optimista ‘¡Ay, Carmela!’, los últimos restos del XV Ejército Republicano debieron cruzar definitivamente el Ebro en sentido contrario. En total la batalla dicen que causó más de 100.000 muertos. A partir de ahí, fue una retirada continua hacia Barcelona y Madrid, hasta la derrota final.

Sobre este episodio de la guerra civil ya vimos la temporada pasada otra horrible manipulación, esta vez a mayor gloria del separatismo catalán, por parte de Lluis Pasqual con ‘La quinta del biberón’, una tergiversación exaltando un heoísmo inexistente de aquella camarilla entreguista y denostando a los anarquistas que pusieron la sangre y el alma en aquella contraofensiva.

Pero volvamos a esta reposición de ‘¡Ay, Carmela! avalada por el director cesante de los Teatros del Canal, que nos ha dejado una mediocre temporada ‘post Boadella’. Fue estrenada en Cazorla a primeros de este octubre. Su puesta en escena es discreta, adjetivo predominante en lo referente a todos sus componentes, de la iluminación al vestuario, del sonido a la producción. Santiago Molero es un Paulino lacrimógeno y Cristina Medina una potente Carmela, un vendaval andalú pasional y pizpereto que termina representando el único elemento positivo en un envejecido ejemplo de teatro mal comprometido y peor interesado.

Hemos hablado de escatología, pero las meadas tras la cortina, los peos de él y los cambios de compresa de ella, las continuas referencias a ventosidades y menstuación, son un acicate más para deprimirse ante esta supuesta joya de nuestro teatro actual. En su tercera salida al escenario del Canal, el aforo estuvo casi al completo de un público mayorcito que reía y reía y aplaudió mucho al final. Todos contentos, menos nosotros.

Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Interés, 5
Texto, 6
Dirección, 6
Puesta en escena, 6
Interpretación, 7
Producción, 5
Documentación para los medios, 5
Programa de mano, 4

TEATROS DEL CANAL
Sala Verde
Ay, Carmela
De José Sanchis Sinisterra
27/10/2017 – 11/11/2017

Reparto
Carmela: Cristina Medina
Paulino: Santiago Molero

Equipo artístico
Director: Fernando Soto
Ayudante de Dirección: Laura Ortega
Diseño de Escenografía: Mónica Boromello
Diseño de Iluminación: Felipe Ramos
Diseño de Vestuario: Chary Caballero / Óscar Armendariz Lucarini
Diseño de Imagen: Ouka Leele
Sonido: Mariano García
Jefe de Prensa: María Díaz
Diseño de Producción: Eva Paniagua
Producción: Lamedina.es y Producciones Come y Calla, S.L.
Distribucion: Elena Carrascal.

Desde 11,25 €
Duración: 1h 45min
Encuentro con el público: 2 de noviembre.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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