La geometría del trigo

Una propuesta redonda con la que su autor/director reivindica el amor otro

La geometría del trigo
La geometría del trigo - Teatro Valle Inclán

A la tercera va la vencida. Con tres obras en cartel esta temporada, Alberto Conejero es el hombre de moda en la cartelera madrileña. Ya le hemos criticado no poco en las dos anteriores, pero esta es sobresaliente. Magnífico texto con una excelente dirección, bien puesta en escena y con un reparto que es el mejor que vemos hace algún tiempo. Una pieza que palpita veracidad, repleta de sentimientos y emociones.

Joan y Laia, una joven pareja de arquitectos, viajan desde Barcelona hasta un pueblo andaluz para asistir al entierro del padre de él, que se fue antes de que naciera y del que nunca supo más. Resurgirá el pasado, y los espíritus de la abuela Emilia y de sus padres Beatriz y Antonio, junto con el otro vértice de aquel triángulo que lo explica todo, Samuel, aparecerán y revelarán a borbotones el misterio de lo sucedido. 
 
Conejero cuenta una historia en buena parte autobiográfica, pues él como Joan es hijo de inmigrantes jienenses establecidos en Cataluña. Y se nota que esta vez escribe de lo que sabe; más que de lo que sabe, de lo que ha vivido, sabido y sentido, todo ello naturalmente trasmutado en el proceso de creación. El texto destila veracidad a espuertas reconstruyendo la forma de ser y hablar de gentes andaluzas y catalanas, distintas pero parecidas, de los tiempos no tan lejanos en los que la diversidad de España era vista como una riqueza común, y la coexistencia en Cataluña de autóctonos y emigrados no había dado aún lugar al separatismo racista actual.

‘La geometría del trigo fue, en un primer momento, un recuerdo de juventud que mi madre compartió conmigo. ¿Por qué quiso entregarme entonces lo ocurrido a unos amigos en nuestro pueblo del sur justo antes de mi nacimiento? ¿Qué debía hacer yo con esas palabras y esos silencios? Con el paso de los años el recuerdo de mi madre, transformado por la imaginación, se convirtió en un recuerdo propio, tan real como lo contrario’. Así protege Conejero el secreto de su cóctel de realidad y ficción, sin revelar sus componentes, y así lo entendemos nosotros y pueden entenderlo los espectadores.

La pieza es una historia de amor y en ella se nota que Conejero ha puesto lo mejor de su experiencia. La trama es exigente y precisa en la mezcla del pasado y del presente, en la aportación sucesiva de nuevos elementos de juicio, en la intriga que rodea todo, y en el desenlace final. Todo funciona engranado en un montaje intimista, con los seis protagonistas sentados en dos bancos a los lados de una escenografía tan sencilla como el sonido y el vídeo que la acompañan. Nos impresionó el vestuario de Miguel Ángel Milán, aparentemente como el de tantas y tantas piezas, pero con el toque de la veracidad en sus detalles. Y es que el cómo van vestidos colabora muy mucho a darle a este reparto una prestancia inusitada.

Seguramente Conejero ha aportado todo su conocimiento de la vida en su pueblo Vilches de niño y de su estancia en Barcelona de joven, pero hay que tener actores y actrices capaces. Se nota el reposado período de cinco meses de conjunción colectiva en la plasmación de la forma de ser y hablar de la andalucía profunda y de la cataluña integrada, y ello es uno de los mayores méritos de este montaje. Sinceramente, si José Bustos crea un Joan de peso, casi le superan José Troncoso y Juan Viniesa en esos amigos reencontrados sobre los que se ciernen los recuerdos. Y si Eva Rufo hace una Laia total en su bilingüismo espontáneo, no podemos decir menos de Zaira Montes y sus populares aires andaluces. Quizás sea el personaje de Consuelo Trujillo el más huidizo y quizá su prolijo parlamento cercano al final el momento donde al autor le traicionan sus inclinaciones líricas y se excede. Pero la medida duración de la obra y su bonito final despejan cualquier queja. La geometría del trigo es teatro del bueno, del que nos ayuda a comprender a los demás, del que emociona.

La geometría del trigo, la aritmética de la aceituna, la física del olivar, la química de los ancestros… Apostaríamos a que Conejero va a sumar a su nutrida colección, algún premio más por esta pieza, menos cerebral y mejor montada que La resistencia de Lucía Carballal, semi testimonial como Los otros Gondra de Borja Ortiz. Alguna referencia al conflicto actual en Cataluña contextualizaría ese hermoso planteamiento de coexistencia de lenguas e identidades. Pero mejor no meterse en camisa de once varas que después terminas acomodándote al aquí paz y después gloria.

VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 8
Texto: 8
Dirección: 8
Interpretación: 9
Escenografía: 7
Producción: 8


CDN
Sala Francisco Nieva, Teatro Valle-Inclán
La geometría del trigo
Alberto Conejero (Texto y dirección)
Del 6 al 24 de febrero de 2019

Reparto (por orden alfabético)
Joan      José Bustos 
Beatriz     Zaira Montes 
Laia      Eva Rufo 
Samuel     José Troncoso
Emilia      Consuelo Trujillo
Antonio     Juan Vinuesa 
 
Equipo artístico:
Escenografía  Alessio Meloni
Iluminación  David Picazo
Vestuario  Miguel Ángel Milán
Música     Mariano Marín
Audiovisuales  Bruno Praena
Ayudante de dirección   Alicia Rodríguez
Técnica     Leticia L. Karamazana
Producción ejecutiva    Kike Gómez
Fotografía     marcosGpunto
Diseño de cartel    Javier Jaén
 
Producción Teatro del Acantilado con la colaboración del Centro Dramático Nacional, La Estampida, Producciones Teatrales Contemporáneas, Padam Producciones y el apoyo del Ayuntamiento de Vilches y la Diputación de Jaén
Distribución: Producciones Teatrales Contemporáneas
Horario: de martes a domingo a las 18 h.
Duración: 1 hora y 20 minutos aprox.
Encuentro con el equipo artístico: jueves 14 de febrero
Trabajo realizado bajo residencia artística en la Sala Cuarta Pared.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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