Deformando a Gila

Deformando a Gila

Se puede volver a hacer otra antología de sus mejores piezas o descubrir las menos conocidas. Se podría indagar en los claroscuros de su vida profesional y personal. Pero lo que no se puede es pretender descubrir a Miguel Gila a estas alturas y además hacerlo tan mal. Hacía mucho que no nos indignaba tanto una propuesta tan torticera como este ‘Descubriendo a Gila’.

Como este año se cumple un siglo del nacimiento del humorista, el argentino Pepe Garamendy, que lleva cuatro años exprimiendo el jugo al personaje, presenta una nueva variante a partir de sus anteriores ‘Gila Gran Reserva’, ‘Argentina mon amour’ y ‘Encuentros en el más allá’, con algunos cuentos sacados de sus libros y algunas viñetas publicadas en La Codorniz y en Hermano Lobo. ‘Garamendy ha leído estas publicaciones miles de veces y las ha interiorizado hasta conseguir hacerlas suyas, aportando su propia visión, ordenándolas y relacionándolas unas con otras para conformar un espectáculo unitario de humor, -nos dicen-, sin caer en la imitación fácil, porque imitar a Gila es imposible. Gila era inimitable y único’.

Fuimos a comprobarlo este domingo y lo que vimos fue un adefesio irritante. Adefesio formal y conceptual que no aporta la menor originalidad y no se aproxima ni por asomo al personaje invocado y a su legado artístico. Unos ochenta minutos interminables, patéticos, en cuya primera parte Garamendy deforma al personaje convirtiéndolo en un admirador de Argentina y un denostador de España, en un acosado antifascista que huye de la dictadura de Franco para refugiarse en las alternantes militares y peronistas argentinas, en un marginado que solo triunfa al marcharse a Argentina, en un exiliado político que no es reconocido en su valía hasta que llegan las izquierdas al poder, en un argentino de adopción que apenas puede resistir abandonar su buenos aires querido. Una primera parte con textos insulsos de Gila y falaces de Garamendy seguida por una segunda parte aún peor, un cuento tontorrón supuestamente del primero que el segundo presume de haber descubierto, un chiste de esos pesados e interminables, sin gracia alguna en base al día en que tras morir Franco llega al más allá y se encuentra con Hitler, Napoleón y Mussolini, se extraña de que Santa Teresa haya recuperado su brazo incorrupto y reconoce a Espartero por el tamaño de los genitales de su caballo antes de reunirse con doña Carmen ‘La Collares’. Si haciendo de Gila el susodicho estaba poco agudo, ridiculizando a Franco por bajito él que es tan alto, estuvo simplemente inaguantable.

La red está repleta de vídeos de las actuaciones de Gila, de compendios de sus mejores frases, de antologías de sus relatos, de selecciones de sus ocurrencias y de sus viñetas. Se supone que un espectáculo teatral, un monólogo alusivo, puede y debe tener algún valor añadido. No lo tiene. Por el contrario, distorsiona su figura y trivializa su importante legado al género humorístico español.

Miguel Gila no es esa caricatura buenista izquierdosa que los tendenciosos defienden y Garamendy suscribe. Abandonó a su primera mujer y su primera hija; a la que iba a ser su esposa le ocultó que ya estaba casado; nunca lo fusilaron, una de sus mentiras más gordas; actuaba en privado para Franco y su familia en el palacio de La Granja; no lo encarcelaron tras la guerra ni se alistó en el batallón comunista de Enrique Líster durante ella. El escritor Ángel Palomino que prologó el primer libro de su amigo Miguel Gila, contó la verdad cuando falleció este en 2001: ‘Nadie, ni borracho ni sereno, lo fusiló, nunca estuvo en la cárcel y nunca fue exiliado político… Marchó a América en pleno éxito cuando su primera esposa [Ricarda] dio en perseguirlo acusándolo de adulterio’.

El gran humorista no llegó a conocer a su padre, pues había muerto dos meses antes de que él naciera en un humilde piso del madrileño barrio de Tetuán. Su madre se volvió a casar, tuvo cinco hijos más, pero su padrastro no quería aceptarlo como hijo y, con tres años, el pequeño Gila se fue con sus abuelos paternos. A los 13 dejó el colegio para trabajar de aprendiz en un taller de coches y ayudar a sus abuelos. Tras abandonar a su novia embarazada, se casó dos veces y fue padre de tres hijos, dos chicas y un chico. Ganó millones pero murió arruinado. Se inventó partes de su vida para convertirlas en chistes y coartadas. Sabía lo que hacía y de ello nos reíamos todos: ‘Mi sistema de hacer humor consiste en unir la ingenuidad de los niños con la maldad de los hombres. O al revés, según se mire. Un espejo en el que se refleja la infinita estupidez del ser humano’. Para descubrir al verdadero Gila habrá que seguir esperando.

VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 3
Adaptación: 4
Dirección: n/h
Puesta en escena 4
Interpretación: 4
Producción: 4
Programa de mano: 4
Documentación a los medios: n/h

ARTESPACIO PLOTPOINT
DESCUBRIENDO A GILA
Adaptación Libre Pepe Garamendy
Actor y Director Pepe Garamendy
Ayudante de Dirección Román Novalvos
Diseño Luces e Imágenes Javier Heredero
Ilustraciones animadas Borja Ben
Técnico luces y sonido: Kurro OswA
Comunicación Lemon Press
Una coproducción a través de Crowfunding de: GARAMENDY y BELUNA ARTISTAS S.L.
Todos los domingos de agosto a las 20h.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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