Jörg Immendorff, el pintor maoísta desencantado

Jörg Immendorff, el pintor maoísta desencantado

La exposición ‘La tarea del pintor’ presenta la trayectoria completa de este artista alemán que reflejó con sinceridad y vehemencia algunas de las convulsiones de la época histórica en la que vivió, la segunda mitad del siglo XX. Entre el compromiso revolucionario de los años 60 y el aterrizaje trascendente del cambio de siglo (y de milenio), entre el maoísmo y gRRound!… Como otros y como quien escribe.

Esta retrospectiva es la primera desde su fallecimiento en 2007 y llega a Madrid desde la Haus der Kunst (Casa de la Cultura) de Múnich pasando por Venecia coincicidiendo con la Biennale de este año. Incluye un centenar de obras entre las que destacan apabullantes lienzos de hasta siete metros de ancho. El trabajo de Inmmedorff es deslumbrante, un canto a la pervivencia de la pintura frente a su supuesta muerte, un despliegue de actividad desbordante, un caledoscopio repleto de sugerencias, una especie de ‘Crónica de medio siglo’ que se inicia con aquella efervescencia revolucionaria tan voluntarista como demencial de los flujos y reflujos del 68 para reposarse en extraordinarios retablos de personajes y sugerencias en torno a la Alemania partida por el Muro y terminar en un recogimiento interior tan físico -por su enfermedad- como mental -por su evolución intelectual.

Immendorff trabajó en ciclos: primero lo que denominó con la onomatopeya ‘lidl’ -algo en alemán difícil de traducir-, pinturas, esculturas y performances dadaístas entre 1968 y 1970; luego su etapa agitadora de cuadros panfletarios al estilo de la propaganda china de la época; posteriormente llegaría Cafè Deutschland, 16 grandes cuadros (1977–1984) inspirados en el célebre Caffè Greco de Renato Guttuso, que se prolongaría en escenarios similares, como las escenas ambientadas en el Café Flora de París y la que se etiquetó como The Rake’s Progress, del nombre de la ópera de Igor Stravinski que escenificó para el festival de Salzburgo (además de una versión de la Elektra de Richard Strauss), en una serie de incursiones como director teatral y escenógrafo. The rake’s progress (La carrera del libertino) es una ópera en tres actos inspirada en las pinturas y grabados homónimos (1735) de William Hogarth. Otro artista en sus antípodas, David Hockney, se había sentido también tentado por el mundo de la ópera y en 1975 hizo el diseño de escena y vestuario de una producción operística del Festival de Glyndebourne.

Immendorffm, después de su etapa maoísta, siguió adelante a trompicones como otros intelectuales de su generación que le acompañaron en esa deriva a lo largo y ancho del continente: por ejemplo, abrió un bar en Hamburgo al que llamó ‘La Paloma’. Pero en 1998 se le diagnosticó esa horrible cosa llamada ELA, una esclerosis lateral amiotrófica, enfermedad neurodegenerativa que mata pronto y sin remedio. Pero antes, en 2000, se casó con una alumna 30 años más joven y tuvo una hija al año siguiente; en 2003 fue sorprendido en una suite de lujo con siete prostitutas y otros tantos gramos de cocaina; en el juicio reconoció haberse organizado 27 similares orgías desde 2001 tras descubrirse su enfermedad incurable; en 2006 confesó públicamente que creía en Dios cuando ya estraba obligado a usar silla de ruedas, Murió el 27 de mayo de 2007 a la edad de 61 años. Dejó unos 15-20 millones a su viuda mientras aparecía otro supuesto hijo suyo de once años de edad de una relación anterior y al que nunca reconoció.

Su obra arranca, pues, en los años 60, cuando estudiaba en la Academia de Arte de Düsseldorf, con trabajos llenos de espontaneidad y franqueza, como “Dejar de pintar” (1966) y, como reacción a la guerra de Vietnam, sus imágenes recortadas de bebés “regordetes” y “mofletudos” apelando al instinto pacífico de la humanidad y a una inocencia infantil que se revelaba también en sus “Acciones LIDL” (palabra inventada por Immendorff a partir del sonido del sonajero de un bebé y que nada tiene que ver con la cadena multinacional de supermercados del mismo nombre).

Tras ser expulsado de la Academia de Arte en 1969 a causa de sus actividades subversivas, pasó a ser un agitador político: sus actividades como profesor de arte y su compromiso político como miembro del prochino KPD/ML, Partido Comunista de Alemania Marxista-Leninista, eran ahora tan importantes como su actividad artística. Así, Die Meinungssäule (La columna de opinión, 1971) o Besprechung eines transparents (Debate sobre una pancarta, 1972) hacen referencia a lo que consideraba necesaria e imprescindible actividad de agitación y propaganda en pos de sus ideas revolucionarias. Las vistas urbanas de Frankfurt/Main (Fráncfort del Meno,1973) o Köln (Colonia, 1973) presentan manifestaciones contra la guerra de Vietnam y están firmadas con el eslogan “Todo por la victoria del pueblo vietnamita en lucha”.

En los primeros años 80, Immendorff se había centrado en denunciar la división de Alemania. En Naht (Sutura,1981) encarna emblemáticamente la cicatriz que recorría la frontera que separaba las dos mitades del país durante la Guerra Fría. De forma muy naïf defendía a la RDA frente a la RFA, pero su amistad con A. R. Penck un pintor de la zona oriental le abrió los ojos, sobre todo cuando viajó a Dresde y quiso convencer a su amigo de que vivía en iun paraiso!. La realidad terminó imponiéndose, y para cuando el proceso de reunificación culmina con la apertura del Muro de Berlín en 1989, el asunto ya no le interesaba ni llegó a reflejarse en su pintura. Hacía tiempo que había comprobado que en el otro lado todo era similar al denostado suyo, si no mucho peor.

Entonces es cuando llega lo mejor de su obra, su serie Café Deutschland. Concluidas en 1982, las diecinueve pinturas que conforman la serie escenifican en configuraciones cambiantes el elenco contemporáneo de los dos Estados alemanes. Así, el artista terminó distanciándose progresivamente de sus temas anteriores, tan cargados ideológicamente. Sus obras comenzaron a exhibir un estilo pictórico y una paleta más libres. En estos cuadros visionarios, llevó la historia contemporánea al escenario de un teatro ficticio compartido por alemanes occidentales y orientales, sin poder imaginarse que, diez años después, la realidad cumpliría sus premoniciones. Dejó atrás su vida activista político, y en Selbstbildnis (Autorretrato, 1980) lo rubrica.

Esta capacidad narrativa, este despliegue de sugerencias y personajes en un intento de sintetizar lo que pasaba por su cabeza y por su mundo, proseguirá con el grupo de obras Café de Flore (1987-1992). Immendorff llega a la madurez, muestra una marcada fuerza expresiva y una multiplicidad de capas narrativas. Hace una de las pinturas figurativas más coherentes y decididas de la segunda mitad del siglo XX. En el parisino Café de Flore se reunían en los años 60 Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir con toda su cuadrilla. En las piezas de Immendorff aparecen otros colegas artistas, comisarios de exposiciones, escritores, galeristas y coleccionistas, y en el centro de dichas piezas, el artista desempeña varios roles. Las configuraciones de los cuadros que integran este conjunto recaen en las grandes figuras de las vanguardias del siglo XX, en particular en Marcel Duchamp, así como en los expresionistas y surrealistas. Estaban presentes Arthur Rimbaud o Bertolt Brecht, aquellos artistas del pasado con los que se identificaba.

Si bien este tipo de retablos colectivos no son una idea original suya (ya hemos citado a Caffè Greco de Renato Guttuso, 1976, pero podríamos citar con más motivo la portada del album Sargeant Pipper`s Club Band de los Beatles que salió en 1967, diseñada por Peter Blake, representando el entierro del grupo con la presencia de todo tipo de celebridades mundiales, de Marilyn Monroe, Marlon Brando, Mae West y Charles Chaplin, a Albert Einstein, Edgar Allan Poe, Aleister Crowley, Bob Dylan, Oscar Wilde, Karl Marx, o D.H. Lawrence. O continuidades importantes de la idea como ‘Discutiendo la Divina Comedia con Dante’ creado en 2006 por tres pintores de origen taiwanés -Dudu, Li Tiezi y Zhang An- que mide tres metros cuadrados y reúne a 103 personajes de la historia universal), Immendorff introduce variantes y sugerencias personales que los dotan de enorme fuerza expresiva.

A finales de los años 80, el teatro sustituyó al café como telón de fondo de la exhuberancia de sus retablos colectivos. La perspectiva que adopta suele consistir en mirar el auditorio desde el escenario. En Das Bild muß die Funktion der Kartoffel übernehmen (La imagen debe asumir la función de la patata,1988), se puede ver al propio artista en función de lavaplatos.

A partir de los años 90, pasó a ocupar un papel destacado en la escena del arte contemporáneo internacional, mostró un gran interés por algunas famosas figuras marginadas de la literatura, como el personaje romántico de Tom Rakewell, de William Hogarth, o el de Peer Gynt, creado por Henrik Ibsen, hacia los que sentía una gran afinidad. Peer Gynt es una figura que se pasa toda la vida huyendo de la realidad y refugiándose en un mundo creado por él, para regresar finalmente al punto de partida, donde encuentra la redención gracias a un amor de infancia que había rechazado. Para Immendorff, Peer Gynt es un buscador como él. En el cuadro de gran tamaño Gyntiana (1992-93), el tema principal iba -como él mismo señaló- “mucho más allá de la historia de Peer Gynt”.

Las mujeres aparecen poco en las obras de Immendorff, y Gertrude Stein (1874-1946) es una excepción. Esta escritora estadounidense, editora y coleccionista de arte, es una de las pocas figuras femeninas que se pueden identificar en su obra. En el salón parisino de Stein se reunía la vanguardia artística del siglo XX: pintores, escritores y compositores. Basada en una fotografía de Man Ray, Stein aparece en la obra Gertrude + Republik (1998).

Poco después de que le diagnosticaran en 1997 esa devastadora esclerosis lateral amiotrófica, el estado físico de Immendorff empezó a empeorar. A partir de entonces, el dominio menguante de las manos lo llevó a emplear medios formales que otorgan a los cuadros el carácter de collages sin renunciar por ello al concepto de pintura. Al mismo tiempo, los temas de sus obras se fueron reduciendo hasta centrarse casi exclusivamente en él mismo, como expresa Letztes Selbstporträt I – Das Bild ruft (Último autorretrato I – El cuadro llama, 1998), que retoma la composición anterior de Bild mit Geduld (Cuadro con paciencia, 1992).

La última parte de la exposición muestra otras referencias temáticas como el “mono pintor”, inspirado en la obra del artista francés Jean-Baptiste Siméon Chardin (1699-1779). Para Immendorff, el mono es un imitador que, aunque puede pintar, no es creativo y va adquiriendo significados cambiantes en sus trabajos, tanto en pintura como en escultura. También se pueden ver algunas de sus últimas obras, muchas de ellas sin título, en las que por su enfermedad Immendorff se vio obligado a adaptar su trabajo a su discapacidad física. Con una asombrosa energía, creó métodos para generar imágenes que le permitían delegar cada vez más la ejecución de sus ideas visuales. Al principio, aunque era zurdo, aprendió a pintar con la derecha. Al cabo de poco tiempo, sus ayudantes tuvieron que ejecutar sus ideas como si de “pinceles vivos” se trataran y proporcionarles a sus imágenes diseñadas por ordenador el carácter de un collage sin abandonar la técnica de la pintura.

El prochino exaltado y encuadrado en los jóvenes rebeldes -el Neue Wilde- terminó siendo amigo del canciller socialdemócrata Gerhard Schröder, y pintando su retrato oficial para la galería gubernamental de ex presidentes en Berlín. Un festín de pintura figurativa el que ofrece esta retrospectiva de Immendorff en el que sus imponentes frisos colectivos creemos que marcan uno de los momentos álgidos de la actividad del Museo Reina Sofía desde hace algunas temporadas. Y sin embargo, brilla por su ausencia un catálogo que ampliara la reflexión sobre su vida y su obra.

Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 9
Despliegue: 8
Comisariado: 7
Catálogo: n/h
Programa de mano: 9

Museo Reina Sofía, Madrid. Edificio Sabatini, 1ª Planta
Jörg Immendorff. La tarea del pintor
29 de octubre de 2019 / 13 de abril de 2020
ORGANIZACIÓN: Haus der Kunst de Múnich en colaboración con el Reina Sofía
COMISARIADO: Ulrich Wilmes
COORDINACION: Beatriz Jordana y Nur Banzi.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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