La tragedia de Peter Grimes

La tragedia de Peter Grimes

Una extraordinaria coproducción hispano-británica-franco-italiana consigue transmitirnos toda la belleza y fascinación de la obra a partir de la que el compositor Benjamin Britten entraría en el olimpo del género operístico. ‘Peter Grimes’ resulta un espectáculo subyugador, con dirección artística y musical sobresalientes.

Todavía hoy resulta misterioso como esta oscura, crítica y ambigua ópera de Benjamin Britten pudo ser un gran éxito en su estreno en Londres un mes después de terminada la segunda guerra mundial, tan distante de triunfalismos fáciles, de escapismos comerciales. Basada en ‘The Borough’ (El Municipio) un relato en verso publicado en 1810 por el poeta George Crabbe, su libreto está muy bien estructurado pero su trama es algo confusa, porque el dilema que representa no es fácil de argumentar y menos en aquella época.

En un pueblo de pescadores cuya dura vida transcurre bajo el influjo implacable del mar, uno de sus habitantes, personaje hosco y solitario, aparece como sospechoso en la muerte sucesiva de dos adolescentes que le servían como ayudantes en las faenas con su barca de pesca. ¿Es Peter Grimes un asesino? Y lo que es más grave, ¿es un desalmado pedófilo que abusa de sus víctimas antes de matarlas? Víctima y verdugo, aborrecible y digno de compasión, ese dilema de la naturaleza humana expuesto con inteligencia y honradez.

Menudo tema, para una época en la que los maricas denunciados terminaban en la cárcel, en un país que había atormentado no hacía mucho por ello a uno de sus mejores escritores -Oscar Wilde- y a cargo de un músico homosexual que formaba pareja con el tenor Peter Pears encargado de dar vida al protagonista en el estreno. Un tema en el que además hay una hermosa defensa de las personas independientes y diferentes que no se someten al dictado de la masa ignorante y tosca, y una condena rotunda a la jauría humana cuando se pone en marcha, a la violencia colectiva que busca distraer su miseria moral persiguiendo a todo chivo expiatorio que quede a su alcance. Todo ello expresado con una claridad y rotundidad que para la sociedad británica, en la que su aparente liberalidad esconde aún hoy un servilismo al poder y un adocenamiento colectivo enormes, tuvo que ser impactante, y solo superable por esa su gran virtud de saberse criticar sin perder la compostura.

Así, en este contexto, asistimos en este paraje inhóspito de la costa inglesa a un drama anunciado. La directora de escena Deborah Warner y su equipo son los artífices de una puesta en escena del mejor realismo fantástico a la británica, en el que puntuales detalles escenográficos ambientan la variedad ambiental de tres perfectos actos divididos en seis rotundas escenas; un montaje en el que lo más destacado entre todo lo destacable son los figurines de Luis Carvalho y los movimientos coreográficos con que Kim Brandstrup mueve al rebaño humano. Cuestiones que complementan la extraordinaria dirección actoral de Wagner no solo sobre la docena de cantantes que forman el reparto sino sobre un coro ayudado por un nutrido grupo de actores profesionales que dotan de un realismo subyugante a todo el desarrollo de la pieza.

La partitura de Britten es fabulosa y poco podríamos añadir a la sucesión de elogios que el tiempo la ha concedido. Destacan en ella sin duda los cuatro interludios -que merecerán ser publicados separadamente (como op. 33a) y son frecuentemente interpretados como una suite orquestal. Para leerla, darla vida y dirigirla, el director musical Ivor Bolton realiza una de sus mejores intervenciones de los últimos tiempos, compenetrado a fondo, elevando a la orquesta a una bordada interpretación de una composición cuya variedad y riqueza orquestal e instrumental es enorme. El Coro Titular del Teatro Real tiene esta vez un importante cometido tanto musical como actoral, y bien lo cumple.

Con todo ello, el reparto brilla en todo su esplendor, frase hecha pero justa de atribuir al tenor inglés Allan Clayton como Peter Grimes y la soprano sueca Maria Bengtsson como Ellen Orford, la viuda que intenta socorrerle y acepta su derrota. Grimes es capaz de una sensibilidad masculina que solo ahora comienza a abrirse paso en los escenarios compitiendo con el estereotipo viril. Y Bengtsson pertenece a la generación de sopranos que rompieron también con el estereotipo femenino imperante, aquellas voces estridentes del pasado. Ambos representan ese estilo más ‘humanizado’ en los dos géneros que se aleja del divismo.

Junto a ellos, los personajes secundarios tejen un entramado de voces y caracteres realmente fantástico, en el que el barítono Christopher Purves hace un Capitán Balstrode clave en medio del enfrentamiento entre el individuo y el colectivo, un hombre al que su dureza no impide ser compasivo, y que finalmente se rendirá a la evidencia. Purves es tan buen actor como cantante, y ya estuvo en el Real como protagonista del estreno mundial de The Perfect American, de Philip Glass, en 2013 y de Written on Skin, George Benjamin, en 2016.

También vuelven dos intérpretes que actuaron en Billy Budd, la anterior ópera de Britten estrenada en este coso en 2017: Jacques Imbrailo, protagonista entonces y ahora en el papel del farmacéutico Ned Keene, y Clive Bayley como el abogado Swallow. Les acompañan Catherine Wyn-Rogers, esa ‘Auntie’ que regenta el pub del pueblo, y sus dos sobrinas interpretadas excelentemente por nuestra única aportación patria al reparto, Rocío Pérez y Natalia Labourdette. Y completando el extenso reparto, John Graham Hall es el converso inquisidor Bob Boles; Rosie Aldridge en esa Mrs. Sedley que no falta en ningún ‘borough’ inglés, la cotilla del edificio en nuestros lares, la detective aficionada al estilo de Miss Marple en aquellos; James Gilchrist es el acomodaticio reverendo anglicano Horace Adams; y finalmente, Barnaby Rea es el carretero Hobson.

Benjamin Britten ha ocupado un lugar privilegiado en la programación del Teatro Real desde su reapertura. En 1997, dos meses después de la reinauguración, Peter Grimes obtuvo un gran éxito, en una producción con dirección escénica de Willy Decker procedente del Teatro de La Monnaie de Bruselas, con coro y orquesta titulares dirigidos por Antonio Pappano. Le han seguido el Sueño de una noche de verano (2005/2006), La violación de Lucrecia (2007/2008), Otra vuelta de tuerca (2010/2011) (ver nuestra reseña), Muerte en Venecia (2014/2015), Billy Budd (2016/2017) (ver nuestra reseña), Gloriana (2017/2018) (ver nuestra reseña), y las obras infantiles El pequeño deshollinador (2004/2005, 2005/2006 y 2007/2008) y El diluvio de Noé (2007/2008).

VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 9
Dirección musical: 9
Dirección artística: 9
Voces: 9
Orquesta: 8
Coro: 8
Puesta en escena: 8
Producción: 9
Programa de mano: 9
Documentación a los medios: 9

TEATRO REAL
PETER GRIMES
BENJAMIN BRITTEN (1913 – 1976)
19, 22, 24, 27, 29 de abril – 2, 5, 7, 10 de mayo de 2021

Ópera en un prólogo y tres actos
Libreto de Montagu Slater, basado en el poema de la colección The Borough (1810) de Crabbe George Estrenada en el Sadler’s Welles Theatre de Londres el 7 de junio de 1945
Estrenada en el Teatro Real el 15 de noviembre de 1997
Nueva producción del Teatro Real,en coproducción con la Royal Opera House de Londres, la Opéra national de Paris y el Teatro dell’Opera de Roma

Director musical Ivor Bolton
Directora de escena Deborah Warner
Escenógrafo Michael Levine
Figurinista Luis Carvalho
Iluminador Peter Mumford
Coreógrafo Kim Brandstrup
Diseñador de video Will Duke
Director del coro Andrés Máspero

Asistentes del director musical Roderick Shaw Alberto Cubero
Asistentes de la directora de escena Anneleen Jacobs Marco Berriel
Asistente del escenógrafo Alejandra González

Reparto
Peter Grimes Allan Clayton
Ellen Orford Maria Bengtsson
Capitán Balstrode Christopher Purves
Auntie Catherine Wyn-Rogers
Bob Boles John Graham-Hall
Swallow Clive Bayley
Mrs. Sedley Rosie Aldridge
Reverendo Horace Adams James Gilchrist
Ned Keene Jacques Imbrailo
Hobson Barnaby Rea
Sobrina primera Rocío Pérez
Sobrina segunda Natalia Labourdette
John Saúl Esgueva

Duración aproximada 3 horas y 18 minutos
Prólogo y Acto I: 56 minutos
Pausa de 25 minutos
Acto II: 50 minutos
Pausa de 25 minutos
Acto III: 42 minutos.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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