‘Castelvines y Monteses’: Lope a la italiana

'Castelvines y Monteses': Lope a la italiana

Un extraordinario espectáculo musical para contar esta comedia de Lope de Vega sobre los amores de Romeo y Julieta. Con un reparto numeroso y versátil -trece actores, treinta personajes- y una sofisticada escenografía, supone una torrencial avalancha de canciones, bailes y peripecias de 140 cortos minutos de cortos intermedios con graciosos entremeses.

Los legendarios amores de la pareja desafiando al enfrentamiento entre sus familias sirvieron tanto a Lope para escribir entre 1606 y 612 una comedia con final feliz, como a William Shakesperare para volcarse en 1597 en uno de sus dramas más trágico y famoso. Ambos debieron basarse en ‘La sfortunata morte di due infelicissime amanti che l’uno di veleno e l’altro de dolore morirono, con vari accidenti’ del obispo Matteo Bandello sobre un antiguo cuento medieval, y es de suponer que ninguno conoció la obra del otro.

Sergio Peris-Mencheta rubrica su demostrada capacidad de montar ambiciosos espectáculos teatrales de grandes dimensiones -La cocina de Arnold Wesker en 2016 (ver nuestra reseña), Lehman Trilogy de Stefano Massimi en 2018 (ver nuestra reseña)- con esta versión festiva y juvenil de la comedia palatina, sacada adelante en medio de las grandes dificultades de la pandemia. La versión de Lope es la historia de Julia Castelvín y Roselo Montes, pertenecientes a dos familias enfrentadas. Ella está destinada a su primo Otavio Castelvín pero, en una fiesta de máscaras que organiza su familia, Roselo, su criado Marín y su amigo Anselmo se cuelan y ligotean el primero con Julia, el segundo con su doncella Celia y el tercero con Dorotea, prima de Julia y hermana de Otavio.

Así empieza el lío. Julia y Roselo se casan en secreto y en secreto consuman su unión una y otra noche a escondidas. Otavio provoca a Roselo y este le mata sin querer. Apaciguado de momento el conflicto, el padre de Julia la obliga a casarse con el conde Paris, y esta para evitarlo se finge muerta con ayuda de una pócima que lo simula. Los amantes conseguirán finalmente salirse con la suya. Incluyendo en el final feliz un guiño actual a las dificultades solventadas por la propuesta, la pieza resulta redonda y la acogida del público en la función de este domingo realmente fervorosa.

Dos son a nuestro entender los problemas principales de esta contundente puesta en escena. El primero y principal la excesiva ambientación italiana que casi convierte la pieza en bilingüe al intercalar en la trama un enorme muestrario de la canción ligera italiana de los años cincuenta, un repertorio con Domenico Modugno, Renato Carosone, Pino Donaggio y compañía, fabulosamente puesto en escena, seguramente apreciado por los que entonces eran niños y jóvenes en un país donde gozó de enorme popularidad, pero que cortocircuita la acción y pugna por sepultar la fabulosa versificación del texto. Don Peris-Mencheta se pasa de tiffosi. Y de segunda dificultad, el atronador volumen de los amplificadores de sonido, el tono chillón y gritón del reparto femenino y masculino, y hasta el clamoroso fallo del micrófono del protagonista en una escena clave en la función a la que asistimos. Debiera Eduardo Ruiz mejorar el espacio sonoro.

Pero suben de notable el resto de las calificaciones, encabezadas por la escenografía de Curt Allen Wilmer, con dos grandes estructuras que combinan movimientos dispares y posiciones cambiantes en ambos lados del escenario, representando los fortines de la dos familias enfrentadas. La asesoría de Pepa Pedroche no ha conseguido que se entienda todo lo que dicen los personajes pero es dificíl dada la vorágine de movimientos y músicas. Resultan certeras dentro de su necesario convencionalismo las coreografías de Xenia Reguant, y con todo ello excelente la dirección y la producción de este artefacto musical, tan original y arriesgado, tan osado e irrespetuoso como para despertar encontradas opiniones. Dígase el principal mérito a pesar de la vorágine: fidelidad al propósito del autor y a sus herramientas de trama y texto.

¡Y qué decir del reparto en un trabajo tan coral! Paula Iwasaki y Andreas Muñoz se hacen cargo de los protagonistas de forma bastante heterodoxa, como si el asunto ocurriera a la vuelta de la esquina. Puede que sea una buena idea. Y sus cuatro sosias -Marín y Anselmo, Dorotea y Celia- les siguen por ese camino, ellos muy macarras, ellas muy creibles. Nacho Núñez se duplica en dos personajes -el soso pretendiente Otavio y el bobo conde Paris, ambos incómodos, mientras que resultan histriónicos a más no poder Teobaldo, padre de Julia, y su hermano Antonio, padre de Dorotea y Otavio, junto a Fabricio, padre de Roselo, que en el programa es rebautizado como Arnaldo. En general, la cobertura de personajes secundarios es un excelente trabajo interpretativo mérito de sus ejecutantes y del director. Y sobre todo ello destacar en mayúsculas que todo o casi todo el elenco canta y toca, en coro y en orquestina, y también como solistas en ambas tareas, en un despliegue variopinto imposible de detallar de memoria.

Lo que nos da pie a señalar el tercer y último defecto de la propuesta: la ausencia de un listado de canciones y números musicales con su corrrespondiente/s intérprete/s; la identificación completa y clara de intérpretes y personajes; los textos introducidos… En fin, unos créditos a la altura de tan ambicioso espectáculo.

Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Interés, 8
Dirección, 9
Interpretación, 9
Escenografía, 9
Producción, 9
Programa de mano, 8
Documentación a los medios, 6

Teatro de la Comedia
Compañía Nacional de Teatro Clásico
Castelvines y monteses, de Lope de Vega
Versión – Sergio Peris-Mencheta y José́ Carlos Menéndez
Dirección – Sergio Peris-Mencheta
Hastas 13 de junio de 2021

Reparto – Aitor Beltrán, Andreas Muñoz, Xoel Fernández, Paula Iwasaki, Óscar Martínez, Xabi Murua, Natxo Núñez, María Pascual, Gonzalo Ramos, Julia Roch, Cintia Rosado, Ignacio Rengel y Almudena Salort

Dirección musical – Joan Miquel Pérez
Dirección vocal – Ferrán González
Escenografía – Curt Allen Wilmer (AAPEE) con estudioDedos
Iluminación – Valentín Álvarez (A.A.I)
Vestuario – Elda Noriega (AAPEE)
Espacio sonoro – Eduardo Ruiz
Asesora de verso – Pepa Pedroche
Coreografía – Xenia Reguant
Producción ejecutiva – Nuria Moreno
Producción – Compañía Nacional de Teatro Clásico y Barco Pirata.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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