De Belgrado a El Escorial ha viajado un extraño espectáculo de danza basado en un libro no menos raro. Estos cazadores de sueños resultaron bastante convencionales y poco emocionantes, con música y coreografía triviales en una puesta en escena aceptable para una metáfora que no acertamos a captar.
Lo trajo la hermana de Tomaz Pandur -un conocido director teatral de aquellos lares pero muy ligado a la escena española, fallecido en 2016 a los 53 años- para recordarlo en base al Diccionario Jázaro, de Mirolav Pavic (1929-2009), una narración hipertextual (se le relaciona con Cortázar y Pynchon) que es al mismo tiempo novela de aventuras, recopilación de poemas y cuentos, manual cabalístico, puzzle, libro de sueños, enigma, cubo mágico, acertijo… con notable éxito dentro y fuera de la antigua república socialista yugoslava, hoy Serbia. Contiene palabras por orden alfabético y sus referencias, fuentes y apéndices en tres diccionarios procedentes de las versiones cristiana, musulmana y judía de la historia, en versiones masculina y femenina diferenciadas tan sólo en unas líneas. Ha sido muy celebrado por los teóricos y críticos pero habría que oír a los esforzados lectores (Traducción española: Diccionario jázaro: novela léxico en 100.000 palabras, Barcelona, Anagrama, 1989. Traducción del serbocroata por Dalibor Soldatic. Ejemplar masculino ISBN 84-339-3172-5; Ejemplar femenino ISBN 84-339-3173-3.). No hay una trama fácil de discernir en el sentido convencional, pero la cuestión central del libro (la conversión religiosa masiva del pueblo jázaro) se basa en un evento semi histórico que generalmente se remonta a las últimas décadas del siglo VIII o principios del siglo IX cuando la realeza y la nobleza jázaras se convirtieron al judaísmo, al islam o al cristianismo -los tres lo reclaman-, y parte de la población los siguió. Toma la apariencia de un diccionario dividido en tres partes, cada una de las cuales expone en entradas dispuestas de forma alfabética las fuentes cristianas, musulmanas y judías en torno a los jázaros. Aunque es cierto que el libro toma la historia de este pueblo como asunto fundamental, la verdad es que casi la totalidad de los personajes y peripecias narrados son completamente ficticios. La moraleja posmoderna es que establecer cuál de las tres versiones es cierta, resulta imposible, y que además intentarlo, lleva a la catástrofe.
Livija Pandur ha querido convertir la historia /leyenda de la tribu de los jázaros -de origen turco, habitaron en el entorno del mar Caspio entre los siglos VII y X, y apenas se dispone de datos fidedignos sobre ellos aunque se les supone consumidos en una enorme diáspora que trajo a muchos hasta España- en una metáfora en la que ‘los coleccionistas de sueños se dispersan por el mundo, como siguen haciendo hoy miles de personas, perdiendo su hogar y también su lengua’. Aten ustedes estas moscas por el rabo: ‘Se sumergen en el laberinto del pasado y el futuro, sin saber nunca en qué momento caerá su pensamiento. No hay más jázaros hoy, o no sabemos de ellos, se han dispersado por todo el mundo como miles de personas sin hogar buscando su hogar perdido, su lenguaje perdido’.
Basándose en un capítulo del escrito/laberinto de Pavic ha montado una dramaturgia en la que nada deduces si no te lo cuentan antes, sobre una música de Miroslav Bako de dura percusión e insulsa electrónica, sobre la que quince bailarines ejecutan una coreografía de Ronald Savkovic muy elemental. Una escenografía basada en un enorme bloque pétreo rectangular que gira sobre su eje y al que se izan o son izados reiteradamente uno, algunos o todos los catorce componentes del cuerpo de baile, presencia números de pareja, solos masculinos y femeninos, tríos variados e intervenciones colectivas, todo el muestrario clásico de ejecuciones sobre y junto a las cuales domina una sacerdotisa hierática, de gestos mecánicos, que es la misma Livija Pandur convertida en gran protagonista.
‘En el paisaje de las profundidades del mar y el infinito del cielo, descubrimos las unidades enciclopédicas de la novela de Milorad Pavic, Dictionary of the Khazars, que representan el camino de los cazadores de sueños, su inmersión en los demás y sus propios mundos de sueños y visiones. Khazars, los coleccionistas de sueños, los pájaros blancos y negros en las provincias del amor. A través de la práctica de la belleza, se sumergen en el laberinto del pasado y el futuro, sin saber nunca en qué momento caerá su pensamiento. No hay más Khazars hoy, o no sabemos de ellos, se han dispersado por todo el mundo como miles de personas sin hogar buscando su hogar perdido, por su lenguaje perdido. Todavía no hemos revelado el verdadero secreto, desde que volvimos del sueño más profundo, donde, según Pavic, es Dios, que conoce sólo uno, quien ha sido bastante profundo’, es lo que nos dice o al menos lo que se maltraduce. Tan dudoso, tan oscuro y tan inaccesible como el espectáculo en sí, que se contempla sin cansancio pero sin avidez, como una de tantas cosas casi aceptables que pueblan los escenarios de nuestro tiempo.
VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 6
Dramaturgia 6
Coreografía: 6
Música original: 6
Puesta en escena: 7
Interpretación: 6
Producción: 7
Festival Internacional de Verano de El Escorial
Dream Hunters
Ballet del Teatro Nacional de Belgrado
Basado en la novela de Milorad Pavić “Dictionary of Khazars”
75 minutos
Dirección y dramaturgia: Livija Pandur
Coreografía: Ronald Savković
Compositor: Miroslav Bako
Diseño de vestuario: Angelina Atlagić
Escenografía: NUMEN
Diseño de luces: Jaša Koceli
Intérpretes: Sonja Vukićević, Sanja Ninković, Tijana Šebez, Ljiljana Velimirov, Maja Stojakov, Milica Jevic, Mina Radoja, Milena Ogrizović Dejan Kolarov, Milan Rus, Igor Pastor, Nicola Bianco, Miloš Živanović, Jose Iglesias, Antonio Bibbò
Producción: National Theatre Belgrade y Opera and Theatre Madlenianum
Productor en España: Lucia Bevia Producciones COMEDIARTE,SL.