La Cenerentola, la Cenicienta de Rossini

La Cenerentola, la Cenicienta de Rossini

Inicio de temporada en el Teatro Real con esta popular ópera sin madrastra ni hada madrina ni zapatito de cristal. Esta producción franco-noruega de hace cuatro años tiene una puesta en escena fantasiosa y aniñada a la que se ha incorporado un elenco notable que hará las delicias de los entusiastas del compositor italiano.

La Cenerentola, ossia la bonta in triunfo (La Cenicienta, o sea, El triunfo de la bondad) fue compuesta por Giachino Rossini (1792-1868) a contrarreloj en tan solo 24 días, con asombrosa rapidez y genial coordinación con el libretista Jacopo Ferretti. A sus 25 años era ya un compositor consagrado, con 19 óperas en su catálogo,y el éxito de El barbero de Sevilla un año antes. Ante la premura del tiempo, Rossini trabajó a destajo, reutilizando fragmentos de óperas precedentes, como solía hacer, además de contar con un colaborador para que le escribiera los recitativos.

Estamos ante una de sus partituras más rossinianas, si se nos permite la redundancia, inconfundible reflejo de ese ‘Código Rossini’, como fuera bautizado por el escritor Julian Budden constatando la adopción de fórmulas repetidas desde el principio de su carrera, seguidas constantemente en lo que respecta a oberturas, arias, estructuras y conjuntos. El público se hacía romántico y quería personajes más potentes y una acción más rápida. Había que trabajar rápido y necesitaba una especie de plantilla, fórmulas probadas: en los siete años de 1812 a 1819, escribió 27 óperas, a menudo con el agua del estreno inminente al cuello. Y como no le bastaba con el truco de su ‘código’ recurrió al más descarado reciclaje, copiando pasajes que ya habían tenido éxito en partituras anteriores.

Debido a las limitadas posibilidades técnicas del escenario del teatro previsto para el estreno romano y al apremio en la fecha, -pero quizás no solo por eso-, Rossini y Ferretti decidieron crear una versión del cuento despojada de elementos fantásticos: la malvada madrastra fue reemplazada por el mezquino padrastro Don Magnífico; el hada madrina desaparece, dejando a un enviado divino, Alidoro, como ‘protector’ de la desdichada criada, y el icónico zapato es sustituido por un brazalete.

Tanto el perfil de los personajes como la partitura revelan una perfecta ósmosis entre la tradición del ‘dramma giocoso’ y de la ópera bufa ¬con Don Magnifico y Dandini, herederos de la commedia dell’arte¬ y elementos de un ‘realismo’ ya romántico representado por el filósofo Alidoro o la pareja protagonista. Con su asombrosa riqueza melódica y una paleta orquestal de brillante eficacia, Rossini se regodea con la comicidad de personajes y situaciones -con geniales números de conjunto-, entramado pegadizo en el que introduce no obstante arias belcantistas de gran virtuosismo.

Se considera que esta Cenicienta con exagerada moraleja moral contiene algunas de sus mejores composiciones para voz sola y conjuntos, y algunos de los más difíciles pasajes de su producción, entre ellos el rondó final de Angelina «Nacqui all’ affanno…non piú mesta». Ocupa el número 29 en la lista Operabase de las óperas más representadas en todo el mundo, la segunda de Rossini, después de El barbero de Sevilla.

Para tan clásico elemento del repertorio más canónico, la escenografía del noruego Stefan Herheim aporta mucha variedad e imaginación, con módulos laterales en continua metamorfosis y unos paisajes vídeográficos al fondo que no paran de cambiar. Tan profusamente variante es el escenario que a menudo distrae de la trama y de las voces. Los figurines de Esther Bialas llevan al paroxismo el tono bufo de la escena, muy bien iluminada con el diseño de Andreas Hofer, poblada por el continuo trasiego de los personajes en una dramaturgia acelerada de Alexander Meier-Dörzenbach.

En conjunto la dirección artística de Herheim es notable técnicamente, aunque sea cuestión de gusto la calificación final. En nuestra modesta opinión es de una gran brillantez técnica pero cualitativamente algo vulgar. Insiste en los elementos taumatúrgicos del cuento en contra del realismo intencionado de Rossini, en un juego ilusionista que desde el Real se ve más cercano al universo de Lewis Carroll que al de Charles Perrault. Incopora la imagen del mismo Rossini a Don Magnífico, los personajes se alternan en dirigir la trama con una pluma a modo de batuta, y todo resulta un tanto bufonesco.

La dirección musical de Riccardo Frizza, que ya dirigió en el Teatro Real las dos versiones deTancredi, también de Rossini, en 2007, pasa bastante desapercibida. Es correcta y discreta, dirigiendo a un doble reparto que en la función de este martes estabas encabezado brillantemente por la mezzosoprano rusa Aigul Akhmetshina, vocalmente notable, poderosa en sus arias, acertada siempre en el canto y la actuación, a la que puede augurarse mucho futuro. La acompañaba el tenor italoamericano Michele Angelini como Don Ramiro, ese príncipe que no se fía de las apariencias, el barítono lírico gallego Borja Quiza, que da otro paso firme en su carrera, como Dandini, el sirviente al que el príncipe le hace pasar por él para observar sin ser observado, y el imponente barítono siciliano Nicola Alaimo como Don Magnífico, ese papá de dos hijas casaderas, -Clorinda a cargo de Natalia Labourdette y Tsiber a cargo de Carol García-, y padrastro de la pobre cenicienta. Una mención final elogiosa para el bajo Riccardo Fassi que en ese papel tan absurdo de Alidoro tiene intervenciones notables, y que curiosamente también interpretaba en la producción de Les Arts en Valencia el pasado docidembre, con dirección musical de Carlo Rizzi y dirección de escena y vestuario de Laurent Pelly.

El Coro titular, esta vez solo con sus componentes masculinos, destacó como habitualmente a pesar de una lamentble presencia en escena, y la Orquesta titular, que volvía a interpretar esta partitura tras la anterior producción en el Real de ella en 2007, estuvo más desangelada que de costumbre. El caso es que en llegando a las tres horas de representación audiovisual el público aplaudió con cierta insistencia al caer el telón, demosgtrando que a pesar de los pesares los trucos rossinianos, sus inconfundibles juegos vocales, sus siempre gratos acordes orquestales, siguen siendo pasado el tiempo un artículo de lujo en el prosaico mundo actual.

El segundo acto es inferior al primero y todo en él parece ya visto y oído. El final se hace desear porque Rossini se ve capacitado para introducir una disquisición final exagerada en moralina y duración. Sin ella y sin intermedio, con una orientación menos chusca porque ya viene suficientemente bufa de origen, esta Cenerentola estaría a la altura de los tiempos. Pero la hora de permitirse libertades con el original aún no ha llegado al género operístico. Quizás nunca llegue y probablemente sea mejor así.

VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 7
Música: 8
Libreto: 7
Dirección musical: 6
Interpretación: 8
Dirección artística: 7
Puesta en escena: 7
Producción: 7
Documentación a los medios: 6

Teatro Real
LA CENERENTOLA, OSSIA LA BONTÀ IN TRIONFO
Dramma giocoso en dos actos
Música de Gioachino Rossini (1792–1868)
Libreto de Jacopo Ferretti, basado en el cuento Cendrillon (1697) de Charles Perrault, en el libreto de Charles-Guillaume Etienne para la ópera Cendrillon (1810) de Nicolas Isouard, y en el de Francesco Fiorini para la ópera Agatina ou la virtù premiata (1814) de Stefano Pavesi

Del 23 de septiembre al 9 de octubre de 2021.
Estrenada en el Teatro Valle de Roma el 25 de enero de 1817
Estrenada en el Teatro Real el 17 de enero de 1851

EQUIPO ARTÍSTICO

Director musical Riccardo Frizza
Director de escena Stefan Herheim
Escenógrafos Stefan Herheim
Daniel Unger
Figurinista Esther Bialas
Iluminador Andreas Hofer (Phoenix)
Dramaturgo Alexander Meier-Dörzenbach
Diseñador vídeo Torge Møller (FettFilm)
Director del coro Andrés Máspero
Director reposición Steven Whiting
Iluminador reposición Pedro Chamizo
Asistente del director musical Pedro Bartolomé
Asistente del director de escena Marco Berriel

Continuo
Fortepiano Daniela Pellegrino
Violonchelo Dragos Balan

REPARTO
Don Ramiro Dmitry Korchak (20, 23, 25, 27, 30 sep; 2, 4, 8 oct) Michele Angelini (24, 26, 28 sep; 1, 3, 5, 9 oct)
Dandini Florian Sempey (20, 23, 25, 27, 30 sep; 2, 4, 8 oct)
Borja Quiza (24, 26, 28 sep; 1, 3, 5, 9 oct)
Don Magnifico Renato Girolami (20, 23, 25, 27, 30 sep; 2, 4, 8 oct)
Nicola Alaimo (24, 26, 28 sep; 1, 3, 5, 9 oct)
Clorinda Rocío Pérez (20, 23, 25, 26, 27, 28, 30 sep; 1, 2, 4, 5, 8, 9 oct) Natalia Labourdette (24 sep; 3 oct)
Tisbe Carol García
Angelina Karine Deshayes (20, 23, 25, 27, 30 sep; 2, 4, 8 oct)
Aigul Akhmetshina (24, 26, 28 sep; 1, 3, 5, 9 oct)
Alidoro Roberto Tagliavini (20, 23, 25, 27, 30 sep; 2, 4, 8 oct)
Riccardo Fassi (24, 26, 28 sep; 1, 3, 5, 9 oc

Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real
Coproducción de Den Norske Opera de Oslo y la Opéra national de Lyon
Duración aproximada 2 horas y 53 minutos
Acto I: 1 hora y 32 minutos
Pausa de 25 minutos
Actos II: 56 minutos
Fechas 23, 24, 25, 26, 27, 28, 30 de septiembre
1, 2, 3, 4, 5, 8, 9 de octubre
Inicio 19:30 horas.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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