Tu mano en la mía

Tu mano en la mía

Esta adaptación teatral de los cuatro centenares de cartas que Antón Chéjov y la actriz Olga Knipper intercambiaron en seis años,-antes y durante su matrimonio y hasta la muerte del escritor- es muy buena, una muy sentimental historia de amor que quizás no aguantaríamos si no admiráramos tanto a su protagonista.

Antón conoció a Olga, una joven alemana que se abría paso en el teatro ruso, en la lectura de La Gaviota, que Nemiróvich y Stanislavsky convirtieron de fracaso anterior en éxito imperecedero tras su versión en el Teatro del Arte de Moscú. Él escritor era ocho mayor que la actriz. Primero fueron amigos, luego amantes y, finalmente, marido y mujer, aunque condenados a vivir a distancia casi todo el tiempo por la disparidad de vida y trabajo. En los apenas seis años que duró su relación se cruzaron más de 400 cartas que traslucen una relación literariamente gozosa pero prácticamente irresuelta, probablemente mucho menos feliz de lo que nos presenta la extraordinaria y benévola versión teatral que presenciamos.

Las autora, Carol Rocamora, es ciertamente uno de los mayores expertos sino el mayor actualmente en la obra de Chéjov; ha traducido toda su producción dramática al inglés, y sus versiones se han representado en Broadway y Londres. También ha adaptado al teatro un buen número de sus cuentos y relatos. Su adaptación teatral de estas cartas, ‘I Take Your Hand in Mine’, se publicó en 2000, se estrenó en Londres, pasó a París de la mano de Peter Brook interpretada por Michel Piccoli, y ya ha estado en unas veinte ciudades del mundo antes de llegar a Madrid.

Rocamora, cuya nacionalidad -hispana sin duda- no hemos podido averiguar, recrea de forma emocionante y divertida un romance a distancia, con encuentros fugaces entre el escritor atareado en algunas de sus grandes tragicomedias y la actriz entregada a su creciente protagonismo en la escena rusa. La adaptación elige una línea melodramática que apenas esboza conflictos -la ambición de ella, las sospechas de él- y que encantará a los amantes del género romántico, historias sentimentales maravillosas salpicadas de dramas terribles -en esta, ella debe abortar y pasar una grave enfermedad, y él muere sumido en achaques a los 45 años-, de las que casi nunca se producen en la realidad.

Pero la dramatización de esta correspondencia es excelente y coloca a Rocamora por encima de muchos profesionales (completada por una traducción impecable del también director y Paloma Rojas), suponiendo un sobresaliente cimiento para el resto de los notables ingredientes de esta puesta en escena. En primer lugar, la impecable dirección de Santiago Sánchez, que consigue una hilación y una veracidad notables para un difícil diálogo en el que hace notar también sus virtudes en la dirección actoral.

Un difícil diálogo, efectivamente, en el que la pareja ‘vive’ las cartas y debe cambiar de registro continuamente. En el que Rebeca Valls y José Manuel Casany están a la altura del desafío, ella quizás adquiriendo un protagonismo excesivo, como corresponde al momento que vivimos, de culto agobienta al género femenino. Valls y Casany a dos metros del público, en esa cuerda floja que es para los actores el teatro de pequeño formato, tras un calentamiento inicial un poco hierático despliegan toda la gama de expresiones y gestos faciales y corporales que exige esta representación dentro de la representación, y convencen. Totalmente.

Director e intérpretes están bien acompañados por una escenografía escueta, un vestuario tan ecléctico como creible, y una iluminación y una música tan discretas como agradables, todo correcto en esta producción de la compañía valenciana. El público, que casi llenaba las 150 localidades y era en su gran mayoría femenino, disfrutó de este viaje a un nostálgico pasado de cartas de amor, pasiones vibrantes y vidas excepcionales que nos hace olvidar una realidad tan fea y desagradable a veces.

De Antón Chéjov (1860-1904) poco hay que añadir, pues ha pasado al olimpo con sus cuatro piezas hoy día de culto masivo: La gaviota, Tío Vania, Las tres hermanas y El jardín de los cerezos. No fue muy feliz, vivió poco y tuvo que ejercer de médico hasta que le llegó una fama enorme en los últimos años de su vida (aunque al parecer llevaba bien el doblete y dijo alguna vez que ‘la literatura es mi esposa legítima y la medicina, mi amante. Cuando me canso de una, paso la noche con la otra’. También dijo en algún momento que la brevedad es hermana del talento; que en la persona todo debe ser hermoso: su rostro, su ropa, su alma y sus pensamientos; que los hombres inteligentes quieren aprender y los demás, enseñar; y que la felicidad no existe, que lo único que existe es el deseo de ser feliz. Peter Brook diría que ‘la historia que sale de las cartas, trágica y cómica, es como el argumento de una nueva obra suya’.

Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Interés, 7
Dramaturgia, 9
Dirección, 8
Interpretación, 8
Escenografía, 6
Producción, 7
Documentación a los medios, 8

Centro Cultural de la Villa
Tu mano en la mía
De Carol Rocamora a partir de las cartas de Antón Chéjov y Olga Knipper
Dirección Santiago Sánchez
Del 4 al 28 de noviembre

Elenco: Rebeca Valls, José Manuel Casany

Versión castellana: Santiago Sánchez, Paloma Rojas
Diseño gráfico: MINIM Comunicación
Diseño de escenografía: Dino Ibáñez
Diseño de iluminación: Rafael Mojas
Música: Víctor Lucas
Diseño de vestuario: Elena S. Canales
Producción: L’OM-Imprebís

Horario
De martes a sábado a las 20:30 horas
Domingos a las 19:30 horas.
Duración
80 minutos aproximadamente.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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