Ingentes vasos comunicantes en el Reina Sofía

Ingentes vasos comunicantes en el Reina Sofía

Un museo entero y verdadero se recarga, se renueva y se transforma. No se ve todos los días lo que acaba de suceder con la colección permanente de este templete en honor al arte contemporáneo. Un laberinto de 12-15.000 metros cuadrados (medirlo es difícil) en el que perderse y hallarse durante horas si no días.

El viernes fue un reestreno destinado a durar algunos años. A lo largo de su aún breve historia, de poco más de treinta años, en el Reina ha habido varias reordenaciones parciales. Pero la propuesta que ahora podrá ver el público supone una relectura integral, que afecta a la colección al completo, dos mil obras de arte, desde el origen de la modernidad de finales del siglo XIX hasta llegar al presente. El resultado es fruto de diez años de investigación, dos de montaje y el trabajo de prácticamente todos los departamentos del Museo.

El recorrido es un rompecabezas que se puede armar a voluntad, que se extiende por cuatro plantas del edificio Sabatini (incluida la planta más baja del ala sur, que ha sido al fin recuperada como espacio expositivo) y dos de la ampliación, el edificio que construyó Jean Nouvel. Un 70% de las obras estaban en los depósitos o desperdigadas y se muestran por primera vez en la colección permanente. Muchas de ellas han pasado a formar parte de los fondos en los últimos años, fruto de donaciones, compras y depósitos. Su incorporación ha permitido abordar temáticas de moda, como la emigración, el colonialismo, la ecología, el movimiento 15-M o la identidad de género, así como incrementar de forma significativa la presencia de mujeres artistas, acentuar el papel de la fotografía y el cine -con la inclusión de cientos de videos e instantáneas- e incluir la arquitectura en el discurso expositivo de manera transversal. En vez de seguir un orden cronológico, las obras se agrupan bajo epígrafes temáticos y se acompañan además de abundante documentación bibliográfica y de archivo, prescindiendo de una lectura lineal, ese relato contemporáneo que huye del orden lógico, amontona sin sentido, facilita disgresiones y favorece una mezcolanza de la que puede salir el futuro o la nada.

El director del Museo, Manuel Borja-Villel, pretende repensar el modo en que se cuenta el arte desde este lugar concreto nuestro, precisamente España. ‘Pretendemos que las reflexiones propuestas estén vinculadas al ahora y por ello se abordan temas que preocupan a todo el mundo: los exilios, la crisis o el feminismo’. Oportuno pero coyuntural, popular pero superficial, políticamente correcto pero profundamente incorrecto. Rosario Peiró, responsable del Área de Colecciones del Museo, explica cómo se ha desarrollado el discurso expositivo: ‘A partir de las obras creamos las historias. Hemos construido esta nueva colección intentando destacar algunas obras nuevas y haciendo lecturas diferentes de otras que ya estaban en las salas’. No hay más discurso previo que la corrección ideológica imperante. Y se nota.

Aunque se huya de una ordenación racionalista, hay cierta clasificación inevitable, que conviene llevarse aprendida de casa para no perderse -literalmente- en el magma visual, en el fluir incesante de imágenes, en los recovecos de espacios, en el laberinto artístico de nuestra época.

El orden cronológico, especialmente dificultoso, quizás dificultado a propósito, comienza en la planta 2 del edificio Sabatini dedicada a las vanguardias hasta el Guernica; sigue en la planta 4 del mismo edificio con el exilio y la autarquía; continuaría en la primera planta del edificio Nouvel con el arte iberoamericano, y llegaría al presente a través de la planta baja de Nouvel y los años ochenta, y la baja de Sabatini y los años noventa, para finalmente arribar, si es que arriban, a la primera de Sabatini con la actualidad más rabiosa.

El asunto queda más o menos así:

-Planta 0. Nuevo espacio con la obra de los años noventa, artistas institucionalizados y contracultura posmoderna.
-Planta 1. Individualismo, colectividad, arte producido en Latinoamérica y su relación con España.
-Planta 2. De las vanguardias al Guernica.
-Planta 3. Exposiciones temporales.
-Planta 4. Exilio y autarquía.

‘ De las vanguardias al Guernica’ se adentra en los momentos históricos en los que nacieron laquellas, entre finales del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX. La modernidad está relacionada con la evolución y la consolidación de la ciudad, donde se generan importantes cambios sociales y culturales. Así, el arte más reciente deja atrás los espacios oficiales y busca diferentes formas de difusión y comunicación, como las galerías, las exposiciones, las publicaciones y revistas. Ya en los años treinta, como resultado de los acontecimientos sociales y políticos que se suceden, muchos artistas toman una postura pública y convierten no solo el arte, sino sus emplazamientos, en lugares de transformación.

En ‘Exilio y autarquía’ se muestra el complejo contexto en el que vivieron tanto los creadores que permanecieron en España como los que se exiliaron a consecuencia de la guerra civil, así como las aportaciones realizadas en el terreno cultural y artístico entre 1939 y los años 50 dentro y fuera del país. En la misma planta el espectador podrá encontrar, bajo la denominación de ‘Doble exposición: el arte y la guerra fría’, una novedosa interpretación del contexto del arte y la cultura en una época en la que Estados Unidos, tras la Segunda Guerra Mundial, se consolida como primera potencia mundial y trata de propagar, con diferentes resultados, su hegemonía cultural más allá de sus fronteras. La sala de Protocolo del edificio Sabatini recrea parcialmente el Laboratorio PLAT de José Val del Omar, creado por el cineasta.

‘Individualismo, colectividad, arte producido en Latinoamérica y su relación con España’ ofrece en la parte agrupada bajo la denominación de ‘Los enemigos de la poesía: Resistencias en América Latina’, el arte producido aquí entre 1964 y 1987 en su relación con España. Las transformaciones políticas de la época y la aparición de nuevas prácticas artísticas, como el arte correo, la apropiación de los nuevos medios y de las tecnologías de comunicación de masas, la utilización del cuerpo como herramienta de expresión y crítica social, la intervención en la esfera pública, el cuestionamiento del sistema del arte y de las instituciones, y la redefinición del papel del espectador.

En ‘Un barco ebrio: eclecticismo, institucionalidad y desobediencia en los ochenta’ (Nouvel 0), se profundiza en un momento clave de los años 80, marcado por la Documenta de Kassel de 1982, dirigida por Rudi Fuchs y en la que participan artistas muy notables como Hans Haacke y Marcel Broodthaers y donde aparecen muchas figuras clave para entender la contemporaneidad. Son, además, los años de irrupción del sida y cuando empieza a gestarse la caída del Muro de Berlín, con una nueva eclosión de los mercados financieros y lo que eso supone. En España, se promovió a nivel institucional el talento artístico local dentro y fuera del país con grandes exposiciones de autores internacionales. La década de los ochenta también fue escenario de una corriente de pensamiento feminista y periodo muy prolífico para el medio fotográfico, con revistas emblemáticas que acogieron sus trabajos.

‘Dispositivo 92 ¿Puede la historia ser rebobinada?’ (Sabatini 0) muestra el arte producido en los años noventa, una época en la que tienen lugar muchos de los cambios que explican el mundo actual. Se hace referencia a la Expo de Sevilla y las operaciones urbanísticas del 92; las denuncias ecologistas y la crítica de diferentes agentes sociales. También está presente la reivindicación del espacio público, así como las reacciones contrarias a la celebración del Quinto Centenario. El proyecto Principio Potosí, las repercusiones de la Conferencia de Berlín de 1884, o el proceso de descolonización en distintos países de América Latina, junto a los temas de la identidad y la emigración que aborda el arte contemporáneo salvadoreño están representados en esta parte de la colección. A ellos se une varias obras relacionadas con el zapatismo y los trabajos de una generación de artistas contemporáneos guatemaltecos, profundamente vinculados a su cultura maya. En relación con este discurso también se expone en la sala de Protocolo del edificio Sabatini una instalación que recrea parte del Museo de Reproducciones Pictóricas de Lima.

‘ Éxodo y vida en común’ (Sabatini 1) se desparrama por las movilizaciones sociales, la ecología, el urbanismo, los conflictos internacionales, el feminismo, las embarradas huellas del progreso y el imperio de la imagen. Arranca con las fotografías de la catástrofe ecológica del petrolero Prestige frente a las costas gallegas en 2002 y las movilizaciones del 15M, donde las plazas ocupadas de las ciudades se convirtieron en lugar de supuesta producción estética. También se exhiben obras de artistas españoles relacionas con el feminismo como fenómeno global. La la expansión inmobiliaria y la resistencia vecinal frente al urbanismo depredador tienen su sitio. Varios artistas españoles de la última generación presentan sus esbozos de alternativas sociales. El uso cotidiano de las tecnologías digitales completa el recorrido. En paralelo, formando parte de esta lectura, en una amplia sala de la planta tercera del edificio Sabatini se muestra la obra Küba, de Kutluğ Ataman (1961, Turquía), reflejo de la vida de los habitantes de los suburbios de Estambul.

Una descripción más detallada nos obligaría a emplear varias páginas y aún así no acotaríamos el tema, que solo la experiencia personal puede completar. Solo algunas notas de color: la presencia audiovisual es enorme mientras que la pintura casi desaparece conforme llegamos a hoy. Montones de instalaciones pueden sorprender, gustar o considerarse innfantiloides, y realmente las vanguardias del siglo XX, objeto esencial de la museística contemporánea hasta ayer mismo, quedan relegadas ante la exhuberancia mayoritariamente banal de lo ocurrido en el cambio de siglo, las dos últimas décadas del anterior y las dos primeras de este, un batiburrillo que ni los especialistas pueden desmenuzar, un estallido de las etiquetas y las calsificaciones, un universo mediatizado por la proliferación de ‘artistas’, la mercadotecnia, el ‘bisnes’ y la presión de las audiencias guiadas por los ‘mass media’ y la red de redes. El arte global.

Habrá que hacer un recorrido exhaustivo y muchas catas pormenorizadas. La orientación general, teniendo en cuenta las circunstancias del momento, es aceptable, aunque sesgada hacia el horizonte progre e ignorante del renacido segmento conservador. Una grandiosa aportación del Museo y un innegable mérito con el que su director encara una próxima retirada en la que no le faltará rumbo a elegir.

Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 10
Despliegue: 8
Comisariado: 8
Catálogo: n/h
Documentación a los medios: 8

MUSEO REINA SOFÍA
Vasos Comunicantes 1881-2021
Del 26 de noviembre de 2021 en adelante
Dirección del proyecto y comisariado: Manuel Borja-Villel y Rosario Peiró

Comisarios:
Lluis Alexandre
Cristina Cámara
Lola Hinojosa
Agar ledo
Isabella Lenzi
Fernando Marza
Salvador Nadales

Asistentes del comisariado:
Irene Chacón
Raúl Martínez
Francisco Rojas

Comité Científico:
Carles Guerra
Germán Labrador
Jordana Mendelson

Dirección de coordinación y montaje:
Carolina Bustamante
Almudena Díez

Coordinación:
Ruth Gallego
Carla Giachello
Teresa López
Sonia Pastor

Arquitectura:
Rafael M. Hernández
Jesús Vicente

Restauración:
Paloma Calopa
Manuela Gómez
Pilar Hernández

Biblioteca y archivo:
Guillermo Cobo
Ida Morán

Registro de obra de arte
Raquel Gómez
Laura González
Carmen Morais
Mar Ortega
Pureza Villaescuerna
Guillermo Villaumbrales

Montaje
HORCHE S.A.

 

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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