Un abrecartas para hurgar heridas

Un abrecartas para hurgar heridas

El legado póstumo de un destacado músico español contemporáneo es una ópera enmarañada de libreto y partitura, y consagrada al descrédito del anterior régimen y a un rencor sin paliativos. Los méritos de su puesta en escena e interpretación musical quedan así lastrados por un lastre que perjudica la recepción de una obra difícil y malograda.

El Teatro Real ha estrenado, unos meses después de su fallecimiento, la última ópera del compositor Luis de Pablo (1930-2021), con libreto de Vicente Molina Foix, a partir de su obra homónima. Con seis funciones en una producción propia, consta de un prólogo y seis escenas, ‘relatos epistolares de vencedores y vencidos, de vividores sin escrúpulos y de supervivientes rotos, tan pasionales como desdichados’, según el autor del libreto; una ficción que utiliza personajes reales para presentar la historia según prejuicios previos y recuerdos sesgados. Como el libreto y la puesta en escena son prácticamente ininteligibles, les resumimos el argumento según indicaciones de su autor:

-PRÓLOGO (FUENTE VAQUEROS, 1907)
Rafael González Sanahuja, amigo de la escuela de Federico García Lorca, escribe la primera carta de las que componen la obra. Evoca en ella la infancia en la que ambos jugaban a los «lobicos» y las «ovejicas».
-ESCENA PRIMERA (VELINTONIA Y GRANADA, 1932)
Bailan música de moda unos mariquitas convocados por Vicente Aleixandre en su casa, cita a la que llega tarde Lorca que les canta y toca al piano unos ripios suyos. Aleixandre y el joven abogado ugetista Andrés Acero se prometen amor citando versos del poeta anfitrión. A continuación y ya en Granada, este Rafael espera a su prima Setefilla para ir a ver a la compañía La Barraca. Federico hace el papel de La Sombra, mientras Setefilla observa cautivada a Manuela Riera, una joven actriz que volverá a aparecer en la escena cuarta.
-ESCENA SEGUNDA (GUERRA Y MUERTE, 1936-1937)
La letanía triunfal de los vítores a Federico tras la representació se hace sombría en el arranque de un lamento fúnebre que empieza Miguel Hernández por su muerte. El poeta viste de miliciano, junto al soldado Rafael González Sanahuja que cae mortalmente herido y los suboficiales Andrés Acero y Alfonso Enríquez.
-ESCENA TERCERA (LOS DERROTADOS, 1942)
Aleixandre, acostado en su cama de convaleciente, escribe un poema. Setefilla le cuenta el buen humor de un gravemente enfermo Miguel Hernández, prisionero en la cárcel de Alicante, donde ella, profesora allí desterrada, le visita. Aleixandre, que ayuda económicamente a su amigo preso, recibe carta de Andrés, su amante exiliado en México, donde acabará suicidándose. Y en otra carta Setefilla le comunica también que Hernández ha muerto esa mañana. Mientras, Ramiro Fonseca, un misterioso acechante que ha ido apareciendo en las escenas anteriores, escribe a su vez al comisario general de la policía política para ofrecerse como delator de intelectuales antifranquistas, acompañando su petición de una rídicula loa al Caudillo.
-ESCENA CUARTA (LOS DERROTADOS, 1948)
En su celda del penal de Ocaña, Alfonso Enríquez, profesor de arte represaliado, le escribe a su mujer, la actriz Manuela Riera. La censura tacha palabras, y aparece Salvador, el amante de Manuela. Fonseca los espía. El triángulo que forman estos tres personajes aísla a Alfonso, que se sabe engañado por su mujer, sin saber con quién. El partido comunista recrimina a Manuela por traidora.
-ESCENA QUINTA (ORTEGA Y D’ORS, 1955)
En la jefatura de Orden Público, Fonseca denuncia a intelectuales sospechosos de subversión, pone en duda la conversión de Ortega y Gasset antes de morir, y da datos del paganismo y el desenfreno amoroso de Eugenio d’Ors, aun siendo falangista; los ‘grises’ se burlan burdamente de los denunciados. En una horrible ceremonia clerical se bendice a sus tres hijos, consagrados a la causa nacional, y después, siguiendo a d’Ors y sus tres queridas, llegamos al cementerio donde el filósofo, muerto en pleno aquelarre, va a ser enterrado en una ceremonia donde no faltan los coches oficiales y las banderas del régimen. La Sombra blande una botella de Vichy con la que riega el cadáver. A Fonseca su superior le abre un expediente por ‘protagonismo gratuito’, mientras él grita al vacío: ¿Alguien me escucha?.
-ESCENA SEXTA (SALVADOR, 1956)
Alfonso Enríquez escribe a Manuela junto a una reproducción de La Venus de Urbino, de Tiziano, pero le contesta Setefilla contándole que ha desparecido y que ambas tenían amores lésbicos. Al encontrarse, los dos respetan la memoria de Manuela evocando un poema del libro La destrucción o el amor de Aleixandre que nunca podrán olvidar.

Este mortal batiburrillo es puesto en escena por el director artístico, Xavier Albertí, de forma tan brillante como tendenciosa, por lo que las virtudes visuales resultan ensombrecidas por una podredumbre conceptual producto de un chirriante antifranquismo. Tiene que articular las referencias históricas con el mundo espectral de las voces escritas y no consigue expresarlo con claridad. Notables las atmósferas lumínicas de Juan Gómez Cornejo, la escenografía metafórica diseñada por Max Glaenzel con grandes módulos rodantes, y el vestuario de Silvia Delagneau.

La dirección musical de Fabián Panisello, resultó acertadísima intentado encontrar cohesión en una partitura a la que llamarla ecléctica sería poco. Con una escritura orquestal casi camerística a pesar de requerir una orquesta de grandes proporciones, tan variada como desconcertante, con gran número de instrumentos pero sin densidad sinfónica, la partitura de De Pablos naufraga donde naufraga toda la vanguardia de la segunda mitad del siglo pasado, en su componente vocal, que raras veces roza la emoción, que es frío y desangelado, y que sentencia el contenido intelectualista, autista, sin atisbo sentimental, de la música de este autor. Sí que hay parodias facilonas, como ridiculizar al comisario de policía con voz de contratenor, o evocaciones crueles de un cuplé destemplado, así como citas del cancionero renacentista español o de cancioncillas populares, pero todo ello desfila en un contexto apagado, tedioso y enrarecido, al que salva el durar no más de cien minutos. De Pablos, sin embargo se auto alababa el tono casi erótico de la partitura y aspiraba a conmover: ‘No basta con que uno la vea y se ría o se emocione simplemente. Para mí es muy importante hacerla sentir. Quiero que el espectador no la vea, sino que la padezca’. La padecimos, sí, pero en negativo.

Un reparto al completo formado por cantantes españoles intenta dar vida a los personajes: los tenores Airam Hernández (Federico García Lorca), José Manuel Montero (Rafael), Mikeldi Atxalandabaso (Alfonso) y Jorge Rodríguez-Norton (Andrés Acero); los barítonos Borja Quiza (Vicente Aleixandre), José Antonio López (Miguel Hernández) y Vicenç Esteve (Ramiro); las mezzosopranos Ana Ibarra (Salvador / Setefilla) y Laura Vila (Sombra), el contratenor Gabriel Díaz (Comisario) y el bajo David Sánchez (Eugenio D’Ors) ofrecen una notable aportación colectiva, tanto actoral como vocal, pero apenas consiguen que sepamos quién es quien en un desbarajuste que empieza suavecito, pero va convirtiéndose en puro disparate esperpéntico.

Dice el Real que el fallecimiento de Luis de Pablo el pasado 10 de octubre a los 91 años ensombrece este estreno mundial de su última ópera, en la que el compositor nos sorprende con un lenguaje alejado de sus óperas precedentes, más cantábile, expresivo y evocador de la tradición musical española, en ese camino de búsqueda y experimentación sin complejos que ha caracterizado toda su carrera artística. Aunque la música vocal ocupó siempre un lugar destacado en la producción de Luis de Pablo -compositor de grandísima cultura literaria y verdadera fascinación por la palabra y sus ecos sonoros y semánticos-, su corpus operístico lo conforman seis óperas escritas a lo largo de cerca de 30 años: Kiu (1983, Teatro de la Zarzuela), El viajero indiscreto (1990, Teatro de la Zarzuela), La madre invita a comer (1993, Bienal de Venecia, Teatro Goldoni), La señorita Cristina (2001, Teatro Real), Un parque (2005, Bienal de Venecia, Piccolo Arsenale) y, finalmente esta, El abrecartas, concluida en 2015, una especie de ‘testamento vital’ en colaboración con Vicente Molina Foix, con el que ya había trabajado en cinco obras vocales anteriores, incluyendo el libreto de tres óperas: El viajero indiscreto, La madre invita a comer y El abrecartas.

La novela de Molina, Premio Nacional de Narrativa de 2007, es, en las palabras de su autor, una ‘anti-epopeya coral amarga, llena de meandros y surcada por figuras reales y ficticias de la España del siglo XX, que se intercambian versos y amenazas, que se escriben cartas de amor y mensajes secretos que no llegarán a su destino, aunque otros los leerán y manipularán’. La partitura abarca únicamente las primeras 220 páginas del libro. Partiendo de una foto antigua del colegio de Fuente Vaqueros en la que aparece Federico García Lorca con 6 o 7 años, vestido de blanco, junto al resto de los alumnos, el autor creó una novela epistolar en la que da vida a uno de los niños anónimos del retrato, al que llama Rafael, que crece fascinado con el poeta. Aunque el trasfondo histórico de la obra sea real -el asesinato de Lorca, la muerte de Miguel Hernández, el suicidio de Acero en México, etc.¬ y se utilicen incluso fragmentos de documentos auténticos, los textos epistolares que entrelazan las vivencias de los personajes son absolutamente ficticios.

Una vez más, la llamada novela histórica y por ende el teatro histórico y esta ópera histórica, se demuestran poco históricas, un recurso que emborrona la memoria personal y colectiva en función de la inventiva parcial y sesgada del ‘creador’ de turno y del régimen vigente y sus vicarios en el poder. Si resulta tan lícito como el que más el homenaje a Vicente Aleixandre, Premio Nobel de Literatura en 1977, cuya casa frecuentaban De Pablo y Molina, no lo es usarlo para volver a los tópicos, los rencores, las frustraciones del pasado. Y que el Teatro Real y su director Gregorio Marañón se unan a tan triste ceremonia de la confusión, es simple constatación de lo lejos que hemos llegado en la deriva. En el estreno, aunque los periódicos de Madrid no lo contaran, una parte del público se marchó en silencio al bajar el telón. En la última función, fueron menos las desaprobaciones explícitas, pero los aplausos resultaron poco más que de compromiso. Y siempre la claque grita algún bravo por ver si cunde.

Aproximación al espectáculo (valoración del 1 al 10)
Interés: 5
Libreto: 4
Partitura: 6
Dirección musical: 7
Dirección artística: 7
Intérpretes: 8
Puesta en escena: 8
Producción: 8

Teatro Real
El abrecartas
Ópera en un prólogo y seis escenas
Música de Luis de Pablo (1930 – 2021)
Libreto de Vicente Molina Foix, basado en su novela homónima (2006)
Nueva Producción del Teatro Real

EQUIPO ARTÍSTICO
Director Musical I Fabián Panisello
Director de Escena I Xavier Albertí
Escenógrafo I Max Glaenzel
Figurinista I Silvia Delagneau
Iluminador I Juan Gómez Cornejo
Coreógrafo I Roberto G. Alonso
Director del Coro I Andrés Máspero
Directora del Coro de Niños I Ana González
Coro y Orquesta titulares del Teatro Real
(Coro Intermezzo / Orquesta Sinfónica de Madrid)
Pequeños Cantores de la JORCAM

REPARTO
Federico García Lorca I Airam Hernández
Vicente Aleixandre I Borja Quiza
Miguel Hernández I José Antonio López
Rafael I José Manuel Montero
Alfonso I Mikeldi Atxalandabaso
Andrés Acero I Jorge Rodríguez-Norton
Salvador / Setefilla I Ana Ibarra
Ramiro I Vicenç Esteve
Comisario I Gabriel Díaz
Eugenio d’Ors I David Sánchez
Sombra I Laura Vila

-Retransmitida en directo el 26 de febrero a las 19.30 horas en MyOperaPlayer, pasando a integrar su catálogo en el futuro.
-Radio Clásica, de Radio Nacional de España, grabará la ópera para su posterior emisión.
-En torno a la ópera se han organizado varias actividades paralelas en la Residencia de Estudiantes y la Fundación SGAE.
-El 3 de marzo, a las 12.00 horas, el Teatro Real rendirá homenaje a Luis de Pablo, Cristóbal Halffter y Antón García Abril en un concierto dedicado a la memoria de estos tres grandes compositores fallecidos el año pasado.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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