El Teatro Real presenta cinco años después de su estreno en la Ópera de Frankfurt, una pieza bienintencionada pero fallida compuesta por el oratorio escénico Juana de Arco en la hoguera (1938), de Arthur Honegger, precedido de la cantata La doncella bienaventurada (1893) de Claude Debussy. Un aquelarre escénico para dos aceptables composiciones musicales solo relacionadas por el tema, un argumento nacional-católico intragable a mayor gloria del mito fundacional de la grandeur française.
Van a ser ocho funciones y asistimos a la antepenúltima, con el espectáculo doblemente rodado, 105 minutos de ripiosa trama: en versos mal subtitulados el poema de 1850 ‘The Blessed Damozel’ del artista prerrafaelista inglés Dante Gabriel Rossetti para la cantata de Debussy (1862-1918), y en francés pretencioso de lirismo rimbombante, el libreto del escritor Paul Claudel (1868-1955) para el oratorio de Honegger (1892-1955), que no ha dejado de representarse en las ocho décadas transcurridas desde su estreno -cinco veces por ejemplo en el teatro Colón de Buenos Aires-, demostrando la potencia exportadora de la muy venerada cultura francesa.
De alguien habrá sido la idea de presentar las dos obras juntas y sin pausa, pero tras una única audición no prejuiciosa solo se explica por facilitar la introducción al difícil oratorio y ampliar la duración de la propuesta. La doncella asomada desde el cielo, contempla a su amante (femenina) en la tierra y añora el momento en el que lleguen a encontrarse en el paraíso. Allí arriba, con la Virgen María como su intercesora, la joven doncella pedirá a Jesucristo que les permita reunirse de nuevo para toda la eternidad. Y a continuación, en la guerra de los Cien Años aparece esta Jeanne -proclamada santa en 1920-, una joven campesina a la que la Inquisición culpa de herejía. Antes de ser quemada en la hoguera con la ayuda de un fraile que ha bajado del cielo cuentan su historia, las acusaciones falsas que ha sufrido por parte del poder clerical y cultural de la época. Recuerda a la multitud pidiendo su muerte por bruja y hereje, revive su juicio viendo como cerdos, asnos y ovejas a los que la condenan, recuerda su arresto y su entrega a los ingleses y como ayudó al rey a ser coronado, uniendo para siempre Francia como Dios quiere y la Virgen la protege.
Tamaño panfletón, cuya verosimilitud es casi nula y cuya primitiva religiosidad es bochornosa le ha caído en suerte a uno de los cinco directores artísticos de La Fura del Baus para lucirse cargando las tintas como habitualmente. La dramaturgia y puesta en escena de Àlex Ollé no decepciona a los admiradores y detractores de la marca de la casa. La coproducción se estrenó en Frankfurt el 12 de junio de 2017 con once minutos de aplausos finales según la corresponsal de La Vanguardia, emocionada doblemente porque en esos momentos coexistían en Alemania y Austria nada menos que cinco espectáculos fureros. ‘El teatro de La Fura dels Baus siempre se dirige a los cinco sentidos de una manera muy directa. No tienen miedo de los efectos teatrales, y siguen en busca de un lenguaje contemporáneo que puede ser muy explosivo, sobre todo cuando se trata de temas controvertidos’, la decía Bernard Loebe, el intendente de Oper Frankfurt en aquel estreno. Cinco años después mantiene sus méritos: catastrofismo sensacionalista para épater au bourgeois e impresionar a los ricachones europeos, aburridos de tener tanto y no saber qué hacer con ello. Sensacionalismo espectacular en ese inminente futuro distópico, catastrófico y tremebundo, que tanto gusta a tantos escenógrafos. Con una escenografía de Alfons Flores a dos niveles -el divino de dorado sentimentalismo, el humano de contornos infernales-, se apoya en notables aciertos entre los que destacan el movimiento en escena siempre acertado, siempre interesante, de una multitud en la que los coros se ven realzados por un conjunto brillante de figurantes, todos vestidos de forma diferente y atractiva en las sucesivas escenas por Lluc Castells, con una iluminación bien resulta en su complejidad por Joachim Klein y Urs Shönebaum y con un vídeo final -Juana en medio de las llamas- de Franc Aleu que pone colofón brillante a una puesta en escena que impresiona. En la que no podía faltar el gancho facilón de cantantes y actores luciendo grandes falos en su actuación, un portento que cuesta detectar como prótesis de cartón piedra y que se une a los méritos de caracterización y atrezo que tiene el montaje y cuyo autor no se identifica, quizás por pudor, en los créditos.
La partitura de Honegger, con una orquestación original que incluye dos pianos, tres saxofones, y ese instrumento electrónico pionero llamado Ondas Martenot- se sucede como un mosaico de lenguajes, estilos e influencias que van del canto gregoriano y el contrapunto a las melodías de inspiración folclórica y jazzística, sin rehuir las disonancias, con una escritura coral de gran complejidad y vigor dramático que es el gran valor musical de este curioso oratorio, cuya protagonista no canta y para cuyo papel estuvo seleccionada Irene Escolar hasta que se decidió sin más explicaciones llamar a la actriz francesa Marion Cotillard, que lo había popularizado en Francia, aunque en Frankfurt la protagonista fuera una actriz alemana. Algo decepcionante la famosa actriz francesa, cuyo oscar reciente habrá pesado en la gran acogida que ha tenido en el Teatro Real, cuyo público cada vez más se deja arrastrar por famas y loas, por dimes y diretes previos que le condicionan en demasía. Antes se le reprochaba que era hosco y tradicional, ahora podría alegarse que parece de teleserie y musicales.
Junto a Cotillard -¡con micrófono!-, que no consigue dar vida a un papel tan estático como literario, casi un busto parlante, un Padre Dominique que el actor Sébastien Dutrieux, también con micrófono, que tampoco consigue aproximárnoslo, unas criaturas celestiales que más bien parecen artificiales, y un Porcus y un Asno que Charles Workman y Étienne Gilig dotan de impresionante veracidad. La cantata previa de Claude Debussy, con reminiscencias de los pasajes más trascendentes y etéreos de Richard Wagner, está protagonizada por la soprano Camilla Tilling y la mezzosoprano Enkelejda Shkosa, ambas frías y lejanas a la par que correctas y pulcras.
Dice la nota de prensa que promociona la obra, que Àlex Ollé concibe la producción como un universo de bestias manipuladoras y de chusmas gregarias del que solo la muerte, la espiritualidad y la fe nos pueden liberar. Pero hay que echarle mucha imaginación para ver tan loable propósito
Notable la dirección musical de Juanjo Mena, bastante plana la orquesta, y sobresalientes los dos coros, lo repetimos porque fueron lo mejor de la velada. En conjunto, una propuesta lastrada por un argumento pretencioso y propagandístico, que por más que se quiera politizar y universalizar no termina de resultar conmovedor y menos aún convincente. La partitura de Honegger es una mezcolanza que no termina de cuajar a la que el plúmbeo texto arrincona.
El oratorio de Honegger se interpretó en el Teatro Real, en versión de concierto, en 1971 y 1978. En 2003 la programó el Festival de Música y Danza de Granada con dirección escénica de Daniel Abbado y musical de Josep Pons, y Aitana Sánchez Gijón de protagonista. Y Marion Cotillard la hizo en Orleans, Barcelona y en Nueva York en 2015. También en 2017 se programó en Lyon con la actriz Audrey Bonnet y la dirección de escena de Romeo Castellucci. Ollé en este teatro ha dirigido anteriormente las puestas en escena de Mahagonny (2010), Der fliegende Höllander (2016) y Faust (2018). La propuesta estará en Spoleto en junio y en Salzburgo en julio próximos.
Aproximación al espectáculo (valoración del 1 al 10)
Interés: 6
Dirección musical: 8
Dirección artística: 7
Voces: 8
Orquesta: 7
Coros: 9
Interpretación actoral: 8
Escenografía: 7
Figurines: 9
Caracterización: 9
Figurantes: 9
Producción: 9
Programa de mano: 9
Documentación a los medios: 9
TEATRO REAL
Jeanne d’Arc au bûcher (Juana de Arco en la hoguera)
Oratorio dramático en once escenas
Música de Arthur Honegger
Libreto de Paul Claudel
Estrenado en el Grosser Musiksaal de Basilea el 12 de mayo de 1938
Estreno escénico en el Teatro Real
-Precedida de La damoiselle élue (La doncella bienaventurada)
Cantata sobre el poema La doncella bienaventurada (1847) de Dante Gabriel Rossetti
Música de Claude Debussy
Estrenada en la Salle Érand de París el 8 de abril de 1893
Estreno escénico en el Teatro Real
Nueva producción del Teatro Real, en coproducción con la Oper Frankfurt.
EQUIPO ARTÍSTICO
Director musical Juanjo Mena
Director de escena Àlex Ollé (La Fura dels Baus)
Escenógrafo Alfons Flores
Figurinista Lluc Catells
Iluminador Joachim Klein
Video Franc Aleu
Director del coro Andrés Máspero
Directora del coro de niños Ana González
Colaboradora en la dirección de escena Susana Gómez
Asistente del director musical Jon Malaxetxebarria
Asistente del director de escena Emilio López
Asistente del figurinista José Novoa
Reposición de la iluminación Frank Keller
Supervisora de dicción francesa Laïla Barnat
Reparto La damoiselle élue
La doncella Camilla Tilling
La narradora Enkelejda Shkosa
Reparto Jeanne d’Arc au bûcher
Jeanne d’Arc Marion Cotillard
Padre Dominique Sébastien Dutrieux
La Virgen Sylvia Schwartz
Marguerite / Soprano solista Elena Copons
Catherine Enkelejda Shkosa
Porcus, tenor solista, heraldo I, clérigo Charles Workman
Bajo solista, heraldo II, campesino Torben Jürgens
Narrador, asno, heraldo III, clérigo Étienne Gilig
Heraldo, avaricia, Perrot, sacerdota Guillermo Dorda
Ujier, Bedford, otro campesino Ignacio Mateos
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real
Pequeños Cantores de la JORCAM
Intérprete Ondas Martenot Nathalie Forget
Duración total aproximada 1 hora y 45 minutos
Fechas 7, 8, 10, 11, 12, 14, 16, 17 de junio de 2022
19.30 horas; domingos, 18.00 horas
La producción de Jeanne d’Arc au bûcher cuenta con la colaboración de Estrella Damm
Patrocina: Fundación Santander.