Manolo Quejido a distancia y sin medida

Manolo Quejido a distancia y sin medida

El Museo Reina Sofía presenta en el Palacio de Velázquez del Retiro un extenso repaso a la obra de este artista sevillano que ha pasado medio siglo pintando, dos terceras partes de sus años de vida. Casi un centenar de obras muy dispares y sin orden cronológico para abarcarlo entero.

Manuel Quejido Villarejo (Sevilla, 1946) se traslada a vivir a Madrid muy joven y pronto comienza a pintar. Formará parte de lo que se conoció como Nueva Figuración Madrileña, con Alfonso Albacete, Guillermo Pérez Villalta o Luis Gordillo entre otros. que aparece a finales de la década de los 70. Su trabajo inicial se sitúa en un experimentalismo de compromiso político de izquierdas que cree en la función social del arte. Sin abandonar nunca del todo este enfoque, posteriormente bebe del pop art, influido por Andy Warhol, Ronald Kitaj o David Hockney, y lo compagina con potentes incursiones neoexpresionistas y mucho trabajo conceptual, todo ello sin que represente sucesivos períodos cronológicos, una ‘distancia sin medida’, para el que se ha trazado un despliegue quizás premeditadamente embrollado, del que el visitante puede salir confuso o convencido, según predomine en él análisis racional o impresionismo emocional. En todo caso, un despliegue colorista en el que predomina una alegría vital y una mirada irónica; efectivamente, una reacción frente a la gravedad existencialista propia del anterior informalismo, como nos dice el dossier de presentación.

La exposición recibe al espectador en la nave central del Palacio con tres conjuntos de obras de gran formato fechadas en tres décadas distintas. Así, se muestran Espejo 8 (1984), y Espejo 11 (1985) de la serie Reflejos, acompañadas de Partida de damas (1985); así como tres Tabiques (Tabique VI, VIII y IX), de principios de los años 90, y obras de la serie Moebius Q-vista, realizada entre 2003 y 2005.

El ala izquierda del Palacio se abre con obras de acusada pictoricidad que datan del umbral de 1980, como Maquinando (1979). Son indagaciones dinámicas y coloristas sobre la pintura, en la estela de las vanguardias de la época. Otros trabajos, un poco anteriores, que se muestran en un torreón de esta zona del Palacio, representan su salto a la pintura sobre lienzo de gran formato y una temática que habla de la inadecuación entre el mundo, las palabras y las imágenes. ‘Matilde disimula un pensamiento’, de 1974, inaugura la larga preocupación del artista sobre la relación pensamiento y pintura. En ’30 bombillas’ (2010) cada una pretende representar la forma de pintar de un artistas consagrado, de Piero della Francesca a Bacon, pasando por Velázquez, Ingres, Goya, Cézanne, Picasso, Matisse o Warhol o Bacon. ‘La pintura’ (2002) representaría quizás en su concurrencia del trabajo y su objeto lo que Quejido da en llamar una distancia sin medida; una distancia mínima, la no separación entre el sujeto que pinta y el objeto del pintar.

El visitante de la exposición puede contemplar otra faceta de la obra de Quejido en el ala derecha del Palacio de Velázquez. En otro registro, muy distinto, el artista se sirve desde 1993 de la superficialidad de la pintura para enunciar un rechazo de lo que llama ‘mediación generalizada’. Destaca Sin consumar (1997-1999): la monumentalidad de la obra, friso pseudopublicitario repleto de todo tipo de productos, evoca la desmesura consumista y los productos de oferta.

En otra serie de obras, Sin nombre, reproduce imágenes de prensa, ilustraciones que sirven para entretener la noticia pero que actúan como membrana entre el espectador y el dolor del mundo. Así, denuncia situaciones de desasosiego, como en el número 84 de esta serie, la inquietante Psiquiátrico (1998). No será hasta una serie más tardía, Por CubAndo (2009-2010), cuando Quejido proponga una forma de salida al estado de mediación, explicitando situaciones concretas por más que diga recurrir a ‘la ligereza del reír/ jugar/danzar tomada de Friedrich Nietzsche y Gilles Deleuze’. Con ‘Fin’ (2014), quiso poner punto final sin descartas que fuera punto y seguido. El conceptual óleo tiene un pie como las fotos de los periódicos: ‘Al pintar ponerle fin, la pintura tiene un final sin fin’.

Sin duda, Quejido es un artista respetable, con una luchadora e insistente trayectoria a las espaldas, y una aportación notable al arte español del último medio siglo, pero sin aportaciones relevantes, moviéndose siempre en parámetros establecidos. La exposició, resumen de medio siglo de trabajo insistente, es un homenaje merecido, aunque todos los homenajes merecidos del Reina Sofía caigan siempre del mismo lado.

Aproximación a la propuesta (del 1 al 10)
Interés: 7
Despliegue: 6
Comisariado: 6
Catálogo: n/v
Documentación a los medios: 5

Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Palacio de Velázquez. Parque del Retiro de Madrid
Manolo Quejido Distancia sin medida
21 de octubre de 2022 – 16 de mayo de 2023
Comisariado: Beatriz Velázquez.

 

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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