La eme de Marie Chouinard

La eme de Marie Chouinard

Esta propuesta de danza traspasa un umbral tras el que se diluyen todos los baremos de lo que se venía entendiendo por un espectáculo cultural. Belleza, armonía, coherencia son criterios periclitados y carentes de sentido para esta ‘M’ trans-posmoderna de imposible aceptación salvo como testimonio del espanto.

Nos dicen que esta coreógrafa canadiense es una de las figuras femeninas más destacadas de la danza internacional, que fundó hace tres décadas su propia compañía después de una docena de años bailando, y que en sus obras explora algo que llaman la poética del cuerpo, siendo las anteriores a esta Mouvements (2011), homenaje al poeta y pintor Henri Michaux, y ‘Jérôme Bosch: Le jardín des délices (2017) dedicada a El Bosco. Entre 2017 y 2020 fue directora de Danza en la Bienal de Venecia.

Presenta así su trabajo: ‘Repitiendo movimientos apenas perceptibles, una pulsión agita los pulmones y los huesos: despertar de emociones, puesta en marcha de la mecánica delirante de los seres vivos. Una comunidad que avanza con precisión de un cuarto de rosca y que golpea en bucle las raíces de la locura y la lucidez. ¿Se derrumban los cimientos de la realidad? En un nuevo orden desordenado emergen las conexiones amistosas y luminosas a proteger. Los movimientos del alma, para ver, saber y apreciar mejor. Y cerrar los ojos sonriendo’.

Y el espectáculo hace honor a tal indescifrable planteamiento. Desnudos de cintura para arriba, ataviados con pantalones y pelucas de colores vibrantes, once bailarines evolucionan en el escenario sin más música que sus mantras guturales y puntuales pulsiones electrónicas. Tras diez minutos interminables de provocación casi inmóvil, inician lo que semeja una tabla de gimnasia o una sesión de kundalini yoga bajo los efectos del ácido lisérgico, con movimientos convulsos que se repiten vertiginosos al ritmo de un recitado sonoro anterior al lenguaje que recuerda las propuestas vanguardistas vocales de la artista neoyorquina Meredith Monk a finales del siglo pasado.

Cualquier intento de traducir a frases lógicas lo que ayer se estrenó en España en primicia europea, es realmente imposible, más allá de decir que resulta una clarividente exposición del estado actual de la cultura occidental, en la que el estallido masivo y exponencial de los experimentos de la contracultura de hace medio siglo, de la rebelión ideológica, social y sexual de los años sesenta, por fin se ha generalizado y ocupado la primacía en la superestructura social, tras su temporal eclipse de los 70-80, su teorización por los filósofos posmodernos, y sus chispazos trascendentes con la New Age del cambio de siglo. Hasta ser adoptada por las izquierdas desconcertadas como un nuevo Credo costumbrista perfectamente compatible con el consumismo, y por el capitalismo financiero como un entretenimiento inofensivo para distraer al personal.

Retrotraer el lenguaje hasta el balbuceo, la música hasta el ruido hipnótico, la danza hasta el estertor (y los caracteres sexuales hasta la androginia) viene a simbolizar el derrumbamiento de todo lo construido por la civilización occidental en dos milenios. Y Chouinard ha conseguido plasmarlo. Esta deconstrucción cultural y social que se acelera hoy sin que nos percatemos, coexiste y se complementa con esa estética artificial y estridente de la realidad virtual, de los videojuegos y de los teléfonos móviles, en definitiva de la inteligencia artificial que viene a ordenar el nuevo mundo; algo que tan certeramente ha recogido la escenografía, iluminación y vestuario de esta ‘M’, que no sabemos si viene al caso de la inicial del nombre de la autora o de una broma escatológica.

Los sesenta minutos anunciados se alargaron o se hicieron largos, quizás las dos cosas. El cuerpo de baile practica una exhibición atlética impresionante, y la grabación y programación de audio es muy meritoria. En la inmensa sala roja del Canal, repleta de aparentes entusiastas, Chouinard nos apabulló con esta alegoría de la decadencia occidental, con esta metáfora sobre la pandemia espiritual que aqueja a las artes y letras del momento. Esta Eme tiene el mérito de captar el virus. Confiemos en que vayan apareciendo potentes antídotos.

Aproximación a la propuesta (valoración del 1 al 10)
Interés: 7
Coreografía: 7
Partitura vocal: 7
Puesta en escena: 7
Interpretación: 8
Producción: 8
Programa de mano: n/h
Documentación a los medios: 5

Teatros del Canal – Sala Roja
7 y 8 de junio / 20:00 h
M, de la Compagnie Marie Chouinard

Danza contemporánea
Estreno en España
País: Canadá
Duración aproximada: 60 min
Año de producción: 2023

Coreografía y partitura vocal: Marie Chouinard
Con la participación de los bailarines y bailarinas: Carol Prieur, Valeria Galluccio, Motrya Kozbur, Paige Culley, Clémentine Schindler, Luigi Luna, Jossua Collin Dufour, Adrian W.S. Batt, Celeste Robbins, Michael Baboolal y Rose Gagnol
Música: Louis Dufort
Luces, escenografía, vestuario y pelucas: Marie Chouinard
Maquillaje: Jacques-Lee Pelletier
Dirección de producción: Jérémie Boucher
Vestuario: Philippe Massé
Pelucas: Stephane Scotto Di Cesare
Grabación de voz: Vincent Blain
Programación de audio: Maxime Lambert, Jérôme Guilleaume y Félix Lefebvre
Asistente de maquillaje: Johanne Viens
Cámara y realización de teaser: Gabriel Savignac
Director de gira: Martin Coutu
Director técnico y regiduría de escena: Félix Lefebvre
Representante de CMC en España: Pilar de Yzaguirre, Ysarca Art Promotions
Agradedimientos: Conseil des arts et des lettres du Québec, Conseil des arts du Canada y Conseil des arts de Montréal.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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