Tío Vania está aún entre nosotros

Tío Vania está aún entre nosotros

Cuando se versiona un clásico conociéndolo y respetándolo no puede salir mal. Chéjov es lo mejor del teatro occidental desde el siglo de oro. La Compañía Guindalera lleva años estudiándolo y representándolo. El mensaje humanista, trascendental y emocionante de esta ‘Dyadya Vanya’ es casi más necesario hoy que hace un siglo. Una presencia que merece los más sinceros aplausos.

Fue estrenada en 1899 en el Teatro del Arte de Moscú. El tedio, la vida malgastada, el amor no correspondido, el trabajo sin fin marca la existencia de los personajes de esta obra, una de las más representativas de Anton Chéjov. Quizás casi todo el mundo conozca el argumento. Un cabeza de familia de clase media acomodada compró tiempo con esfuerzo una buena propiedad rural y al fallecer la administra con gran esfuerzo uno de sus hijos, Vania, ayudado por su sobrina, Sonia, hija de su hermana casada con un intelectual admirado por toda la familia, Serebriakov, que al morir ella se ha vuelto a casar con una mujer mucho más joven, Elena, y que ya jubilado ha retornado con su esposa a la propiedad familiar donde aún vive la madre, María, y a la que acude con cierta frecuencia el médico de cabecera, Astrov.

Vania queda obnubilado por Elena y la persigue con su admiración, mientras que Sonia está enamorada de Astrov, que también queda prendido por la joven esposa pero lo disimula. Mientras, Serebriakov se queja de todo, hundido por su nimiedad profesional. La enorme insatisfacción vital de Elena con ese marido que parecía influyente y ahora es casi repugnante, se junta a la frustración existencial de Vania -que ve perdidas sus capacidades intelectuales en el rutinario trabajo de la hacienda- y Astrov -deprimido por la mediocridad humana que le rodea y consagrado a la causa perdida de regenerar el medio ambiente-, hasta crear una atmósfera viciada de hastío que llena la estancia. Cuando Serebriakov proponga vender la finca estallará el odio contenido de Vania, mientras Astrov y Elena no podrán consumar su atracción secreta. Tras la tormenta, llegará la calma y todo seguirá igual

La Compañía Guindalera tiene casi treinta años a la espalda y la gestión de un espacio propio en el que se consagraron principalmente a la representación del autor ruso, primero con ‘La gaviota’ en su pequeño teatro, luego con ‘Tres hermanas’ en losTeatros del Canal, y mientras con otras obras menores de Chéjov, El juego de Yalta (versión del irlandés Brian Friel del relato ‘La dama del perrito’) y ‘Tres años’ (versión de la novela del mismo nombre), así como otras piezas breves (La petición de mano, El oso o Los perjuicios del tabaco). Tío Vania es la tercera de las cuatro grandes chejovianas, ya solo les queda ‘El jardín de los cerezos’.

El director teatral Juan Pastor (Alicante, 1943) y su esposa, Teresa Valentín-Gamazo (Madrid, 1956). Ambos formaron el tándem que levantó en 1996 la modesta pero prestigiosa compañía con su propia sala de butacas repletas desde 2003 hasta 2019. A pesar de perder este espacio han seguido con su proyecto de toda una vida, secundados hasta hoy por tres actores -María Pastor, José Maya y Aurora Herrero- a los que se han unido Luis Flor, Alejandro Tous y Gemma Pina en el reparto que estrenó ayer jueves en Madrid.

Pastor dice que su método poco casa con la prisa actual de ‘montar una obra en 45 días, recibir un dinero, hacer 20 funciones y chimpún’. Y que Tío Vania es una comedia sobre el sentido trágico de la vida que ‘critica la condición humana, pero su amor a los seres vivos, con sus defectos y cualidades, es inmenso’. En su propuesta hace que los personajes cuenten, con el distanciamiento del tiempo, lo que sucedió 150 años atrás, respetando siempre el texto de Chéjov. Eso le permite resumir algunos tiempos lentos y resulta un acierto en duración contenida y en cercanía al espectador, con esas confidencias de los personajes al borde del escenario que resultan entrañables y efectivas, sin necesidad de tantos paseos por el patio de butacas como abundan actualmente.

La puesta en escena es historicista y se apoya en una escenografía sencilla de María de Alba, apenas una solida mesa y unas sillas en un escenario vacío que simula el salón de la hacienda, en la que la iluminación de Raúl Alonso, el espacio sonoro de Pedro Ojesto y Marisa Moro, y el vestuario de Teresa Valentín-Gamazo están perfectamente integrados. Son un discreto y eficaz envoltorio para lo importante, el trabajo del reparto sobre ese texto magnífico de Chéjov que plantea la existencia como ese ‘valle de lágrimas’ que es -repleto de frustraciones, desencantos y dolores anímicos- contrarrestado a menudo de alegrías y placeres, y solo soportable por una desesperada esperanza en que las cosas mejoren, aquí o en un soñado más allá.

Los nuevos fichajes de la compañía están sobresalientes en dotar de credibilidad y humanidad a sus personajes, ese Vania irónico de Luis Flor, ese Astrov escéptico de Alejandro Tous, esa Sonia encantadora de Gemma Pina, y los tres veteranos no les andan a la zaga, destacando sin duda María Pastor como esa Elena resignada, con ese Serebriakov histérico de José Maya y esa anciana María ya casi ausente de Aurora Herrero. No usan los engañosos pinganillos y eso les honra. Su forma de interpretar es genuina y por eso un tanto chocante entre tanta uniformidad traída por las pantallas grandes y pequeñas. Faltan dos personajes secundarios de la obra original, pero no se echan en falta.

Merece la pena reseñar otras dos propuestas anteriores de Tío Vania, para resaltar los valores comunes. En 2012 la de L’Hom imprevís en este mismo teatro (ver nuestra reseña), y en 2017 la de Daniel Veronese en el CDN (ver nuestra reseña). Lean las reseñas si tienen tiempo y ganas para encontrar otros ángulos de las pieza y de su autor. Antón Pávlovich Chéjov murió a los 44 años tras una vida nada placentera. De él diría Kropotkin, el príncipe anarquista: ‘Nadie mejor ha representado el fracaso de la naturaleza humana en la civilización actual, y más especialmente el fracaso del hombre culto ante lo concreto de la vida cotidiana’.

Estamos ante el teatro de verdad, al que muy pocas moderneces consiguen aportar calado. Estamos ante el imperio del buen texto, hoy sometido a deconstrucciones irracionales, del argumento coherente, de los personajes sólidos, de los diálogos creíbles. Estamos ante Antón Chéjov y debemos reconocer su aportación imperecedera. Estamos ante una adaptación fiel de una obra pesimista con final esperanzado, la manera más sensata de mirar y mirarnos. Así que podemos y debemos celebrarlo.

Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Interés, 9
Versión, 9
Dirección, 9
Interpretación, 9
Escenografía, 7
Producción, 8

TEATRO FERNÁN GÓMEZ CCV
COMPAÑÍA GUINDALERA presenta
TIO VANIA de Anton Chéjov
Del 18 al 28 de enero de 2024

Autor Antón Chéjov
Dirección Juan Pastor

Reparto
Vania – Luis Flor
Astrov – Alejandro Tous
Elena – María Pastor
Sonia – Gemma Pina
María – Aurora Herrero
Serebriakov – José Maya

Espacio escénico Juan Pastor
Escenografía María de Alba
Iluminación Raúl Alonso
Espacio sonoro Pedro Ojesto y Marisa Moro
Vestuario Teresa Valentín-Gamazo
Diseño gráfico María de Alba
Prensa Manuel Benito
Producción Guindalera Teatro SL

El estreno de Tío Vania ha ido acompañado de dos actividades complementarias dirigidas
tanto a profesionales como a amantes del teatro: la Ventana
al proceso creativo de Tío Vania, cuatro sesiones de encuentro,
lecturas interactivas y trabajo de experimentación escénica con la Compañía
Guindalera, y el taller Interpretando a Chéjov, dirigido a profesionales de las artes
escénicas, con escenas de las obras de Chéjov que la compañía
Guindalera ha estrenado; impartido por María Pastor.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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