Un absurdo rompecabezas de Calixto Bieito sobre el drama que escribió Shakespeare falseando la historia del rey Ricardo III de Inglaterra. Así podría definirse esta propuesta argentina desmadrada hasta extenuar, paradigma de fealdad e incongruencia.
Promocionada como ‘una disección de la maldad humana que forma parte de nuestra naturaleza biológica y psicológica’ amén de una advertencia ante los peligros de la ambición y el poder y una reflexión sobre la oposición entre destino y libre albedrío, el drama original fue escrito por William Shakespeare hacia 1591-1592, cuando tenía 28 años. Su personaje, un tirano ávido de poder, es una recreación falsa de un Ricardo III que reinó menos de un bienio y murió en combate en 1485 a los 32 años, uno de los grandes villanos creados por Shakespeare, un ser de magnetismo diabólico convertido en mito teatral tras un recorrido plagado de traiciones y asesinatos y grandes dotes de manipulación.
Aunque los créditos especifican que se trata de una versión libre de Adrià Reixach con dirección de Calixto Bieito, el dossier bonaerense dice que es ‘un espectáculo de Calixto Bieito sobre la obra de William Shakespeare’ y no menciona a Reixach. Pues bien, Reixaxch y/o Bieito para ir más lejos intercalan en la trama el hallazgo real en 2012 de sus restos -autentificados mediante el ADN de sus descendientes- bajo un aparcamiento en la ciudad de Leicester para intentar ‘una disección de la maldad humana que, consciente o inconscientemente, forma parte de nuestra naturaleza biológica y psicológica. Ricardo, deforme y maquiavélico, tirano y sanguinario, nos recuerda que el mal forma parte de nuestra vida diaria. Que el mal es inherente al ADN humano, que la maldad y la bondad anidan en el corazón del hombre. El infierno está vacío. Todos nuestros demonios están aquí’.
La dramaturgia es caótica y no consigue bandearse entre dos ambientes tan distintos, el de las peripecias inventadas del rey en el siglo XV y el equipo forense que examina sus restos en el siglo XXI. La escenografía introduce la historia tras levantar el cierre en un reducido cubículo que hace de aparcamiento, sin muros y limitado por barras metálicas en las que se apoya y se cuelga el reparto, alternando su presencia al fondo del escenario en una enorme mesa la que se suben cuando no se sientan en torno. Todo lo que ocurre en escena es aleatorio, incluido el descenso de un automóvil donde se mata a alguno de los muchos muertos. Vestuario e iluminación colaboran al eclecticismo generalizado siempre en parámetros que huyen de la estética, la armonía, el equilibrio y cualquier remanso de paz espiritual. Incluyamos la explicación oficial para compensar nuestra visión crítica: ‘La puesta escénica de Bieito tiene algo de experiencia performativa, expresada en la escenografía de Barbora Haráková Joly que sitúa en lo alto, presidiendo la escena, un automóvil; en el universo sonoro de Janiv Oron; en la iluminación de Omar San Cristóbal y el propio Bieito; en los efectos visuales y la versión libre que ha escrito Adrià Reixach y el vestuario de Paula Klein’.

Todo ello no está destinado a contarnos la verdadera historia de ese monarca como el título pretende, sino a magnificar la falsa imagen creado por Shakespeare hasta el disparate. Al final de esta reseña volveremos sobre ello en honor de esa minoría que aún busca la verdad. Ahora, prosiguiendo con la propuesta estrenada este martes, añadamos que como es lógico Bieito ha imprimido a la dirección actoral de un exuberantes tono de farsa que convierte en marionetas dantescas a las actrices, en bustos parlantes a los actores, y sobre todo incita y espolea la interpretación casi hilarante del gran protagonista, Joaquín Furriel, un descomunal despliegue de carantoñas, de efectismos, de arrumacos y gesticulaciones que se consuman en la peor escena de la obra, haciendo de jabalí acosado por el elenco ya disfrazado de pandilla infantil que va a consumar dos horas sanguinolentas e imperdonables.
Bieito ha dirigido últimamente ‘Guerra y paz’ en el Grand Théâtre de Ginebra, ‘Eliogabalo’ de Cavalli en la Opernhaus de Zúrich, una notable ‘El ángel de fuego’ de Prokófiev en el Teatro Real de Madrid en 2022 (ver nuestra reseña de entonces) y en paralelo en Las naves del español un compendio shakesperiano de sus dramas históricos -Ricardo II, Enrique IV, Enrique V, Enrique VI y Ricardo III- más regular tirando a fallido (ver nuestra reseña de entonces). En el Teatro San Martín ya montó en 2010 una versión de La vida es sueño de Calderón protagonizada por Joaquín Furriel, quien hace tres años le propuso emprender juntos este proyecto: ‘En las historias de los reyes de Shakespeare aparecen la violencia, el odio, la corrupción, la reflexión, la madurez, el desasosiego, la incertidumbre, la ira, la piedad… Muchas veces me pregunto qué haríamos sin estos cuentos, cómo podríamos explicarnos. Utilizar cuentos, relatos antiguos, narraciones de ciencia ficción, nos ayuda’. Reixach estudió imagen en Bristol, ha realizado diseño videográfico en producciones operísticas europeas y trabajado con Bieito anteriormente.
Esta ‘La verdadera historia de Ricardo III’ es un engendro sensacionalista que confunde el hambre con las ganas de comer, una tragedia sangrienta con un esperpento desolador. En 2010 se estrenó una versión de Atalaya Teatro, bajo la dirección de Ricardo Iniesta. Se llevó de nuevo al Teatro Español en 2014, en adaptación de Carlos Martín, con Juan Diego, Terele Pávez, Asunción Balaguer y Ana Torrent. En el verano de 2016 la compañía Noviembre Teatro la estrenó en Alcalá de Henares, en versión de la dramaturga Yolanda Pallín y con dirección de Eduardo Vasco, con Arturo Querejeta en el papel protagonista. En 2019 Kamikaze presentó una versión libre de Miguel del Arco y Antonio Rojano, y en 2021 ya la puso Mario Moscoso en Argentina.

SHAKESPEARE FABULADOR
Permítasenos finalmente hacernos eco de un documentado artículo publicado hace un año que viene a incidir en la fabulación que Shakespeare presentó sobre el ascenso al poder de Ricardo III, su breve reinado y su caída en combate; escrita un siglo después, lo convirtió en la encarnación y caricatura del villano universal en una representación tergiversada que perduró durante siglos. En la primera escena de la obra, el propio Ricardo III se describe a sí mismo como un ser “deforme, incompleto, lanzado a este mundo cuando solo a medias estaba terminado” o un hombre “tan tullido y desfigurado que los perros ladran cuando paso ante ellos”. A lo largo de la representación, otros personajes lo clasifican de “sapo repugnante”, “tirano” y “perro sanguinario”. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que Ricardo III no fue ni tan malvado ni tan poco agraciado como describió Shakespeare. La pregunta que aparece entonces es ¿por qué el autor de Hamlet hizo una descripción tan injusta del personaje? ¿Qué hay de real en su obra histórica y qué hipérboles inventó el poeta?
Para comprender el origen de la leyenda negra que envolvió al fantasma de Ricardo III durante siglos es preciso conocer el contexto en el que Shakespeare escribió esta obra. Corría el año 1592 y el joven dramaturgo se había trasladado a Londres para empezar su carrera como actor y escritor de obras de teatro. En aquel momento reinaba Isabel I, hija de Enrique VIII y Ana Bolena, y nieta de Enrique VII, el rey que había inaugurado la Casa Tudor tras vencer a Ricardo III en la última batalla de la guerra de las Dos Rosas.
los cronistas de la época, cercanos al bando vencedor, escribieron unos primeros textos sobre la vida del personaje condicionados por el triunfo de Enrique VII y la Casa Tudor, fuentes como Historia del rey Ricardo III, escrita por Thomas More (Santo Tomás Moro, mártir para los católicos) en 1513, en las que se ‘documentó’ el autor, que ya formaba parte de la compañía de teatro The Lord Chamberlain’s Man, en la que trabajó como actor y dramaturgo durante prácticamente toda su vida, y cuyo dueño, chambelán de la Casa Real, estaba a cargo del entretenimiento de la corte de Isabel I. Dado el estrecho vínculo que existía entre la compañía en la que trabajaba Shakespeare y los descendientes del mayor enemigo de Ricardo III, ¿cómo iba él a escribir una obra halagando o incluso mostrándose neutral con respecto al monarca? La Casa Tudor estaba decidida a cimentar su mandato y, para ello, era preciso manchar la reputación de quienes habían estado en su contra. Por lo tanto, la libertad para escribir sobre el rey Ricardo III y representar su figura en público estaba claramente condicionada.
Es imposible verificar si William Shakespeare realmente creó al villano representado en Ricardo III para beneficiar a la Casa Tudor, si escribió influido por la versión que se tenía del personaje más de cien años después de su muerte o si, simplemente, al igual que hizo en muchas de sus tragedias, el dramaturgo exageró las características del protagonista para sorprender, cautivar y entretener a su público. Sea como fuere, el retrato que hizo Shakespeare contentó tanto a la monarquía como a los ciudadanos, que se aferraron a aquella descripción dando pie a la leyenda negra que perseguiría a Ricardo III a partir de ese momento.
En 2012, más de cuatro siglos después, gracias a la exhaustiva investigación llevada a cabo por Philippa Langley (una historia representada en la película de Netflix The Lost King) los restos del único rey inglés que no había sido enterrado junto a sus ancestros se encontraron en el subsuelo de un aparcamiento de Leicester. Este hallazgo permitió a los científicos estudiar el cuerpo de Ricardo III y tras haber hecho una reconstrucción en 3D de su osamenta, comprobar que ni era jorobado ni tenía un brazo atrofiado, desmintiendo lo que había afirmado Shakespeare. Y otros estudiosos aportan relatos de la época que le caracterizan de hombre esbelto e incluso bien parecido, que había sido clave en restaurar el trono de su hermano Eduardo IV, que había protegido el comercio y potenciado el nacimiento de la burguesía y el florecimiento de la cultura. La historia… la memoria histórica…
APROXIMACIÓN A LA PROPUESTA (del 1 al 10)
Interés: 6
Versión: 4
Dramaturgia: 5
Dirección: 6
Interpretación: 6
Puesta en escena: 4
Producción: 7
Programa de mano: 5
Documentación a los medios: 6
TEATROS DEL CANAL
La verdadera historia de Ricardo III, sobre Ricardo III de William Shakespeare
Del 30 de septiembre al 9 de octubre de 2025
Versión libre de Adrià Reixach
Dirección de Calixto Bieito
producción del Teatro San Martín de Buenos Aires
Elenco:
Ricardo – Joaquín Furriel
Tyrell, asesino 1 y periodista – Luis Ziembrowski
Duquesa de York y genetista – Ingrid Pelicori
Reina Isabel y forense 3 – Belén Blanco
Lady Ana y forense 2 – María Figueras
Buckingham e historiador – Marcos Montes
Clarence y forense 4 – Luciano Suardi
Hastings, asesino 2 y arqueólogo – Ivan Moschner
Rey Eduardo y profesor – Luis “Luisón” Herrera
Reina Margarita y forense 1 – Silvina Sabater
Traducción: Lautaro Vilo
Dramaturgia: Adrià Reixach
Dirección general: Calixto Bieito
Diseño de escenografía: Barbora Horáková Joly
Diseño de vestuario: Paula Klein
Diseño de iluminación: Calixto Bieito, Omar San Cristóbal
Música original: Janiv Oron
Diseño de vídeo: Adrià Reixach
Puesta de sonido: Miguel Álvarez
Asistencia de vestuario: Camila Ferrin
Adaptación de escenografía: Vanesa Abramovich
Asistencia de escenografía: Catalina Quetto, Adrià Reixach
Una producción del Teatro San Martín-Complejo Teatral de Buenos Aires
Sala Roja Concha Velasco. Duración: 2 h (sin intermedio).

