Ficha técnica
Título: Diarios. La hierba crece despacio
Autor: Ignacio Carrión
Colección: Clásicos. Colección Crónicas de la historia
Editorial Edaf
Precio
36,00 euros
Características:
16 x 24 cm. Tapa dura con sobrecubierta
992 páginas
Los diarios arrancan en 1961 cuando el autor es enviado a la consulta de un psiquiatra en Viena. A partir de ese momento no han cesado de crecer, sin que lo hayan hecho tampoco en la actualidad. Según se afirma en la nota del autor que encabeza el libro, en éste sólo figura en 15 % de lo que lleva escrito. No ha corregido nada, ha salido a la luz tal y como fue escribiéndose y en la citada nota previa Ignacio Carrión se hace las mismas preguntas que se plantearán los lectores en cuanto abran el libro, para explicar enseguida que no tiene una única respuesta, sino muchas y contradictorias. Pero no es tanto lo que interesan las motivaciones reales del escritor para publicar sus diarios en vida como el material que contienen. Y quizá esta sea la respuesta. El autor es periodista y se da cuenta de que tiene una información sumamente interesante entre las manos y decide publicarla. En el índice figura una gran cantidad de personajes de todo el mundo, aunque lógicamente abundan más los españoles, a los que ha ido tratando a lo largo de los años y a los que retrata con su mirada poderosa. Esto es lo que probablemente temen quienes son citados. Al ser conocidos muchos de ellos, las opiniones vertidas en el libro pueden ser contrastadas por los lectores con las que ellos mismos tienen sobre esos personajes. Si hubiera suprimido las anotaciones que le afectan a él o a sus familiares, los diarios hubieran perdido fuerza y atractivo. Naturalmente que los retratados poseen otras cualidades en las que hubiera podido fijarse Ignacio Carrión y entonces hubiera salido una obra más amable. También es posible que en algunos casos haya dejado de captar lo más sobresaliente o digno de destacar. Pero eso él lo sabe y es el riesgo que corre y, en cualquier caso, el número de aciertos supera en mucho al de errores. Quienes, de entre los que figuran en el libro, sufran del pecado de soberbia le retirarán el saludo al autor. Los humildes comprenderán que tampoco, en este aspecto, ha tenido piedad consigo mismo y que las críticas, cuando son ciertas, son de suma utilidad para la mejora personal.
Vicente Torres
