El sacerdote Pedro Villarejo gana el Premio el Ateneo de Valladolid

(PD).- La novela titulada ‘La Luz Mentida. Memoria y cárcel del Arzobispo Carranza’ narra el encarcelamiento de fray Bartolomé de Carranza (1503-1576), quien fue sometido a un proceso judicial por la Inquisición acusado de herejía y finalmente absuelto, tras lo que murió en Roma.

El sacerdote Pedro Villarejo, escritor brillante, emotivo analista y autor de la obra, nació en Montoro (Córdoba) en 1946.

«Decía José Ángel Valente que es poeta aquél que tiene una relación carnal con las palabras y yo he querido que en mi obra Bartolomé Carranza la tuviera».

No fue ésta la única alusión poética que Pedro Villarejo hizo durante el acto de entrega del premio Ateneo. Terminó su intervención con unos versos de Maimónides.

Es un hombre sensible y culto. San Juan de la Cruz y Santa Teresa están continuamente en sus palabras y en su obra:

«San Juan de la Cruz y Santa Teresa han configurado mi vida»

Fue una obra de J. Ignacio Tellechea la que le puso en la pista de su personaje y la que le dio la idea de escribir ‘La luz mentida’. El impulso final de la escritura lo tuvo tras residir en San Gregorio durante unos meses.

En la presentación de la novela, antes de recibir el galardón, explicó con tono amable que llegó a encerrarse durante meses en el vallisoletano convento de San Gregorio, del que, según rememoró, fue regente el arzobispo Carranza. Todo, para ambientarse y darle a la obra el color, el sabor y la profundidad que sólo se consiguen con una experiencia personal cercana.

El autor, que ejerce de párroco en Estepona y se confesó admirador de la obra de San Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz, resaltó la importancia que tuvo en su época la figura de Fray Bartolomé de Carranza, que llevó a cabo misiones en el exterior por mandato de Felipe II, además de contar con el favor del padre de éste, Carlos I, a cuya muerte asistió en Yuste.

El presidente del jurado y del Ateneo vallisoletano, Gonzalo Muinelo, ensalzó la figura ‘singularmente atractiva’ del Arzobispo Carranza, dominico navarro que estudió y enseñó en Valladolid, ciudad en la estuvo también preso ‘en un infame cárcel’, y fue sometido a un ‘injusto e interminable proceso’.

Al 54 Premio de Novela Ateneo-Ciudad de Valladolid, el más antiguo en su género después del Nadal, han concurrido 85 obras, diez obras menos que en la edición anterior, lo que el presidente del jurado achacó al cambio de algunas de las bases del certamen.

La obra premiada será publicada por la editorial Algaida, aunque el jurado también aconsejó la publicación de una de las novelas finalistas, ‘El envenenador’, de la que es autor el sevillano Edmundo Díaz Conde.

Pedro Villarejo Pérez, que también ejerció de sacerdote en Argentina, tiene publicadas diez obras, entre ellas ‘El hombre y el silencio todavía’ y ‘Teresa y San Juan de la Cruz: oraciones disimuladas’.

LA INSPIRACIÓN Y EL AUTOR

Fray Bartolomé Carranza (1503-1576) fue un destacado dominico y teólogo español que participó activamente en el Concilio de Trento por orden del Emperador Carlos V. También estuvo presente en la Junta de Valladolid que trató la polémica de los naturales entre Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas. En Valladolid pasó una parte importante de su vida como alumno y después profesor en el Colegio de San Gregorio y aquí sufrió cárcel, durante el proceso de Inquisición que dirigió Fernando de Valdés.

Este vínculo con la ciudad está muy presente en la novela ganadora del premio Ateneo. «Carranza vivió aquí una parte importante de su vida, quizá la más rica. Fue su tiempo de estudio, pero también el tiempo en que pudo enseñar lo estudiado. Era una época de gran necesidad y pobreza que él intentaba paliar y hasta vendió ejemplares de su biblioteca para socorrer a los necesitados. Cuando lo trajeron a la cárcel, nunca hubiera podido imaginar que en el mismo lugar en el que le habían abierto los ojos, de alguna manera se los cerraban».

Cuando leyó la obra de Tellechea, le impresionó vivamente «la injusticia que se había cometido con él y me impresionó, sobre todo, su respuesta. Fue la respuesta de alguien de fe ante un interrogatorio de violencia. Fue una respuesta evangélica ante quienes tan antievangélicamente le trataban y que en principio eran los suyos. Porque ya se sabe que no hay peor cuña que la de la propia madera».

Un catecismo que supuestamente no se ajustaba a la ortodoxia fue la excusa para iniciar un proceso cuando ya había sido nombrado arzobispo de Toledo. «Y hay que tener en cuenta que la mitra de Toledo era muy deseada entonces». Se le acusó de erasmista. «Cuando hasta Carlos V, como buen humanista, lo era».

El proceso se inicia en Valladolid. «Cuando se dirigía a Toledo, para tomar posesión del cargo, hizo un alto en Valladolid. Aquí era regente doña Juana de Austria que había recibido una carta de Valdés advirtiéndole que no le dejara predicar. Ella no hizo caso y dejó que predicara. También fue muy criticado porque aquí se le hicieron numerosos homenajes mientras en Yuste se estaba muriendo el Emperador. Pero él llegó a tiempo de cerrarle los ojos».

Esta es la segunda incursión de Pedro Villarejo en la novela histórica. La primera tiene como protagonista a Santa Teresa y por título ‘La hora deseada’. Sus libros anteriores se enmarcan en el género del ensayo y la biografía, como la biografía poética sobre San Juan de la Cruz, titulada ‘Que voy de vuelo’, que ganó el premio Monte Carmelo.

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