Blair contra todos

Blair contra todos

(PD/Agencias).- El gabinete de Tony Blair pasó por «graves momentos de duda» respecto a la invasión de Irak en 2003 y sólo el entonces jefe del Ejecutivo creyó en todo momento en la «justicia» de la guerra contra el régimen de Sadam Husein, según asegura en un libro su ex director de comunicación Alastair Campbell.

Entre los miembros del gabinete que dudaban de la conveniencia de la intervención militar no sólo se encontraba quien en esos momentos era ministro de Exteriores, Robin Cook, que dimitió por este motivo la misma semana que comenzaron los ataques por tierra y aire.

«Todos nosotros, creo, tuvimos graves momentos de duda, pero él [Blair] no, o si los tuvo nos los ocultó», afirma Cambpell. Según el libro, los ‘pesos pesados’ John Prescott y John Reid, entre otros, «parecían físicamente enfermos» mientras el gabinete discutía sobre el conflicto el 17 de marzo de 2003.

Al día siguiente, Blair logró el respaldo parlamentario para la invasión pese a la ‘rebelión’ de 139 diputados laboristas que votaron en contra.

‘Los años de Blair’ revela asimismo que el ex ‘premier’, guiado por su fe cristiana, hablaba regularmente durante la guerra con «su Creador».

Para el vespertino Evening Standard, la revelación no deja de tener ironía porque en cierta ocasión, a una pregunta de la prensa sobre la religiosidad de Blair, Campbell respondió: «En este Gobierno no trabajamos a Dios».

Blair, que el pasado 27 de junio dejó su puesto a Gordon Brown, llegó al poder en 1997 y se convirtió en el primer líder laborista en lograr tres mandatos consecutivos para su partido.

Sin embargo, según adelantó su ex asesor a The Sunday Times, el dirigente se planteó dimitir en el verano de 2002, un año después de ganar las elecciones y nueve meses antes de la guerra.

Blair quería informar a su partido de que no aspiraría a un tercer mandato y preguntó a sus más íntimos colaboradores si su decisión le dejaría libre para tomar medidas consideradas impopulares en materia de educación y sanidad. Campbell le dijo que «no estaba totalmente opuesto», aunque le advirtió de que eso le podía convertir en un ‘premier’ con menos poder.

Por otro lado, el libro retrata al presidente de EEUU, George W. Bush, como alguien más inteligente de lo que suele señalarse.

Así, en la cumbre de Camp David de septiembre de 2002, tras aceptar la solicitud de una segunda resolución del Consejo de Seguridad de la ONU antes de intervenir, Bush le comentó a Campbell en tono bromista: «Creo que puede contar ahora cómo llegó Tony [Blair] e hizo retroceder del borde del precipicio a este loco unilateralista», en referencia a sí mismo.

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