Manuel Cruz dice que el aumento de exigencia lleva al amor a un callejón sin salida

Manuel Cruz dice que el aumento de exigencia lleva al amor a un callejón sin salida
. EFE/Archivo

En «Amo, luego existo» Manuel Cruz habla de la evolución histórica del concepto del amor, que ha llevado a que hoy día a la pareja ideal «cada vez se le exija más cosas», lo que conduce inexorablemente «a un callejón sin salida».

«Queremos un producto de máxima calidad pagando cada vez menos por ello», ha dicho el filósofo en la presentación de «Amo, luego existo», obra que obtuvo el pasado mes de septiembre el Premio Espasa de Ensayo 2010.

Para Manuel Cruz, a diferencia de otras épocas, en la actual los amantes son seres «disfuncionales» al sistema, «que rechinan» en la sociedad: «el enamorado tiene suficiente con su amor».

En su opinión, la lógica del discurso amoroso en la sociedad actual está llena de contradicciones, porque a la vez que se ha idealizado el prototipo de pareja ideal, «a la que se exige que sean buenos compañeros, interlocutores, amigos y amantes excepcionales», cada vez el tipo de inversión afectiva y personal que se está dispuesto a realizar es menor.

Esa contradicción lleva, según el autor de «Amo, luego existo» al origen «de esta especie de sensación de frustración permanente», aunque reconoce que, por otro lado, es verdad que el tipo de satisfacción profunda que proporciona el amor «no parece que haya encontrado ningún sustituto».

«Si se hubiera impuesto por completo la lógica del consumismo o la mercantilización, amar sería un mal negocio, pero la gente sigue apostando por ese sentimiento», según Cruz, para quien eso representa «que algo importante está ahí en juego».

Manuel Cruz, catedrático de filosofía contemporánea en la Universidad de Barcelona, hace una reflexión en su libro sobre cómo amaban los grandes pensadores, y recuerda que los estoicos lo hacían con paciencia, los vitalistas con entusiasmo y los nihilistas con pesimismo.

Para mostrar la evolución del concepto del amor en las distintas épocas, el filósofo explora el erotismo de Platón, los problemas que los deseos sexuales y la lujuria provocaban en San Agustín, quien hizo célebre su frase «Señor, hazme casto pero no todavía», o la frustración de Spinoza.

Pero también analiza relaciones «extrañas», como la que mantuvieron el dramaturgo francés Jean Paul Sartre y la novelista Simone de Beauvoir, o pasionales y tormentosas, como la de Abelardo y Eloísa, quien acabó muriendo en un convento después de escribir sus «Cartas a Abelardo».

Según el autor, el libro, además de hablar del pasado, «intenta referirse un poco al presente» en un intento de entender lo que nos sucede, lo que le lleva a la reflexión de que el amor «se ha convertido casi casi en una cuestión de supervivencia».

Para explicar la evolución del sentimiento amoroso, Manuel Cruz se ha ido hasta Sócrates, quien se preguntaba si «hay alguien con quien hables menos que con tu mujer».

«Qué lejos queda eso hoy en una relación de pareja, dónde cualquier psicólogo lo primero que pregunta es si hay comunicación en la pareja», ha indicado Cruz.

De la misma forma, según el autor, hoy día no se concibe una relación de pareja «sin sexo satisfactorio», cuestión que hace dos siglos era impensable.

Manuel Cruz ha reconocido que el libro le ha ayudado a conocer su pensamiento sobre un tema «engañosamente fácil» pero del que escribir «es una tarea endemoniada».

Por su parte, Fernando Savater, filósofo y presidente del jurado del Premio Espasa de Ensayo, ha elogiado a Cruz por su forma «racional, laica e imprescindible» de acercar la filosofía al ciudadano, y ha recordado que «Amo, luego existo» es una reflexión profunda sobre «un tema de los más clásicos de la filosofía: el amor».

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