Jesús Palacios afirma que el golpe de Estado fue «un movimiento institucional para reforzar el papel de la Corona»

El escritor Jesús Palacios ha presentado este viernes en Madrid su libro ’23-F, el Rey y su secreto» en el que defiende la tesis de que el golpe de Estado perpetrado en 1981 por el Coronel Antonio Tejero «fue un golpe desde dentro del sistema, un movimiento institucional cuyo objetivo era un nuevo pacto democrático para reforzar el papel de la Corona» y no la regresión del sistema democrático hacia el franquismo.

Según estima el autor, la intentona golpista «nunca se hubiera producido sin la figura del Rey», puesto que el monarca «era la fuerza principal» de una operación gestada en el seno del entonces Centro Superior de Investigación de la Defensa (CESID), apoyada por todas las fuerzas democráticas, incluidos integrantes del Partido Comunista, y con especial colaboración del PSOE, interesado en la destitución o cese del entonces presidente, Adolfo Suárez.

Palacios defiende en su tesis que la presentación al Rey de «un cuadro de riesgo» político en el que se recomendaba actuar para contrarrestar el devenir adverso de la reforma política iniciada con Suárez, llevó al monarca a considerar necesaria una corrección del sistema político español a través de la denominada ‘Operación De Gaulle’, que tenía como final previsto un Gobierno de Concentración con el General Alfonso Armada al frente.

«Todo se hizo en torno al Rey. Todo pasó por el Rey. El 23-F fue un golpe para lo que fue: un golpe dentro del sistema, tramado, desarrollado y ejecutado desde dentro del sistema para la corrección del propio sistema. No es que el Rey tuviera conocimiento del mismo, que sí lo tuvo, sino que estuvo absolutamente involucrado en la operación, ya fuera motu propio o por dejar hacer», ha argumentado el escritor, quien ha referido en varias ocasiones la supuesta frase esgrimida por el monarca español: «A mí, dádmelo hecho».

En este sentido, Palacios ha señalado que «todas las personas participantes» en la tentativa golpista «tenían la convicción de que el Rey estaba detrás». «Sin él no hubiera habido golpe. Le presentaron un cuadro de riesgo en el que se unían la figura del Rey y la del propio Suárez», cuyo estatus se encontraba en pleno deterioro, y por el que advertían al jefe del Estado sobre el peligro de que la caída de uno supusiese el arrastre del otro y de la monarquía como institución, ha explicado el escritor.

De esta forma, apunta el autor, lo que se produjo fue un consenso sobre la necesidad de derrocar a Suárez y de que la salida positiva al embrollo era un Gobierno de Concentración presidido por el general Armada. «Desde la victoria de la UCD en las elecciones de 1979, todo pasaba por defenestrar a Suárez», porque se había impuesto la idea de que «había un vacío de poder», no cuando Tejero asaltó el Congreso, sino meses antes, «en el otoño de 1980», que fue un «año de conspiración contra la UCD y el propio presidente».

EL PAPEL DEL PSOE

Así, Palacios ha asegurado que el 23 de febrero de 1981 «no hubo conspiración militar ni rebeliones de capitanías generales ni generales ni varios golpes simultáneos, sino un entramado político», y ha considerado «fundamental» el papel del PSOE en la trama, puesto que fue su admisión de un gobierno presidido por Armada lo que lanzó la operación.

«La cúpula socialista era la que más participaba para la caída de Suárez. En el otoño de 1980, con sus líderes a la cabeza, Felipe González, Gregorio Peces Barba y Enrique Múgica, se reunieron con Sabino Fernández Campo para transmitir al Rey el convencimiento de que había que precipitar la caída del presidente», ha relatado Palacios.

De esta forma, el autor ha convenido que no fueron tanto las Fuerzas Armadas como un consenso en la esfera política lo que marcó el devenir de los acontecimientos. Así, por ejemplo, en el libro niega la conspiración «abierta del Ejército», aunque sí acepta «un estado de cabreo» por la legalización del Partido Comunista, que considera fruto de «un pacto entre el Rey y el secretario general del PC, Santiago Carrillo».

«El sentimiento de traición con la legalización del PC hace que el ejército se desmarque del proceso de reformas», pero no conlleva el inicio de una conspiración, ha expuesto Palacios. Existe en esos momentos un enfado con Suárez, quien, habiendo prometido que el techo de las reformas no llegaría a incluir la legalización de los comunistas, «se olvidó de preadvertir al Ejército» y eso devino en la sensación de «engaño y traición».

EL PAPEL DE TEJERO Y EL FRACASO DE LA OPERACION

Dicho esto, Palacios ha destacado el papel de Tejero, «la figura anticonstitucional» que permitió «justificar un movimiento de corrección» y que después resulto ser la columna débil. «La operación fracasa cuando Tejero contraviene las ordenes de Milans del Bosch –que siempre fue fiel y leal al Rey–, y niega la entrada en el hemiciclo a Armada para hacer su propuesta», ha defendido.

Si Armada hubiera podido entrar, «su propuesta de Gobierno, que iba ser aceptada, hubiera tenido éxito porque los diputados hubieran votado de forma que no hubiera relación entre Armada y Tejero», ha indicado Palacios, quien se ha mostrado convencido de que Tejero fue el que desestructuró la operación al negarse a un Gobierno con integrantes del Partido Comunista.

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