No se trata de prohibir la energía nuclear sino preguntarse si el riego merece realmente la pena
La historia se hace con trozos de otras historias. Es una de las ideas básicas sobre las que David Torres elabora su nueva novela Punto de Fisión (Algaida – Premio Otoño de novela). En el relato se dan cita cuatro relatos que se complementan en su aparente oposición argumental: un editor que se enfrenta a la crisis de los 40, un grupo terrorista que exige la independencia de Madrid y reivindica el chotis, un superviviente de Chernobyl y un hombre que se convierte en un escritor compulsivo tras caerle encima, literalmente, un rayo.
El reto literario para David Torres en este Punto de Fisión ha sido, irónicamente, encontrar el punto de fusión de las cuatro historias planteadas. De este proceso creativo, David Torres cuenta a Periodista Digital que
«El problema es conseguir que la novela sea verosímil porque la realidad se puede permitir el lujo de ser inverosímil. La realidad puede hacer cosas como Fukushima o lo de Gadafi. (…) Como decía Gabriel García Márquez: ‘La novela tiene que parecer difíciles mientras las escribes y fáciles mientras la lees.»
Con el ganador del Premio Otoño de Novela 2010 aprovechamos uno de los argumentos de su novela (el relato del accidente de Chernobyl por uno de sus supervivientes) para tratar el reavivado debate sobre la energía nuclear.
«Lo que ocurrió en Chernobyl fue tan terrorífico y espantoso que hemos preferido sepultarlo. Si no llega a ser por el accidente de Japón este año hubiera pasado desapercibo el aniversario de aquel accidente (26 de abril de 1989).
(…)
«No se trata de prohibir la energía nuclear sino de ponerla en sus justos límites y preguntarse si el riego merece realmente la pena. Lo que se ha caído en Fukushima es el mito de que la energía nuclear es segura y limpia».