Juarma da otra lección de humor corrosivo en «Mujeres y copas»

Juarma da otra lección de humor corrosivo en "Mujeres y copas"

En una sociedad cada vez más atrapada por los estrechos márgenes de la corrección política, cualquier lector podría sentirse afortunado de que existan dibujantes como Juarma, «enfant terrible» del tebeo nacional que ofrece otra lección de humor corrosivo en su nuevo fanzine, «Mujeres y copas».

«Agradar a todos, o hacer un chiste amable para el lector, me parece penoso. Y casi todo el humor que veo es así. Solemos definirnos poniéndole a las cosas etiquetas de ‘me gusta’ o ‘yo opino así’, pero a veces es bueno que encontremos cosas que escapan de esos parámetros, porque refrescan el pensamiento», explica Juan Manuel López, Juarma, (Deifontes, Granada, 1981), en una entrevista con Efe.

Nada ni nadie escapa a la crítica incisiva del autor, que busca «las contradicciones a través de la risa». «Con el humor puedes poner el concepto patas arriba, repensarlo. Hay un componente incontrolable en la risa que me fascina y que escapa a la lógica, a la moda o a la convención», afirma.

«Eso es lo que me interesa: el humor como catarsis, como mecanismo subversivo, como un desenmascaramiento del entorno, como contradicción de las opiniones generalizadas, como azote de la multiculturalidad… Creo en el humor y ponerle algún tipo de límite no me parece honesto», añade.

Hombres y mujeres, niños y ancianos, gays y heteros, españoles y extranjeros, ricos y pobres, celebridades y personajes anónimos… Todos reciben su azote en «Mujeres y copas», donde se ofrecen historietas con títulos de lo más sugerente: «Carta a Guti», «Hacer un cóctel Molotov», «Pasión de zombi», «Orgullo talibán» o «Si yo fuera alcalde…».

El título del fanzine nace de un chiste privado, una broma que Juarma comparte con su hermano y un amigo. «Sugiere una constante vital en un determinado momento de la vida», advierte el dibujante, cuyo personaje estrella se hace llamar «Eusebio, ‘El Clenchillas'».

«Es putero, drogadicto, homófobo, racista, filólogo, votante de Rajoy y vigilante de seguridad en Bershka. Está construido a partir de arquetipos con los que me he cruzado en la vida real. Es un imbécil profundo y por eso se parece tanto a sus lectores», relata el padre de la criatura.

Ambos comparten titulación universitaria, pero el autor desmiente de forma rotunda: «Eusebio no es mi álter ego, aunque los chistes que cuento cuando estoy con mi gente son un poco en ese plan. Nuestra forma de observar las cosas a través del humor es parecida».

Como nada es gratuito, Juarma ha recibido duras críticas por el tono de sus dibujos. «Lo que hago es tan minoritario que, a veces, me sorprende que pueda provocar algunas reacciones tan airadas y viscerales. Pero las alegrías son mucho mayores y, en general, mis lectores son maravillosos», celebra.

El dibujante, que no hace amigos, lanza dardos cargados de malicia contra sus compañeros del gremio comiquero. «Me parecen unos lloricas, unos ruines, unos patanes, unos endogámicos y unos apestados sin criterio y con pocas luces», suelta de una tacada.

Responsable de otros fanzines como «¡Viva Rumanía!», «Lo pitbull» o «El orgullo de ser nazi», Juarma colabora en la actualidad en la revista El Jueves, donde participa en la sección «El gas de la risa». «Ahora nos han suprimido un par de páginas, porque no confían mucho en este tipo de humor», opina.

Los nuevos proyectos se acumulan en la mesa del autor, que ya tiene dos nuevos tebeos a punto de caramelo. «El primero se llama ‘Carita de gitano con SIDA’, y el segundo es ‘Varados en el mar los petroleros’, un cómic largo sobre un niño de 9 años. Necesito contar cosas y hacer fanzines para sentirme vivo», confiesa.

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