"El error del posado de las ministras de ZP en Vogue fue que se creyeron primeras damas"

Patrycia Centeno: «Rubalcaba con tejanos no transmitía seguridad»

'Política y moda. La imagen del poder' habla del lenguaje no verbal que se transmite a través del uniforme

‘Política y moda. La imagen del poder’ (Editorial Península). Así se titula el primer libro de Patrycia Centeno, una periodista especializada en política que es pionera en el estudio de la indumentaria como herramienta de comunicación política. En su libro somete a examen a numerosos líderes polítcos y miembros de la realeza desde un punto de vista al que no estamos acostumbrados: su indumentaria.

La relación entre política y moda es total. La política es comunicación y la moda es un lenguaje, y cuando estás comunicando, sea de forma verbal o no verbal estás utilizando esa herramienta. Sabiendo que la moda es una herramienta de comunicación ¿por qué no utilizarla bien? Y de ahí nació esta idea, de lo poco que se utilizaba la imagen en este sentido, sobre todo en España, y además el sentido peyorativo que se le daba a la imagen, y sobre todo en política.

Parece increíble cómo la elección del vestuario puede ser determinante en la recepción de un mensaje político. Por ejemplo, si un portavoz del Partido Popular escoge una palestina para dar un discurso, como hizo María Dolores de Cospedal en un mitin de Guadalajara de junio de 2010, se puede malinterpretar su mensaje.

La vestimenta, a lo largo de la historia, ha servido a los líderes políticos para ser identificados, reconocidos, tanto para verse entre sí como para que los demás los vieran, los percibieran. Por eso es importante cómo nos vestimos, para que los demás puedan reconocernos. Sin embargo, actualmente, cada vez es más difícil reconocer a un político, porque todos tienden a uniformarse. Hay un uniforme estándar y todos lo utilizan, lo que hace prácticamente imposible diferenciarlos a través de su imagen. Pero también es cada vez más difícil diferenciarles a través de su mensaje, pues cada vez se habla mas del centro político, todos quieren confluir allí, todos quieren unificar posturas para conseguir más votos, y en ese contexto es prácticamente imposible reconocerlos. Esto es algo que pasa por primera vez en la historia.

En cuanto a ese uniforme político del que habla Patrycia Centeno, podemos ver cómo a lo largo de la historia la clase política ha hecho suya la imagen de un traje con una corbata, pero poco a poco vemos cómo ha ido cambiad esto, sobre todo desde la incorporación de la mujer en este campo. Las mujeres intentan salir de ese canon que se ha establecido, pero no siempre ese cambio es bien visto por los críticos.

La excandidata de los socialistas en Francia, Ségolène Royal, hizo mucho para la feminización del uniforme político. El uniforme político está hecho por hombres y para hombres. Cuando se creó ese uniforme nadie imaginaba que la mujer podía llegar a tener un cargo relevante dentro de la política. Así que estas mujeres tienen dos opciones, o masculinizarse imitando el ‘look’ de sus colegas hombres, o feminizarse. La apuesta siempre es arriesgada, porque el sistema político es muy convencional y muy conservador, con lo cual, cualquier inclusión en ese uniforme va a ser vista como una amenaza y más cuando viene de una mujer. En este sentido Segoléne Royale marcó un antes y un después, porque, aunque ya ha habido mujeres que habían estado en la política y habían llegado a cargos importantes, como Margaret Thatcher, tenían una imagen muy masculina, de hecho su apodo es ‘La dama de hierro’, por algo sería.

Las mujeres políticas tiene un papel difícil de interpretar, que se confunde muchas veces con el de una Primera Dama. Cuando hablamos de la Primera Dama estadounidense, Michelle Obama, o de la francesa Carla Bruni, hablamos de mujeres que influyen en la sociedad en cuanto a la forma de vestir se refiere. Como muestra de ello, las firmas de ropa pueden notar un incremento en sus ingresos cuando una de ellas luce alguno de sus diseños.

Es muy importante que la mujer política sepa la diferencia entre ser mujer política y ser una primera dama. Se habló muchísimo de la portada de ‘Vogue’, con las ministras de Zapatero, y el error en ese caso fue ese, creerse primera dama. La primera dama tiene la función de hacer más cercano al líder, y eso puede conseguirse a través de vestimentas. Además vemos que cualquier producto que lleva Carla Bruni o Michelle Obama va a tener una repercusión inimaginable, incluso aquí en España con Letizia Ortiz ocurre que si la princesa lleva un vestido de Mango ese vestido se va a agotar. Confundir el rol entre Primera Dama y mujer política es el peor error que se puede cometer.

Las mujeres políticas dejan a un lado lo de ser hermosas para pasar a ofrecer una imagen que les haga parecer útiles. Los antiguos monarcas se vestían con grandes galas y numerosos adornos, pero hasta ellos han optado ya por un atuendo más sencillo.

Tiene que haber una cierta actualidad dentro del uniforme, porque si no quedas apartado socialmente. Eso es algo que un líder necesita, sea o no de la realeza. Además hay que tener en cuenta que ha habido un cambio generacional. Por ejemplo, Letizia Ortiz tiene 40 años, y la princesa británica, Kate Middleton, tan solo tiene 30.

En el libro ‘Política y moda, la imagen del poder’ se habla de la tendencia que existe en las clases bajas a parecerse a las clases altas, sin embargo hoy en día, para adquirir cercanía con el público, los políticos optan por estilismos más informales.

Es verdad que nos da la sensación de que los políticos visten de traje de lunes a viernes y el fin de semana se relajan y visten de un modo más informal. Así se lo hacen creer los asesores, con el fin de ser más cercanos. Pero siempre hay que tener en cuenta que si no te sientes cómodo para informar, no basa transmitir el mensaje de una manera adecuada. Podemos ver claramente cómo esto le ocurrió a Rubalcaba, cuando optó por unos tejanos en la última campaña electoral, y pronto optó por renunciar a ellos, pues no se sentía cómodo. Hay que tener siempre en cuenta cómo se va a sentir el candidato.

Cuando una persona ocupa un puesto en política, pasa a ser un actor, que interpreta un papel, con todo lo que eso conlleva. ¿un ejemplo? el cambio de ‘look’ que ha sufrido el expresidente José María Aznar desde que abandonó el puesto de presidente.

Cuando un político se enfrenta a un auditorio de 500 personas, lógicamente tiene que haber algún punto de interpretación. Para esa interpretación se le pide a un político que también se sienta seguro de su papel, que se lo crea y así pueda ser creíble.

Patrycia ofrece en su libro sabias lecciones de moda e imagen, y explica que la vestimenta de un político debe transmitir tres cosas fundamentales:

En cuestiones de política, es muy importante transmitir seguridad, seriedad y además cercanía. Sumado a eso, es necesario ser coherente, es decir, que el mensaje verbal y el no verbal estén muy bien estudiados y muy bien conjuntados. Hay que ser coherente con la ideología, con el ideario del partido y el tuyo propio, y estar acorde con el contexto social y el geográfico. Teniendo todo esto en cuenta es como se puede vestir a un político. La seguridad se transmite siendo coherente, también se transmite sintiéndose cómodo. Por ejemplo, a Zapatero le crearon una imagen para ser presidente, pero se olvidaron preguntarle si se sentía presidente del gobierno. En cuanto ha tenido la oportunidad ha abandonado ese estilismo y en sus últimas apariciones vemos una imagen de él que no conocíamos. Parece más creíble, más seguro, y eso es debido a que ahora se siente él. Ya no va disfrazado.

Con la colaboración de Sandra Besga y Marina López.

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