Al ingresar en una élite, dicen adiós a las vacaciones con botijo y pañuelo de cuatro nudos y empiezan a vivir como los de la derecha
Llevan por nombre Felipe González, Miguel Boyer, Carlos Solchaga o Narcís Serra y gobernaron España durante casi catorce años. Salvo los dos primeros, casi ninguno genera ya titulares de periódicos.
Sin embargo, los miembros de esta generación no permanecen inactivos: se sientan en los consejos de administración de empresas estratégicas y ejercen de intermediarios en operaciones de altos vuelos.
Como era de esperar, sus influencias se ven recompensadas por unos suculentos ingresos.
Unos casos lo suficientemente interesantes como para que el periodista Javier Chicote los desmenuce con rigor. Pero sin sectarismos:
«Es un libro [‘Socialistas de élite‘] sobre esta generación, no contra esta generación».
-¿Cómo es que, a diferencia de un buen número de ministros de UCD, los socialistas llegan al Gobierno con patrimonios escuetos?
-En su gran mayoría pertenecían a la media burguesía: no les faltó nunca de nada, pero tampoco venían de familias de mucho dinero. Sí eran, en cambio, buenos profesionales -economistas, profesores, abogados y altos funcionarios- que podrían haber vivido perfectamente sin la política.
-Lo llevan haciendo desde que dejaron el poder en 1996.
-Lo hacen porque si a su capacidad como funcionarios sumamos la influencia cosechada en distintos años de Gobierno, se convierten en piezas bastantes codiciadas por las empresas.
-Una de ellas es el propio González: no le ha ido nada mal desde que se fue de La Moncloa.
-Tuvo bastantes ofertas de empresas, pero le costó dar el paso porque había sido el líder socialista con chaqueta de pana y el Isidoro de la clandestinidad; al final fichó por Gas Natural en 2010.
-¿Antes vivía con estrecheces?
-Tenía otras actividades, como las conferencias: por cada una de ellas cobraba alrededor de 80.000 euros.
-¿Le fascina el dinero?
-No, porque podría tener más del que tiene y también porque podría haber rentabilizado mejor sus influencias, pero sí es cierto que siempre le ha fascinado la gente con dinero. Siempre se ha rodeado de millonarios.
-Enrique Sarasola, Luis García Cereceda, Carlos Slim, Jesús Polanco…
-…y el nuevo entorno de su cuñado Pedro Trapote, dueño de la discoteca Joy Eslava y de varias salas de fiesta.
-Sin embargo, es a Miguel Boyer a quien se asocia con la frivolidad: su relación con Isabel Preysler coincidió en el tiempo con su abandono de la política. ¿Fue la reina de corazones la que le deslizó por la pendiente del dinero?
-Pudo tener algo que ver, porque cuando empezó a salir con ella, le dijo a un amigo que temía no poder mantener el tren de vida de su pareja. Pero antes ya anidaba en Boyer cierta sofisticación, propia de quien vive con lujos y comodidades.
-Además, antes de 1982, ya estaba a la derecha del PSOE.
-A González le hacía falta un ministro fiable para la gran empresa española, que recelaba de los socialistas.
-¿Por qué nunca receló de su sucesor, Carlos Solchaga?
-Quienes le conocen le definen como, quizás, el ministro más brillante de González. Su actividad previa a la política -estuvo en el Banco de Bilbao- y sus influencias adquiridas en el Gobierno le hicieron perfecto para el mundo económico.
-¿De cuántos consejos de administración forma parte?
-De una docena. Por si fuera poco, ha creado su propia empresa y se dedica sin ninguna vergüenza a abrir puertas.
-Su humillante dimisión como portavoz parlamentario en 1994 fue una suerte.
-Para su bolsillo, sin ninguna duda: gana más de un millón de euros al año.
-Siguiendo con números, ¿cómo es que Javier Gómez Navarro, uno de los exministros que más ha medrado -presidente de las Cámaras de Comercio, de Aldeasa y dueño de una consultoría- solo haya acumulado un patrimonio de diez millones de euros?
-Esa cifra corresponde únicamente a su patrimonio inmobiliario, que está integrado por varias casas, entre ellas una espectacular en Mirasierra. ¿Podría tener más? Sí, claro. Pero entre los patrimonios de exministros socialistas, es el más llamativo.
-¿No es más llamativa la fulgurante trayectoria empresarial de Narcís Serra?
-En empresas como una caja de ahorros -mezcla perfecta de política y economía- se produce un efecto dominó: CatalunyaCaixa le colocó en los consejos de las compañías de las que era accionista. Él mismo se incorporó más tarde a otros consejos, cosechando de esta forma unas minutas anuales que rondan el millón de euros.
-Todos son brillantes, pero no practican la ética de izquierdas.
-Al ingresar en una élite, dicen adiós a las vacaciones con botijo y pañuelo de cuatro nudos y empiezan a vivir como los de la derecha: poseen las mismas casas, se riegan de los mismos vinos y hasta salen con las mismas mujeres. González navega en yate y disfruta de los mejores complejos turísticos de la República Dominicana.
-¿Paga sus estancias caribeñas?
-No, le invita Jesús Barderas, un turbio personaje que trabajó con Sarasola y merodeó alrededor del PSOE. Se tuvo que ir de España e hizo fortuna en Santo Domingo.
-No todos los socialistas le han imitado: cuesta imaginar a Guerra o a Rodríguez Ibarra en consejos de administración.
-Sí, pero a Guerra hay quien le reprocha haber vivido siempre de la política. Ibarra, por su parte, recibió ofertas, pero las rechazó y volvió a la Universidad.
-¿Tienen un perfil demasiado duro para el sensible mundo empresarial?
-No lo tienen y para ellos sería una contradicción enorme: si Ibarra empieza a defender a Gas Natural o a Abengoa por 150.000 euros al año, le dirán: «¿No eras el que defendía a los jornaleros?»