Vivir en la excelencia es vivir en el error, pensar en la incompetencia es aproximarse a la verdad. Y disponerse a luchar contra ella.
No es realista que todos aspiremos a ser números uno. No es verdad que si se quiere se puede, ni que lo que no se mide no se puede gestionar. Hay que vivir con holguras, mejorar una sola habilidad por año, equivocarse y aprender a trabjar lo peor posible. «Lo mejor» es enemigo de «lo bueno».
Esta es la hipótesis de la que parte Gabriel Ginebra en El japonés que estrelló el tren para ganar tiempo. No alberga dudas: la gestión de incompetentes es una forma nueva de ver la realidad empresarial.
Es un secreto a voces que vivimos rodeados de incompetentes, nosotros los primeros. Lo sorprendente es que esto sucede en los entornos empresariales más competitivos, donde se llega a la incompetencia a través de la superincompetencia, que, según el autor, no es otra cosa que la competencia pasada de rosca.
Así que, bienvenidos al apasionante mundo de la incompetencia. Todos merecemos ser admitidos. Y que Dios nos ampare.
Gabriel Ginebra, ‘El japonés que estrelló el tren para ganar tiempo’ (Ed. Conecta)