Las empresas estadounidenses incentivaron comportamientos perniciosos en la UE
La segunda obra de Michael Lewis, Boomerang, ya se ha convertido en un fenómeno editorial. Su idea es responder a la pregunta de ¿quién gana en esta crisis? Es más, ¿quiénes se han beneficiado mientras el resto del mundo se iba al garete?
Como subraya John Arlidge en ‘The Sunday Times‘ -«The debt collector»– todos los ejemplos que pone el autor en su obra tratan de personas, no de mercados. Es la marca registrada de Lewis.
No olvida jamás que los auges y las explosiones son provocados por gente tonta y avariciosa. Utiliza su inteligencia periodística para seguirle el rastro a estas personas y después su encanto, su sentido del humor y su dominio de las motivaciones para conseguir que confiesen sus pecados.
Para que todo el mundo lo entienda
En el proceso tiene la pericia de explicar qué es lo que ha ido mal en las finanzas mundiales de forma que la gente de la calle, y no sólo de Wall Street, pueda entenderle. Utiliza una analogía sencilla y doméstica para explicar las permutas financieras por impago del crédito.
Son los instrumentos que utilizaban quienes vendían en corto para apostar contra las deudas hipotecarias que tenían los bancos estadounidenses, que los bancos creían que se amortizarían pero que quienes vendían en corto sabían que eran tóxicas.
«Es como comprar un seguro barato contra incendios para una casa en llamas».
Hay cifras, evidentemente, pero Lewis mantiene las matemáticas en la mínima expresión, y sólo presenta estadísticas cuando resultan claramente reveladoras.
Por ejemplo, cuenta que el total de la deuda mundial -pública y privada- se duplicó entre 2002 y 2008, pasando de 84 a 195 billones de dólares.
Pasa lo mismo con los diálogos de su libro. Cuenta cómo un banquero le dijo a un desventurado inversor que se ahogaba en la deuda hipotecaria:
«No tienes más salida de esta piscina que a través de mí, y cuando pidas la toalla te voy a sacar los ojos».
Evidentemente, Lewis no lo ha hecho todo solo. Cuenta con algunos seguidores muy ricos y poderosos. Boomerang se basa en una colección de artículos que escribió para Vanity Fair.
En una era en la que la mayoría de los periódicos y revistas recortan en editoriales, el director de Vanity Fair, Graydon Carter, ha dedicado dinero al más puro estilo de Wall Street a la mayor historia financiera de la Historia.
Considerándolo todo -vuelos, hoteles, subsistencia, investigación, fotografía, edición, comprobación de datos y honorarios- Lewis afirma que uno de sus artículos para Vanity Fair cuesta 125.000 dólares.
Supera a los presupuestos editoriales anuales de revistas enteras, para un único artículo.
«Es una enorme suma de dinero».
El éxito de Lewis le ha hecho ser considerado gurú financiero. Se le ha invitado a testificar ante el Congreso, y los banqueros de todo el mundo le han escrito para contarle que no tenían ni idea de algunas de las cosas que ha descubierto. Es un papel que aborrece.
«Soy fan de los Monty Python. Me siento como Brian cuando la gente no hace más que decirme: ¡Es el Mesías!’ No soy ningún Mesías. Hay gente mucho más lista que yo que puede explicar lo que está pasando».
Señala que su administración de su propio dinero era tan mala que hasta compró acciones de Lehman Bros por valor de varios miles de dólares, en 2007.
«Mire, soy escritor, un diletante. No hago más que rozar la superficie. Si me pide ayuda a mí, es una señal verdaderamente mala».
Quizá, pero dado que estoy sentado en su estudio y su esposa, Tabitha, y sus tres hijos van a tardar horas en volver, allá vamos.
Respuestas sobre la crisis
¿Por qué ha tenido lugar la crisis financiera? Ésta sí que la responde. Sus raíces, dice, están en el hecho de que las economías occidentales no han logrado crecer y crear una prosperidad aún mayor.
«La sociedad europea y estadounidense se basa en la premisa de la creencia en la movilidad social, que a uno le va a ir mejor que a sus padres. Esto ya no es verdad. Las perspectivas para mis hijos no son tan buenas como lo fueron para mí. Probablemente para sus hijos sea lo mismo».
«Lo que los bancos y las personas hicieron en los años previos a la crisis fue una respuesta a lo que en esencia era desesperación de la clase media. La gente encontró -o al menos creyó haberlo hecho- nuevas formas de sacar dinero, digamos, de sus casas. La gente tomaba dinero a préstamo en lugar de hacer dinero porque no podía hacerlo de la misma forma que antes lo había hecho y sus padres antes de ellos. Durante un tiempo funcionó verdaderamente bien. Pero después se puso en evidencia la mentira».
Los delitos de Wall Street
¿A quién, o qué, echa la culpa por los aparentemente inacabables infortunios financieros del mundo?
«Las huellas de EEUU se encuentran por toda la crisis. En cada país al que voy encuentro alguna historia del pernicioso comportamiento de las empresas. Wall Street incentivó gran parte de unos comportamientos verdaderamente malos. Podría haber sido un freno para el sistema. Podría haber ralentizado las cosas, pero más bien lo que hizo fue acelerarlas».
Destaca la forma en que empresas de Wall Street disfrazaron deliberadamente montones de hipotecas basura como inversiones calificadas con triple A y se las vendieron a los bancos alemanes.
«Las empresas de Wall Street invirtieron mucha energía en venderle una basura a Alemania que sabían que Alemania no debería haber comprado jamás. Los alemanes fueron expoliados de todas las formas posibles por los banqueros de inversión de Estados Unidos».
Después, están las argucias griegas de Goldman y los chanchullos de Merrill Lynch en Irlanda. Podría seguir, pero concluye diciendo:
«Estados Unidos le debe una disculpa al mundo».
¿Puedo tentarle a hacer algunas predicciones? Por ejemplo, digamos, ¿qué va a pasar con el euro?
«Grecia no tiene salvación. Bien se va, bien es expulsada», dice frunciendo el ceño.
No sé si le dieron comida envenenada en Atenas o si Olympic Air le perdió el equipaje dejándole atrapado en una isla en el momento más caluroso del verano con sólo un par de calzoncillos, pero Lewis no tiene el más mínimo interés por los griegos.
«En nuestras sociedades todavía queda un cierto sentido del bien común. Pero esto ya ha dejado de existir allí. Nadie confía en nadie. Nadie confía en el gobierno. Así que la verdad es que no hay nada sobre lo que construir. No deberían haber entrado en la zona euro y van a salir, y tendrán el dracma o algo que sea una moneda mucho más barata. Podrán exportar más, cosa que está muy bien. Pero el nivel de vida bajará mucho».
«Cuando Grecia se salga, ¿se difundirá el contagio e implosionará toda la moneda, como muchos temen? «El euro fue un error desde el principio y es difícil ver cómo se mantiene unido. No creo que se desmorone todo de una vez. Imagino que irá por piezas».
«Quizá se vaya Grecia y después quizá España e Italia, que tampoco deberían haber entrado, la verdad. Lo que queda es un bloque de países del norte e Irlanda. Será interesante ver si los irlandeses deciden que quieren formar parte. Creo que lo harán. Parecen inclinados a soportarlo todo. Casi disfrutan del dolor. Si vas a una fiesta irlandesa, quien monopoliza la conversación es quien más haya sufrido últimamente».
¿Y la reforma bancaria? ¿Tendrá lugar? Ya lo ha hecho, dice Lewis. La gran Wall Street está en declive y sus mayores instituciones estarán deshechas en la próxima década.
«La sociedad decidirá que no puede tolerar que el gobierno respalde a los capitalistas. Y la única forma de evitarlo es que sean tan pequeños que puedan fracasar. Hay que deshacerse de lo de Demasiado grande para caer».
¿Cómo?
«La forma en que yo lo haría es que diría que se puede hacer apuestas con el dinero propio, como hace un fondo de cobertura, o asesorar a los clientes. Así que se puede ser Charles Schwab, o bien un fondo de cobertura. Pero Goldman Sachs, donde se puede asesorar a los clientes y a la vez negociar, ha dejado de existir».
Las finanzas ya están cambiando, añade. Se puede sentir.
«Simplemente vea lo deseable que resulta para un chaval que salga de Harvard, Princeton, Yale, Oxford, Cambridge o el LSE ir a trabajar a Goldman Sachs. Sigue siendo deseable, pero no tanto como hace cinco años. Y fíjese también en los legisladores de Washington y Londres. Ahora mismo nadie quiere que se le asocie con grandes capitales».
Del mercado al deporte
Como los Woodward y Bernstein de la economía, Lewis sigue el dinero. Ha llegado a aplicar su teoría del mercado al deporte. En Moneyball: Rompiendo las Reglas, que se convirtió en una película protagonizada por Brad Pitt, revela cómo se valora el béisbol y se infravalora a los jugadores.
Pero también le interesa la política. Mientras gobiernos y gente corriente luchan para inventar formas de evitar una recaída en la recesión, cree que los países occidentales y los votantes tienen que llegar a una entente cordial con lo que la crisis financiera significa políticamente.
«La verdadera gran pregunta es por qué ha habido tan poco cambio político junto a un cambio económico tan grande. Realmente la gente no está lanzando piedras. Es sorprendente lo tranquilo que ha sido».
La paz es parcialmente resultado de la decisión de los gobernadores de los bancos centrales de imprimir dinero para mantener en marcha los engranajes de la economía, la denominada flexibilización cuantitativa.
«Los gobernadores de los bancos centrales han mejorado mucho a la hora de adormecer el dolor de la crisis financiera. Ben Bernanke [presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos] es un gran héroe. Es sorprendente lo que ha hecho. EEUU debería estar viviendo con un desempleo del veintipico por ciento. Sin embargo, es del 8 por ciento».
Pero la anestesia acabará por pasar y las cosas se pondrán de lo más interesantes.
«Estamos al inicio de un cambio. Ahí fuera están las semillas de un gran movimiento político. Se ven los espasmos, como el Tea Party o el movimiento Occupy Wall Street. Los movimientos políticos son movimientos juveniles y los jóvenes tienen más motivos que nunca para estar enfadados, y además cada vez estarán más ociosos. Vamos a vivir un período de transformación social».
Obviamente, hay una pregunta que a Lewis le hacen más que ninguna otra. ¿Cuándo acabará la crisis?
«Lo siento, pero creo que va a durar otra década. Va a ser larga. Mi próximo encargo es en el sur de Europa y voy a esperar hasta el año que viene. No me cabe duda de que la historia estará igual de fuerte entonces, por no decir que más».
Son malas noticias para los demás, pero buenas para Lewis. No sólo significa más libros y 125.000 dólares para artículos de Vanity Fair.
Significa más películas. Acaba de terminar de escribir el guión para El Póquer del Mentiroso para la Warner Bros. Como ya he dicho, Lewis es un ganador. Maldito sea.