El periodista Fermín J. Urbiola, autor del libro Palabra de rey, ve a don Juan Carlos «con las ideas claras, las pilas puestas» y ganas de seguir ejerciendo su responsabilidad y hacerla más visible, como refleja el comentario que el jefe del Estado le confió hace unos días: «¡Lo que me queda por hacer…!».
Este trabajo, editado por Espasa, desvela los sentimientos y las motivaciones últimas del rey en momentos cruciales de su vida y de la reciente Historia de España a través de un exhaustivo trabajo que incluye no sólo mensajes oficiales y declaraciones informales del monarca, sino imágenes y documentos inéditos, así como numerosos testimonios de personas que conocen «de verdad» a don Juan Carlos.
En una entrevista, Urbiola (nacido en Pamplona en 1971) subraya que con su obra pretende dar a conocer a su generación y a las próximas la vida y la importancia del trabajo de «una figura irrepetible en la Historia de España», que fue «motor del cambio» y «piloto de la Transición», que «unió a todos los españoles y recuperó la concordia nacional».
El autor no oculta las distintas facetas de alguien que es «un hombre con sus virtudes y sus defectos» y sitúa así en su contexto el valor del rey como líder de un proceso de implantación de la democracia en el que, acompañado por «una clase política extraordinaria», devolvió al pueblo el poder absoluto que había recibido de Franco.
El retrato de la vida interior de don Juan Carlos refleja la huella que dejaron en él una infancia y adolescencia «muy duras», alejado de su familia, educado desde pequeño para soportar el dolor en silencio -interiorizó que «un Borbón no llora más que en la cama»- y marcado por su condición de «ficha en un tablero» entre «su padre, rey en el exilio», y Franco, «que ‘reinaba’ en España».
Esa etapa forjó la «fortaleza interior» con la que hizo realidad el anhelo de su padre de ser «el rey de todos los españoles», para lo que cedió el poder al pueblo tras la muerte de un Francisco Franco con el que había tenido una relación «poliédrica», no exenta de afectos aunque «muy difícil», que le trataba como el hijo que no había tenido y le cambió el nombre de Juanito por el de Juan Carlos.