PERIODISTA DIGITAL ENTREVISTA A LA AUTORA DE 'UNA MAMÁ ESPAÑOLA EN ALEMANIA'

[VÍDEO ENTREVISTA] Fátima Casaseca: «En Alemania les molesta tener que tirar del carro de países que como el nuestro no han sabido gestionarse bien»

"Aquí endiosamos mucho a Alemania con eso de las ayudas sociales, y las bajas de maternidad pero no es todo verdad"

Fátima es una española que decidió marcharse a Alemania a estudiar la carrera. Sin apenas darse cuenta, de la noche a la mañana, se vio casada con un alemán, madre de dos niños y viviendo en un pequeño pueblo perdido de Alemania:

“En el punto más gélido del invierno alemán, al borde del colapso social e intelectual después de unos meses pegada a la mopa y los fogones, me descubrí embarazada del tercero. Y fue entonces cuando encontrar una vida de escape se convirtió en una cuestión de supervivencia. La simpatía natural de los autóctonos me dificultó entablar relaciones terapéuticas y refrescantes. Las únicas opciones que me quedaron entonces fueron el psiquiátrico del pueblo continuo o ponerme a escribir. Ya saben cuál elegí”.

Con una increíble capacidad para reírse de sí misma y con un estilo pulido y muy personal, cargado de inteligencia, esta autora nos cuenta cómo es ser madre en Alemania en pleno siglo XXI y en medio de la crisis. Un libro relevador para aquellos que son padres pero también para entender cuáles son las dificultades con las que se enfrentan quienes viven en Alemania. Tampoco allí es oro todo lo que reluce ni tener tres polluelen proporciona la felicidad instantánea, como contará Fátima con gran sentido del humor.Un relato realista y desmitificador de la maternidad contada con un humor desternillante por una joven española, madre de tres pequeños de corta edad, en la rica y civilizada Alemania de nuestros días.

Fátima abandona a su familia y a su tierra para lo que todos suponen será simplemente una etapa de estudios en aquel país. Pero pronto conoce a un alemán fornido y encantador del que se enamora, y empieza una feliz relación que terminará en boda. De este modo, con una pomposa y prestigiosísima licenciatura en Filosofía (y Teología protestante) debajo del brazo, no tarda en convertirse en madre a tiempo completo de tres niños de corta edad.

Éste es el punto de partida de un divertidísimo blog (mamaenalemania.blogspot.com) que un buen día, por empeño de una amiga, acabó transformándose en el presente libro. Páginas que, al igual que sucede con las patatas fritas, es imposible tomar en pequeñas cantidades, ya que su lectura invita a seguir y seguir, con la carcajada garantizada.

Sin embargo, se trata de un tema muy serio, ya que Fátima Casaseca retrata con mucha fidelidad y cordura lo que significa ser madre hoy, sobre todo para alguien quien, como ella, acaba de dejar las aulas y la gran ciudad, en su caso, el Berlín más cosmopolita y trendy, para instalarse con su marido y su creciente prole en una población pequeña de la Alemania profunda y lejos de su familia. Un testimonio sobre la maternidad en nuestros días que puede ser el de muchas otras madres de su generación, independientemente del hecho añadido de que ella, además, se enfrente, por elección propia, a formar y criar una familia en un país extraño.

La autora no se deja nada por contar: Embarazos, partos en España y partos en Alemania, el vínculo con su marido teutón (que ella llama cariñosamente el Maromen), los suegros y las (bio)cuñadas, el extraño mundo de la pediatría homeopática, una boda alemana y lo que pintan en ella los colchones de casa, los diferentes (e irreconciliables) tipos de madre germana, sus relaciones con otras amigas y congéneres con niños, ser abuelos a distancia, la relación de la madre con una hija ausente, el arte de transportar tres rorros de aeropuerto en aeropuerto, algunas malas pasadas del idioma alemán, historias de guarderías, la muy especial vida laboral de las mujeres, el primer hijo, el segundo hijo, el tercer hijo y las diferencias entre ellos, el complejo mundo de las au pair, algunas mitos (que se nos caen de inmediato) sobre la envidiada Alemania y numerosas anécdotas de sus polluelos, todo ello contado de la manera más ágil, hilarante y deliciosa.

‘Una mamá española en Alemania’ es un libro para reconciliarse con la maternidad, sin soslayar ni dulcificar un solo aspecto de su variopinta realidad, que se devora con placer. Es un libro delicioso no solo por el humor que transmite en cada una de sus páginas, una de sus características más notorias, sino porque el relato es un muy logrado juego de equilibrios.

TITULARES:

«Lo de ser madre es duro y muchas madres llegan y les cuentan que todo es maravilloso, el niño huele muy bien, que todo es fantástico y luego se encuentran con que no puede dormir, el niño llora, se hace caca… y estás diciendo bueno, ¿y dónde está lo bonito?, este libro es para desmitificarlo».

«Cuando leía blogs en español, me di cuenta de que la gente tenía muy endiosada a Alemania con eso de las ayudas sociales, las bajas de maternidad y eso, porque bueno, aquí no están bien y decían que en Alemania tenías muchísimas ventajas y no es verdad».

«La baja maternal en Alemania es como aquí y le excedencia que aquí te puedes coger allí si la cogen y luego cuando quieres volver a trabajar te encuentras con que en la mayor parte del país no hay guarderías y son de cuatro horas y no tienes con quién dejar a los niños. En la parte este, la Comunista, sí que hay infrastructuras y mentalidad para que las mujeres trabajen pero en las otras tres cuartas partes del país no».

«Los alemanes tienen fama de cuadriculados y la tienen por algo, es real. Es todo muy formal y te hacen dudar entre le gusto o no le gusto. No son espontáneos como en España y se lo piensan todo más».

«A la hora de educar a los niños ha sido complicado porque a mi me encanta cantarles canciones y achucharles y tal y para un alemán eso es, «no, no, que estás invadiendo su espacio», ¿pero qué espacio si es un bebé?».

«En Alemania hay una corriente fuerte en la que todo tiene que ser bio, es curioso porque no se alimentan bien pero todo tiene que ser bio, ya es obsesivo, que hasta la pasta de dientes. Allí no quieren vacunar a los niños».

«Los alemanes no bañan a los niños porque son muy austeros y gastan agua y porque dicen que se estropea la piel. Yo desde luego lo hago todos los días y tengo la piel estupenda».

«Los alemanes no nos tienen a España especial manía. No es un país que detesten pero tienen un concepto muy específico de la culpa y de la responsabilidad y entonces consideran que nuestro problema, igual que en Italia o Grecia, que es nuestra culpa, que lo hemos gestionado mal a nivel particular y a nivel nacional y que estamos pagando las consecuencias. A ellos los que les molesta es tener que cargar y tirar del carro».

«El español no está mal visto, la gente que está yendo allí es gente con muy buena preparación profesional, ingenieros, arquitectos, son profesiones que allí hacen falta. Además vienen muy motivados. Luego tampoco te ponen un alfombra roja ni te van a felicitar porque hayas hecho un buen trabajo, son poco dados a dar palmaditas en la espalda».

«Allí en Alemania alucinan con los casos de corrupción que tenemos aquí. No digo que allí no haya porque habrá en todos lados pero por ejemplo ya hay dos ministros que han dimitido porque les han pillado que han plagiado sus tesis doctorales… imagínate cómo pueden ver lo de la corrupción. No lo entienden».

«Allí hay gente a la que le gusta Merkel y gente a la que no pero son muy desapasionados. No se tiran de los pelos, que aquí parece que eres de ultraderechas o de ultraizquierdas. Los alemanes tienen un concepto del bien común muy particular y entonces gobierne quien gobierne aunque no sea el que te gusta, tienen la sensación de que todos los políticos trabajan por el bien común, porque vaya todo bien».

«Allí cuidan muy bien la educación pública, aunque son pocas horas y todo el mundo lleva allí a sus hijos, ricos y pobres, es algo que me gusta y podríamos copiar».

Fátima Casaseca no oculta su nostalgia de tierra, familia y amigos; y al mismo tiempo reconoce lo feliz que es ella en su país de acogida y relata con la misma sinceridad cómo ha conseguido adaptarse sin perder la cultura de la que procede. Sus comentarios sobre ambos países, y sobre las penas y glorias de la maternidad en cualquiera de ellos, exentos de complacencia, son absolutamente sinceros y llenos de autenticidad.

Cada nuevo capítulo es un divertido guiño de complicidad con los lectores, a los que interpela frecuentemente, tratándoles con un simpático y muy acertado «usted»; y como parte de esta amabilidad integral está el no cansarles con retahílas inútiles o pedanterías fuera de lugar: los capítulos son breves, están cargados de gracia y son una historia completa en sí mismos. La fórmula perfecta para madres atareadas y, previsiblemente, como ella, también muy cansadas.

Por último, hay que señalar que las dos principales muestras de identidad del libro, el humor y la autenticidad, irán sumiendo a los lectores en la vida de esta joven mamá, de su querido Maromen, de sus tres polluelos, de su familia propia y de su familia política, de su país de adopción y de muchos otros aspectos, hasta llegar a la total empatía y la más rendida amistad con su autora.

EL BLOG

Con el mismo título Una mamá española en Alemania, Fátima Casaseca lleva desde 2010 escribiendo un blog que ha logrado ser uno de los top en maternidad. Ella misma cuenta que cuando se trasladaron de Berlín al pequeño pueblo Baden Württemberg, al lado de Baviera… donde ahora viven, con un niño de tres años, otro de cinco meses y un tercero en camino, dudó «entre cortarme las venas o desahogarme un rato». Evidentemente, eligió lo segundo. Y de esta sencilla manera surgió el blog.

También puntualiza que ella en realidad empezó siendo lectora de blogs de maternidad, y al ver que circulaban muchos mitos sobre lo bien que vivían las madres en Alemania y que se pasaba horas haciendo comentarios y puntualizaciones de su propia cosecha, decidió que sería más fácil crear su propio blog, que ahora ve convertido en libro.

Más de tres años después, declara haberse acostumbrado a esta cita consigo misma y con sus numerosos seguidores y seguidoras, y no poder prescindir ya de él. Una de estas fieles simpatizantes resume muy bien, en los comentarios que le siguen al pie, el motivo último del éxito conseguido por Fátima Casaseca hasta la fecha: «Me gusta que no te escondes en esa patraña de «ser mamá es maravilloso y mis hijos son perfectos». Un comentario cabalmente trasladable a las aventuras de esta mamá en su versión papel.

PERSONAS, PERSONAJES Y PARAJES

El libro es una sucesión de capítulos breves y jugosos que tratan los más diversos temas a través de un sinfín de anécdotas y de una formidable galería de protagonistas; el Mayor (el hijo primogénito), Destroyer (el segundo), el del Rizo (el tercer hijo), Maromen (su marido), Mierdapueblo (la localidad donde viven), y la biocuñada (su cuñada, forofa de los productos bio) son sólo algunos de ellos.

Mierdapueblo

Localidad no identificada de Bavaria donde la autora vive con su familia. Ella cuenta así su cambio del Berlín cosmopolita a la Alemania profunda:

«En esa tesitura nos encontrábamos mi Maromen, nuestro primogénito y yo en un Berlín ultra cool, alternativo y con una tasa de paro comparable al de las Hispanias, cuando un padre entrando en el sexto decenio y una empresa que legar nos parecieron una pertinencia digna de tertulia matrimonial».

«El único inconveniente, me dijo entonces mi consorten, es que está en un pueblo. Bueno, pueblecito. Bueno, en realidad es una aldeíta. Bueno, ¿tú no me dijiste que me seguirías hasta el fin del mundo?. Y digo yo que estaría ovulando o hablando por teléfono, porque si no no me explico cómo pude decir «sí, kariñen», lo que tú digas, al fin del mundo» tan a la ligera».

Biocuñadas

Nombre que da a su cuñada, forofa de todo lo bio. En realidad es un prototipo que ella describe con mucha fidelidad:

«En las metrópolis alemanas prolifera un tipo de teutona del que les conviene alejarse. Si ven una, corran y no miren atrás».

«Los propios germanos las denominan Biotantes, y a ustedes les será fácil reconocerlas por -entre otras cosas- su devoción al naranja, el gorro de fieltro con patrones psicodélicos, los zapatos de punta cuadrada, los sobacos tupidos y la profusión de títulos universitarios. Si además tienen hijos, les bastará con el olor de los mismos».

«Sé que les costará controlarse cuando les recomiende la troleopatía para dolencias infantiles varias. Si acaso menta los glóbulis de planta carnívora para las flemas, por eso de que si el vegetal en cuestión puede con la carne, las flemas son pan comido, no intenten explicarle que, por esa regla de tres, también disolverían al niño».

El segundo hijo

Sobre el mito de que el segundo hijo es mucho más fácil que el primero:

«La prole a su alrededor, que siempre sabe más que usted sobre su vida, admítalo- les dirá que con el segundo una ya está pasada de todo, que irá mucho más segura, que las cosas serán más fáciles. Bla, bla, bla…».

Mentira cochina

«Les recuerdo que el pijama no es un outfit adecuado para acercar al primogénito al colegio; ni para recogerlo tampoco. Que no podrá desfallecer en el sofá a cualquier hora del día, porque el que no mama, ya anda y llega a los mandos de la vitrocerámica. Que la OMS recomienda que los niños, a partir del año, coman algo más que pizza a diario. Que mientras le succionan la vida, la única lectura permitida será Caperucita; y con entonaciones, claro».

Familia política

El delicado encuentro y posterior trato con los padres postizos:

«Lo sé, lo sé, la familia política siempre es primero política y ya si eso quizás familia. Inocente que es una, pensé que terminaría de independizarme cuando me arrejunté; y resulta que en el lote venían de serie unos pseudopadres sin lugares comunes. Como un embrollo adicional al ya de por sí laborioso arte de cohabitar en pareja, de pronto una se encuentra con que tiene que hacerse querer sin gugutatas y ellos respetar sin poder recurrir a la paga semanal».

«En mi caso particular, la suegra fue pan comido. Literal. El mismo día que nos estrujamos las manos, me zampé un estofado de la señora coreado por varios «mmm mmm» y sin arrugar la nariz. Ella, consciente de sus carencias culinarias, debió de pensar que eso era amor del de verdad verdadero, lo demás tonterías, y me acogió bajo sus alas. Y yo, por mi parte, comprendí al fin la utilidad social de tantos años de tortura gastronómica en la cantina del colegio».

La maternidad expatriada

Ser madre en un país que no es el propio tiene algunas dolorosas desventajas, según la autora; pero no todo son penas:

«Mis amigos de siempre se van haciendo vecinos entre ellos, salen a cenar los sábados o quedan a tomar un café un miércoles de espontáneo. Se saben la vida y milagros de sus hijos y se escapan a Patones los fines de semana. A los míos los han visto tres veces en tres años, no saben cómo es mi casa ni comprenden mi día a día. Nuestros rorros nunca serán amigos -ni a la fuerza-, no irán al mismo colegio ni se taparán las gamberradas».

«La canción infantil de referencia en casa es, muy a mi pesar, Alle meine Entchen y no el ratón de Susanita; mis polluelos se pirran por los Kässpätzle, por mucho que les guste el cocido; nunca usarán cuadernos Rubio y siempre celebrarán el día de la madre una semana después de felicitar yo a la mía».

Un poco más adelante ella añade algunas de las ventajas:

«Ahora no me odien, se lo ruego, pero sepan que mis infantes chapotean en la bañera a las 18.00, y una hora más tarde están roncando a pierna suelta. ¿Sienten cómo la pelusa se apodera de ustedes?».

«Además, ser el único ejemplo de cultura ibérica en mi Haus me permite ser selectiva y extremadamente manipuladora y, entre otras cosas, he prohibido la combinación de sandalia y calcetín hasta en el Maromen -porque atenta contra nuestro concepto educativo-, y fomento sin pudor los besos y las payasadas parentales a todas horas».

LA AUTORA

Fátima Casaseca Muñoz (Madrid, 1981), es licenciada en Filosofía y Teología protestante por la Universidad Humboldt de Berlín. Ella nunca pensó en quedarse a vivir en Alemania y lo que en realidad le llevó a ese país fue la intención fallida de obtener una beca Erasmus. Sin embargo, por problemas formales con el nivel idioma (es autodidacta y aprendió alemán sola en su casa, pero no tenía ningún título oficial que lo acreditase) su petición fue denegada. Ella, según sus propias palabras es una persona muy obstinada, y no se arredró hasta que consiguió el traslado de expediente y la admisión en la Universidad para cursar estudios en Berlín.

Mientras hacía la carrera, conoció en una fiesta al que poco después se convertiría en su marido. Vivieron en Berlín los cuatro primeros años, y posteriormente se trasladaron a un bucólico pueblecito de Baden Württenberg, lugar donde su suegro tiene un negocio que espera el relevo generacional de su hijo tras una próxima jubilación.

Los niños fueron haciendo tempranamente acto de presencia en el matrimonio, y lo que en principio parecía un impedimento para su desarrollo profesional -la maternidad-, se terminó convirtiendo en un inesperado elemento de proyección social gracias a un blog que adquirió popularidad muy rápidamente.

Como muestra de que hay vida más allá del blog, y también de los hijos, Fátima Casaseca trabaja, además, en el departamento internacional de una PYME de aquel país, a lo que sin duda ha contribuido su amplio domino de idiomas: español y francés, en los que es bilingüe, y alemán e inglés a un nivel casi similar.

Que Fátima Casaseca es inseparable de su blog, a pesar de todo y de todos, lo revela el hecho de haberse convertido en una referencia de la maternidad para las nuevas generaciones de madres y padres, al tratar un tema que es de todos de una manera irónica, lúcida, desmitificadora y, desde luego, llena de inteligencia y humor.

 

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Autor

Marian García Álvarez

Redactora experta en televisión de Periodista Digital entre 2013 y 2016.

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