Los periodistas estaban seducidos por Suárez, era un presidente que hablaba mucho con la prensa en los viajes
Si alguien puede jactarse de conocer a la perfección a Adolfo Suárez, ese es Fernando Ónega. El periodista gallego está actualmente de gira con el libro ‘Puedo prometer y prometo’ (Ed. Plaza y Janés, 2013) y Periodista Digital entrevista a su autor para acercarnos un poco más a la figura de un ex presidente que sigue teniendo un indudable interés para la sociedad.
En un momento como el actual, en que el descontento hacia la clase política avanza a pasos agigantados entre la ciudadanía, apenas quedan figuras capaces de sortear el desprestigio que asola a nuestros gobernantes.
Ni siquiera la Casa Real, la institución más respetada de la joven democracia, ha logrado quedar al margen de la decepción generalizada. Y sin embargo, la leyenda de Adolfo Suárez, el piloto de la Transición que asombró al mundo, no ha dejado de crecer en los últimos años.
Adolfo Suárez alcanzó la presidencia del Gobierno de forma tan inesperada como la abandonaría después. Son, sin lugar a dudas, los cinco años más apasionantes y decisivos de nuestra historia reciente.
Suárez gobernó con audacia y valentía un país que estaba cambiando de piel, abordó con entusiasmo el reto de desmontar la dictadura franquista para alcanzar un nuevo estado democrático y constitucional.
Sin embargo, el hombre que mejor representa el espíritu de la transición, terminaba su aventura política traicionado por sus propios camaradas. La dimensión del cambio que había protagonizado levantaba pasiones enfrentadas, y una enorme ingratitud para la que no estaba preparado.
A medio camino entre la biografía y la crónica, este libro reconstruye la trayectoria política, personal y sentimental de un hombre esencial en la historia de la democracia.
Gracias a los testimonios de aquellos que estuvieron junto a él, Fernando Ónega recupera los recuerdos que han ido diluyéndose en la memoria de Adolfo Suárez.
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«[El discurso que casi decide las elecciones de 1979] era un discurso ‘killer’ porque fue a matar a Felipe González. Fue el más duro de Suárez contra nadie en toda su historia. Había riesgo de que UCD perdiera las elecciones y Suárez echó el resto».
«El PSOE entendía como una humillación apuntarse al Registro de Partidos. Hubo que chantajearles con que la izquierda quedaría entonces solo representada por el PCE».
«Alfonso Guerra se reencontró con Suarez después [de arremeter contra él] y se convierte al ‘suarismo’. El gran defensor de Suárez fue él. El representante del arrepentimiento nacional ante las agresiones a Adolfo Suárez».
«Suárez se fue amargado y por el mero hecho de tener que dimitir pero conservó siempre un alto sentido de Estado, esto es, colaborar con quien estuviera en el Gobierno».
«La oposición del PSOE a Suárez y Calvo Sotelo fue inteligente, muy bien informada y contundente. Yo como estaba al lado de Suárez la veía como cruel o injusta».
«El primero que se acerca al PCE es S.M. El Rey que envía emisarios a negociar con ellos y a hablar también con Ceaucescu [dictador de Rumanía]. La petición del Rey era que el PCE no alterara la calle en el tránsito a la democracia y la promesa de proceder a su legalización. Juan Carlos fue el impulsor y Suárez el ejecutor».
«Lo de Fernando Abril fue duro. Amigo personal de Suárez y colaborador. Era el empuje y el dinamismo. Luego se produce la ruptura. Según los testimonios hay un momento en el que decide que Suárez ha llegado a su techo y no debe seguir siendo presidente del Gobierno».
«Suárez y Sahagún, muy amigos, rompen por un tiempo porque éste, como ministro de Defensa, acepta la llegada del general Alfonso Armada y eso al presidente le parece una cabronada».
«Suárez se cabreó conmigo porque decido irme a la prensa escrita, pero es que había ido perdiendo la ilusión de trabajar en la Moncloa».
«Eugenio Fontán, director general de la SER, me llama a ver si quería hacer un comentario diario en Hora 25. Mis amigos me dijeron si estaba loco, que cómo me iba a meter en ese medio menor, despreciable y que me iba a hundir…pues fue mi salvación».
«A los americanos les llegó a cabrear esos abrazos que se daba Adolfo Suárez con Arafat y la prensa española llegó a titular ‘un terrorista en La Moncloa'».
«Suárez tenía un punto de gallo hasta el extremo de que le llamaban ‘el chuletón de Ávila».
«Los periodistas estaban seducidos por Suárez, era un presidente que hablaba mucho con la prensa en los viajes».
«A Suárez era muy fácil zurrarle porque la economía estaba mal, había mucho terrorismo y las autonomías no se entendían».
«La prensa de extrema derecha estaba en el golpismo y el enemigo era Suárez e iban a por él con toda crueldad».
«Con Emilio Romero había una rivalidad que parte desde que Suárez le gana en las elecciones a Las Cortes por la circunscripción por Ávila».
«Suárez, según dijo el Rey, es adolfista, ni del Opus ni de Falange. Es un desclasado».